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Lido Ricó: «Puede que el hombre sea un error de la naturaleza»
«Soy hombre, heterosexual, y me emociono muchísimo, y lloro muchísimo; no me gustan las corazas contra los sentimientos, no soy el más valiente de la Tierra, tampoco el más cobarde; soy frágil, sí, pero me propongo no tenerle miedo a la bondad, a ser un buen tío, a buscarla y elogiarla», confiesa el artista yeclano, que expone en Fundirmetal Amando una colección de esculturas de aluminio
«Lo imposible está agotado», se dice a sí mismo Lidó Rico (Yecla, 1968), artista rotundo y creador de un mundo, que no admite resultar ... indiferente, que le ha permitido exponer en países de medio mundo. La cita con el artista tiene lugar en Fundirmetal Amando (Amando. Fundición de Arte), en cuyos talleres, en el Polígono Industrial Oeste de Alcantarilla, puede disfrutarse de su nueva exposición, 'El soplador', una belleza integrada, además de por una colección de dibujos de pequeño formato trabajados por el artista con las uñas, por un conjunto de esculturas de aluminio, protagonizadas por ángeles, que denuncian, entre otras realidades, que «el hombre ha perdido la bondad».
Doce kilos menos pesa Lidó Rico, fruto, dice, de una nueva vida en el terreno sentimental, llena por el momento de incertidumbres y expectativas, que ha conducido a que esté en venta el que ha sido durante años su hogar y su lugar de trabajo, una casa muy especial levantada a su gusto en la soledad y la paz del campo yeclano.
Tomamos un café.
Llora cuando recordamos juntos al periodista de LA VERDAD, y amigo nuestro, Gontzal Díez, que se fue para siempre.
Le pido que comparta con los lectores las reflexiones que ha ido escribiendo en este último tiempo de cambios. Acepta. Y aquí están: palabras de Lidó Rico que encierran mundos por explorar. Ejemplo: «Tempestades que venden paraguas a huesos mojados». O: «Lluvias de color azafrán capaz de tintar asfaltos». Y también: «Estuve toda la noche recogiendo y quemando alas, olía a neumáticos quemados y miel de argán, a cara caliente y sudor de plumas, a fotofobia y 'aftersun'». Me cuenta, con esos ojos que abre tanto para mirar el mundo que parecen haberse independizado de su cuerpo: «Hace años conocí a un monje en Assuán que me contó su secreto: jamás bebió líquido alguno, ni siquiera en el vientre de su madre; cuando vio el mar por primera vez no pudo llorar».
«Hay que poner a trabajar las neuronas, somos muy cómodos y corremos el riesgo de dejar de pensar»
Más pensamientos, otro café: «Solo me queda el fusil de asalto para remar contra las corrientes que me alejan de la arena, antes de partir ya me hablaron de playas de calibres imposibles». Se confiesa, se conoce a la perfección, se sabe ángel y demonio: «Pensar en blando o pensar en duro, la carne se la regalo entera a quien la desee, prefiero las durezas del alma, mi polo está imantado hacia la fragilidad y la ausencia, ese es mi medio y mi blindaje, por eso sobrevivo, a base de encajar únicamente las piezas que el destino me regala».
Tiene el creador algunas certezas, como la siguiente: «Saber que si juntas todos los lingotes del mundo, el mejor acero blindado y el brillante de más quilates juntos, nunca tendrán la fuerza, dureza y poder de una sola alma». A usted, lector, le propone «planchar imposibles hasta deshacer las costuras», y le informa de que «existen tablas de planchar cielos que eliminan todo tipo de arrugas, hasta las del alma».
Dice cuando ama: «Tu vuelo [son] mis alas». Y describe minucioso cómo «la fragilidad está llena de tantas manos, sonrisas y luz que demolería rascacielos con aviones de papel».
Ha pasado muy rápidamente mucho tiempo desde que, por ejemplo, con su instalación 'Pensavientos', que representaba a España en la XXIII Bienal de Alejandría, consiguió el Gran Premio al Mejor Artista; incluso ya queda algo lejana su celebrada exposición en el Reino de Baréin, uno de los lugares de medio mundo en los que ha compartido sus caras-esculturas de mil formas, expresiones con las que se narran sueños, imágenes, locuras, deseos, miedos, dolores....
Autor de exposiciones a las que suele poner nombres sugerentes, tipo 'Ni imaginar puedes lo feliz que me hace sentirme a tu lado', sigue hiperactivo: «Yo estoy acostumbrado a currar como un auténtico salvaje, incluso a dormir tres o cuatro horas al día durante muchos días».
En 'El soplador', todos los ángeles guardan silencio y permanecen quietos en sus cuerpos de aluminio, pero al mismo tiempo toda la exposición parece mecida por un viento inexistente. Una exposición que tiene merodeando por sus piezas ecos del Edén, y que va despertando tu interés, como una fruta prohibida, y apoderándose de tu mirada, abierta de par en par, con el sigilo de la serpiente.
-¿Qué se plantea?
-Que puede que el hombre sea un error de la naturaleza. La soberbia que padece le hace sentirse único. Ante tanto disparate, ¡también en el mundo del arte, que está lleno de sanguijuelas y de cosas terribles!, no hay ni que replegarse ni que dejarse llevar; hay que plantarse. En el fondo todos nos creemos sabios, pero pienso que estamos adulterados y posiblemente algo podridos y también algo carentes de autenticidad y de libertad; en resumen, tan lejos de la naturaleza que por eso nos podríamos considerar un error.
-¿Qué no deja de hacer?
-Poner a trabajar las neuronas, somos muy cómodos y corremos el riesgo de dejar de pensar. Vivimos en una sociedad en la que la comodidad nos ha hecho personas casi despreciables, muy fácilmente manipulables, capaces de que llegue cualquier imbécil a vendernos una moto hecha una mierda y se la compremos tan contentos.
«Lo banal y lo sublime comparten espacio generando nuestra identidad», dice Lidó Rico, quien desde principios de los años 90 ha batallado con su propia anatomía, sin escatimar riesgos ni violentos esfuerzos, para sumergir distintas partes de la misma en escayola para elaborar los moldes de sus esculturas, una práctica que ya dejó aparcada. «Todos nos parecemos porque somos como envases, lo que nos hace distintos a cada uno es nuestro contenido», sostiene.
-¿Qué hay que tener claro?
-La vida es violencia en estado puro, despertamos y todo se convierte en invasivo, cada instante se llena de imágenes, olores, sonidos, caricias, todo absolutamente todo se convierte en frentes de batalla, donde la información va solapando nuestra libertad y modelando nuestra conciencia. Somos un frágil estado de conciencia.
Energía volcánica
La nueva exposición de Lidó Rico llega en mitad del paréntesis, necesario para seguir investigando, abierto con respecto al proyecto científico artístico 'Genoarquitecturas', en el que se embarcó, con energía volcánica, junto a José Luis Ferrán, neurobiólogo del Desarrollo de la Universidad de Murcia (UMU); y Kuei Y. Tseng, neurofisiólogo de la Facultad de Medicina de Chicago (RFUMS). Un viaje inagotable al corazón del cerebro humano, a su materia, sus misterios, sus debilidades, sus extraordinarias potencialidades, su capital importancia.
-¿Su cerebro cómo está?
-Se envejece por la cabeza, por la mente, y la mía fluye mejor que nunca, con más lucidez que nunca; otra cosa es que el cuerpo no es ya el de los 20 años, pero para mí eso no es ningún trauma; lo que para mí sería terrible es ser, como veo a mucha gente siéndolo, un muerto en vida. Y también veo a gente que tiene 20 años con un cerebro de pez. ¡No quito yo ni un puto día de mi vida!
-¿Prohibido qué se tiene?
-No hay que alimentar la desidia, si lo haces te acabará devorando.
-¿Qué ha descubierto?
-El apego a las cosas materiales es un error.
«Es un puto drama que no nos importe lo que le vamos a dejar a los que vienen detrás»
-¿Qué no salva?
-El ser capaces de emocionarnos y de tener nuestras propias ideas. La vida también es dolor, somos una masa compuesta de miedo, memoria y mediocridad. Nos salva, sí, la capacidad de emocionarnos, y de generar buenas ideas, en mitad de esta sociedad del miedo, del fanatismo, de la miseria, de los extremos.
-¿Tenemos alma?
-Sí.
-¿Qué es un drama?
-Es un puto drama que no nos importe lo que le vamos a dejar a los que vienen detrás de nosotros.
-¿Qué reconoce?
-Lloro mucho. Soy hombre, heterosexual, y me emociono muchísmo, y lloro muchísimo; no me gustan las corazas contra los sentimientos, no soy el más valiente de la Tierra, tampoco el más cobarde, soy frágil, sí, pero me propongo no tenerle miedo a la bondad, a ser un buen tío, a buscarla y a elogiarla.
-¿Arte para qué?
-Te hace pensar, logra emocionarte, es terapeútico y necesario; la vida es mejor con arte.
«Y allí dentro está la voluntad que no muere. ¿Quién conoce los misterios de la voluntad y su fuerza? Pues Dios no es sino una gran voluntad que penetra las cosas todas por obra de su intensidad. El hombre no se doblega a los ángeles ni cede por entero a la muerte, como no sea por la flaqueza de su débil voluntad». Son palabras de Joseph Glanvill que resultan inspiradoras para Lidó Rico, que ha convertido a los ángeles en protagonistas de 'El soplador', que se nos presenta a modo de mar o de cielo completamente azul.
Así explica Lidó Rico la génesis filosófica de su exposición: «El hombre rompe su tamaño a la vez que su escala se magnifica, gira sobre sí mismo y en un gesto congelado sopla expulsando nuevos destinos; los ángeles pueblan esa exhalación repleta de elementos simbólicos que nos hablan usando pasados para vaticinar ignotos futuros». «Sus rostros ensimismados, que fueron expulsados de lo celestial», añade el artista, «se llenan de una melancolía que grita, se sorprende y se esfuerza, delatando su preocupación por ese único asidero reducido a lo terrenal». «A esos ángeles humedecidos por la saliva», cuenta, «sus alas les resultan inútiles para remontar el vuelo, lo único que les queda es la magia del encuentro fortuito en el azar de la caída».
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