Houdini, la sensación del mundo
El Museo de la Ciencia de Murcia descubre por qué Harry Houdini fue el ilusionista más célebre de todos los tiempos: introdujo conceptos futuristas como la fuerza física, la velocidad, el reto y la tensión, y fue un pionero de la comunicación de masas: «Antes de nada, déjenme decirles que abro cada esposa que me colocan...»
El Club Houdini, la serie de producción de Disney Channel, ha despertado la curiosidad de la audiencia infantil por la figura de Harry Houdini (Budapest, 1874-Detroit, 1926), que no es precisamente un personaje de este siglo XXI, sino del XIX, el siglo de la magia. Una media de 100 escolares pasan cada día, desde septiembre y hasta el mes de abril, por la exposición 'Las leyes del asombro', que el Museo de la Ciencia de Murcia, de la mano del Ayuntamiento capitalino y la Fundación Telefónica, dedica a uno de los hombres más sorprendentes de la historia.
Fue «la sensación de América» antes de ser «la sensación del mundo». «He sido confinado -decía el hombre que podía con todo- en embalajes, sacas de correo de cuero, sacos de papel, ataúdes, cestas de mimbre, cajas de piano de estaño, escritorios atados, barriles, cajas de cristal y en una caldera de vapor de acero (...). Me aproximo cada día a cada nuevo desafío sin saber si no me enfrentaré a mi Waterloo. En cada carrera hay un Gettysburg; yo me dirijo hacia el mío. Cuando llegue diré: 'He luchado una buena pelea, y he luchado justamente'. Cuando sea derrotado, admitiré la derrota como un hombre, pero exigiré limpieza y oponentes justos».
Siempre evadía la muerte por asfixia, emergiendo de las aguas, y de la tierra que cubría su ataúd
Toda su vida artística estuvo movida por esta premisa: entretener de una forma legítima. Sus 'performances' eran todo un acontecimiento en Estados Unidos, donde de un día para otro se anunciaba un número, más difícil todavía que el anterior, despertando en el respetable el morbo de un error letal. Pero Houdini, maestro del escapismo, siempre resurgía dolorido, agotado, empapado y exaltado, como se narra en esta extraordinaria muestra, que puede verse en Murcia hasta el 31 de marzo -el museo solo cierra los lunes-.
La guía María José González cuenta a 'La Verdad' que a los visitantes les llama la atención todo lo relacionado con el escapismo. Pero, desde el inicio, el espectador debe ser consciente de que existen efectos visuales. «El mago utiliza también nuestro cerebro para engañar. Y ante situaciones desconocidas nuestro cerebro 'cortocircuita' y eso es una baza para el mago, para que sea más fácil engañarte. Lo que pasa es que Houdini no es un mago al uso». Sus trucos eran verdaderamente espectaculares. Y la expectación que se generaba alrededor, todavía más. Anuncios en las farolas, colaboradores informando a grito pelado desde los coches de lo que estaba por venir... 'Houdini buceará desde el tejado del pabellón, sólidamente esposado, en Westlake Park, el sábado, a las 12.30 horas'. Una vez saltó esposado desde el puente de Seventh Street en Pittsburgh, veinte metros hasta las aguas heladas del río Allegheny, ante una multitud de 60.000 personas deseosas de presenciarlo. El aclamado 'rey de las esposas' escapó de grilletes y camisas de fuerza -en la exposición puede verse una de las réplicas de un original que conservan los herederos-, de las prisiones más seguras, de trampas acuáticas y hasta de una lechera. Siempre evadía la muerte por asfixia, emergiendo del agua helada e incluso de la tierra que cubría su propio ataúd.
«En el fondo aplicó un sistema parecido al método científico», afirma la guía de los grupos escolares
En su cruzada contra el espiritismo, Houdini desenmascaró todos los mitos y siempre buscó demostrar que los trucos, sus trucos, eran fruto de la práctica, del ensayo y error.
«En el fondo aplicaba un sistema parecido al método científico, ensayo y error, hasta que el truco salía. Esto llevaba un entrenamiento muy duro. Era una persona que estaba muy en forma, practicaba muchos deportes. Y, no sé si es cierto del todo, pero cuentan que de niño tuvo una mala experiencia en un lago, y que casi se ahoga, y lo curioso es que él se especializó en trucos en el agua, tenía capacidad para sobreponerse a todo, para luchar contra sus propios miedos», cuenta María José González, que descubre que Houdini no tuvo una muerte poética, como cabría pensar, después de enfrentarse a los peligros más impensables, ya que se lo llevó por delante un ataque de apendicitis. «Parece una ironía, pero así fue. Esta gente jugaba con un peligro muy controlado».
Jugar con las emociones
Esa es una de las circunstancias más llamativas de este personaje mítico, dado que estaba rodeado de un equipo de colaboradores muy fieles. «En trucos en los que tenía que estar sumergido cuentan que salía en 30 o 40 segudos, y tardaba más en que la gente lo viera para ponerle más emoción. Jugaba con la sensación esa de: '¡No lo va a conseguir!'. Eso es jugar con las emociones, y, además, una baza, porque la atención humana es muy relativa, cuando más te hablan más te distraes, y menos notas dónde hay truco». Houdini tuvo claro que cuando llegaba a una ciudad con sus espectáculos para teatro, con los que se recorrió el mundo (también pasó por España), utilizó a los medios de comunicación como reclamo. «Iba a las puertas de las comisarías y de los periódicos a esposarse y a soltarse, porque le gustaba el gran público, y porque a mayor cantidad de gente es más fácil controlar».
Houdini, mundialmente famoso, publicó libros, grabó películas y viajó repartiendo ilusiones. Fue un experto en marketing, porque vio claro que la manera de hacerse famoso era que todo lo que hiciera tuviese repercusión. «Antes que nada, déjenme decirles», declaró a Los Ángeles Herald el 29 de septiembre de 1907, «que abro cada esposa que me colocan. No me limito a hacerla resbalar sobre mis manos, tengo una mano grande. Si una cerradura está atascada o rota, no funciona correctamente, o por cualquier otra razón no puede ser abierta, se descarta. Es algo razonable, dado que no pretendo tener poderes mágicos. Mis métodos son muy simples, y perfectamente naturales. Dado que abrir las esposas es mi reto, no deben ser falsas o haber sido adulteradas». En vida tuvo desencuentros con otros pseudomagos y consideraba un fraude todo lo que tuviera relación con los espíritus. Una de sus dianas fue Argamasilla, el español «con Rayos X en los ojos», como se vendía, pues afirmaba «ver a través de cajas y tapas de relojes». Con Arthur Conan Doyle tuvo sus rifirrafes, hasta el punto de perder la amistad por la creencia de aquel en el espiritismo. Por si acaso, Houdini dejó un mensaje secreto a su mujer, Bess, su asistente en los números, para que lo reconociera por si regresaba un día del más allá.
En la exposición de Telefónica que se puede ver en Murcia, adaptada al Museo de la Ciencia por Maribel Parra Lledó y Alfonso Robles Fernández, hay una recreación del ambiente de los llamados 'museos de 10 centavos', que aunaban educación y entretenimiento, y de los circos de Estados Unidos en los que Houdini trabajó, e incluso puede verse la escena del banquete de boda de 'La parada de los monstruos' ('Freaks', dirigida por Tod Browning en 1932, rodada con un elenco de actores con malformaciones congénitas reales), que sirvió de inspiración a cineastas como David Lynch. En este divertido repaso por la historia del «arte de entretener haciendo diabluras», que era lo que, en realidad, hacía Houdini, hay referencias a algunas de las estrellas del siglo XIX en España, como la artista anfibia Miss Niágara, «la reina de las cristalinas corrientes», o el primer libro de magia y juegos y manos que se publicó en Madrid, en 1733, de Pablo Minguet. Sin duda, una muestra formidable regida por la ley del asombro.