Mundo irrecuperable de Concha Martínez Barreto
Arte. En su exposición individual en Londres, 'Cartas que no escribí', la artista de Fuente Álamo llega a una conclusión: «Todo mi trabajo tiene que ver con intentar sanar una herida»
La galería londinense Charlie Smith (en Shoreditch, uno de los barrios más creativos de la capital inglesa en Old Street 336) cuenta desde este jueves, ... y hasta el 23 de enero, con nuevas obras de Concha Martínez Barreto, artista de Fuente Álamo con una interesante proyección internacional. Con Charlie Smith y con la galería Víctor Lope de Barcelona ha sido posible su participación en ferias en Basilea, Londres, Nueva York... 'Letters I didn't write' es su primera exposición individual en Londres.
No ha sido nada fácil para una artista que funciona desde un ámbito muy local trabajar en un contexto global, pero lo cierto es que la obra de Martínez Barreto está en colecciones extranjeras de Estados Unidos, Suiza, Alemania... Es de las pocas artistas murcianas que ha expuesto en una galería inglesa, «un logro excepcional ya que el mundo del arte anglosajón no es nada abierto y no es fácil que representen o trabajen con artistas españoles. De hecho muy pocos artistas españoles tienen galería en Inglaterra», remarca el círculo de la artista.
'Letters I didn't write' parte de lo biográfico y la memoria «para ahondar en los mismos temas que subyacen en toda mi producción artística: la dificultad del decir, los afectos, las heridas... En este proyecto, unas cartas de los años cuarenta que una madre envió a sus hijos me dan pie para reescribirlas y hablar de mi propia historia, quitando de alguna manera lo superficial para llegar al fondo, a lo descarnado, al dolor, a lo puro. Estas cartas transformadas que enseño en la exposición, son las que querría haber escrito a mis propios hijos, la explicación que no les he podido dar, la advertencia de las dificultades de la vida». Las pinturas que foman parte de esta muestra están cargadas de esta tensión «entre el deseo de contar y el silencio».
«'Bird' habla de la tristeza y la caída, pero también de esa esperanza, de la resiliencia, la fuerza, la supervivencia»
«Cada una de las figuras –describe Concha Martínez Barreto– ha sido traída desde un lugar, desde una fotografía diferente y convocadas a un encuentro en una especie de paradójica comunidad de solitarios reunidos en unas estancias inquietantes o en paisajes que con mucha dificultad podrían llamarse hogar o tierra natal. Las miradas que se cruzan sin encontrarse, el [hecho de] que algunos personajes miren hacia un fuera de campo o el que parezcan observar algo que no está en la escena o se encierren en una especie de aislamiento, hace pensar en la idea de mundo irrecuperable, de un espacio –el de su propio encuadre u origen en diferentes fotografías– que no puede evocarse, pero que en cierta medida está presente en su ausencia. No es casual tampoco que las fotografías de la serie 'Estratos' que muestro en este proyecto tengan lo femenino como centro». A partir de cinco pequeñas imágenes originales –la grieta de un glaciar, un pequeño túnel, una sesión de bondage o una lechuza comiéndose un ratón–, Martínez Barreto construye unas piezas que hablan de las ataduras y frustraciones y del final de la inocencia. «Hay algo en los huecos, –en las ventanas– que se abren en estas imágenes que me hace verlas como desgarraduras, como heridas aún no cicatrizadas. Esto me hace ver que todo mi trabajo –no solo las fotografías sino también las pinturas–, tiene que ver con este intentar sanar una herida. Se establece así una conexión con la reflexión de Roland Barthes sobre la fotografía que parte también de una herida: de la evocación de algunas fotografías de su madre. 'La cámara lúcida' termina con una reflexión del autor sobre las vías de la fotografía entre las que está la de que funcionen 'haciendo volver hasta la conciencia amorosa y asustada la carta misma del Tiempo'».
El crítico Fernando Castro Flórez, en el texto del catálogo que se ha editado para esta exposición, que titula 'Correspondencias inquietantes [Lectura «ensimismada» del imaginario arqueológico de Concha Martínez Barreto]', escribe que Lacan ya señalaba que las cartas siempre llegan, sobre todo las que no se han mandado.
Ojos abiertos
«Hay algo en mis pinturas, fotografías y esculturas –dice Martínez Barreto– que tiene que ver con ese deseo de decir, de mandar una carta y con las dificultades que entraña hacerlo». En el centro de la galería londinense aparece una escultura de madera de tilo de un gorrión muerto de un tamaño similar al de una persona acurrucada. «El pájaro ha aparecido en numerosas ocasiones en mi trabajo: personajes que se comen uno, aves que pasean por una habitación como intrusos de lo exterior, de los impulsos encerrados o que aparecen como testigos de las escenas. Hay un evidente simbolismo en las aves en todas las culturas a lo largo de la historia que las ha hecho representar la libertad, la alegría, el retorno de la primavera. Un pájaro caído –hecho en madera de tilo y de 128 cm de tamaño– muestra la fragilidad de todo esto, pero la escultura presenta una cierta ambigüedad al tener los ojos abiertos –ojos humanizados– haciendo que no esté tanto muerta como en un estado de latencia que mantiene abiertas todas las posibilidades. Sin duda estos ojos remiten a una tradición –que parte de la estatuaria del antiguo Egipto– en la que los difuntos se presentan con ellos abiertos, como si miraran con esperanza a una vida más allá de ésta. 'Bird' –en realidad todas las piezas de este proyecto– habla de la tristeza y la caída pero también de esa esperanza, de la resiliencia, la fuerza, la supervivencia».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión