Techumbres de madera conocidas, popular y erróneamente, como 'artesonados mudéjares'

La carpintería de lazo en las iglesias del Reino de Murcia

Arte. Algunas reflexiones sobre las techumbres de madera conocidas, popular y erróneamente, como 'artesonados mudéjares'

PEDRO ENRIQUE COLLADO ESPEJO

Profesor en la Escuela de Arquitectura de Ingeniería de Edificación en la UPCT

Lunes, 8 de marzo 2021

En la Región de Murcia se conservan varias iglesias (en muchos casos antiguas ermitas) construidas entre mediados del siglo XVI y principios del XVII, cuyo ... principal atractivo es la techumbre de madera resuelta con la técnica constructiva de la llamada 'carpintería de armar' (también conocida como 'carpintería de lo blanco' por el uso de madera de pino), con lacería (elementos geométricos y decorativos con estrellas, líneas entrecruzadas y figuras poligonales, típica del arte islámico), y enriquecida, en algunos trabajos, con ornamentación a base de pintura al temple. Esta tipología de techumbre se empieza a conocer ahora como 'carpintería de lazo', según denominación acuñada por Enrique Nuere, doctor arquitecto y gran referente en su investigación, conservación y difusión.

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Iglesia de Ntra. Sra. de La Concepción, en Cehegín. Armazón estructural y decorativo con ornamentación de líneas entrecruzadas, formando estrellas de ocho, y figuras poligonales de la lacería con mocárabes.

Estas techumbres se suelen conocer, popular y erróneamente, como 'artesonados mudéjares' y en bastantes textos en los que se analiza esta tipología de cubierta (y en referencias de autores de cierto prestigio), se suelen etiquetar como 'iglesias moriscas' o 'iglesias mudéjares', atribuyendo la construcción, tanto de la estructura del templo (muros, columnas, arcos, bóvedas...), como de las techumbres de madera a moriscos y/o mudéjares, sin tener en cuenta la diferencia entre unos y otros, el contexto histórico y social en que se realizaron estas construcciones ni los condicionantes 'laborales' con los que trabajaban los encargados de levantar estas iglesias (alarifes, maestros de obras, oficiales, carpinteros, pintores, aprendices...). Afortunadamente, en los últimos años la historiografía (disciplina basada en métodos y criterios científicos para analizar e interpretar correctamente los hechos históricos), ha aumentado notablemente el conocimiento que se tenía sobre estos aspectos socioculturales y, en el caso de las techumbres resueltas con carpintería de lazo, se ha avanzado mucho en el entendimiento de su evolución y desarrollo. Asimismo, la participación de moriscos y/o mudéjares en el trazado y realización de las carpinterías de lazo, especialmente a partir de mediados del siglo XVI, se ha puesto en entredicho y, en el caso del antiguo Reino de Murcia, con más razón (como comentaré más adelante). En cualquier caso, denominar 'artesonados mudéjares' a estas techumbres es un error que no parece probable que vaya a cambiar a corto plazo, pero conviene aclarar algunos conceptos que, a buen seguro, ayudarán a nombrar correctamente estas carpinterías.

Iglesia de Santiago el Mayor de Totana. Ejemplo de techumbres de par y nudillo.

Un artesonado es una tipología de forjado (estructura horizontal) formado por vigas de madera acodaladas, formando recuadros, que solían enriquecerse con diferentes tipos de molduras y policromía. La imagen general es la de un conjunto regular de 'cajones o casetones' de madera colocados boca abajo, es decir, artesas invertidas (de ahí el nombre de artesonado). Esta solución (estructural y decorativa) será muy utilizada en el Renacimiento para ornamentar palacios y villas burguesas, aunque en la Región de Murcia los numerosos y vistosos ejemplos de esta tipología corresponden a edificios con decoración modernista (como el Real Casino de Murcia o las Casas Consistoriales de Mazarrón), pero hay que tener en cuenta que los casetones que conforman la decoración son de escayola, solo la estructura acodalada de vigas es de madera. Un buen ejemplo de artesonado de madera es el techo del Salón Dorado del Palacio de la Generalitat, en Valencia. Por tanto, y para ser rigurosos, cuando nos referimos a techumbres de madera resueltas con armadura o carpintería de armar, tengan o no decoración de lazo, no deberíamos emplear el término 'artesonado'.

Iglesia de La Purísima Concepción, en Caravaca de la Cruz. Los tres almizates de la techumbre resueltos con estrellas de ocho puntas

Solo sería aceptable el concepto 'techumbre mudéjar' cuando nos referimos al estilo artístico y no como referencia a los autores

En cuanto a la participación de moriscos y/o mudéjares en los templos murcianos del XVI-XVII y, especialmente, en el trazado y realización de las techumbres de madera, la cuestión es más compleja. En primer lugar, debemos aclarar la diferencia entre morisco y mudéjar. El primer término se refiere a los musulmanes que, a partir de 1502 en el territorio de la Corona de Castilla (que incluía el Reino de Murcia) y de 1525 en la Corona de Aragón (que incluía el Reino de Valencia), se convierten al catolicismo para poder seguir en la Península (en 1609 se decretará la expulsión de toda la población morisca). Mudéjares es la denominación de los musulmanes que vivían en territorio cristiano, manteniendo su religión, ritos y costumbres, y que serán obligados a convertirse en moriscos y finalmente expulsados. Por tanto, en el caso de los templos murcianos del XVI-XVII el término mudéjar no sería apropiado (en todo caso, morisco).

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Iglesia de La Purísima Concepción, en Caravaca de la Cruz. Vista general de la techumbre apoyada en arcos transversales.

Evangelización

Para determinar la posible autoría de carpinteros moriscos en las techumbres murcianas con carpintería de lazo hay que hablar del contexto histórico y social de la época, los sistemas constructivos y las técnicas de trabajo de los maestros carpinteros.

El origen de estos templos lo encontramos en la época en que, con la reconquista cristiana de Granada (año 1492), el Reino de Murcia deja de ser zona fronteriza e insegura y, con la tutela de la Orden de Santiago (que asume competencias civiles y religiosas) comienza a repoblarse (desde finales del siglo XIII, las campañas de repoblación en el Noroeste no habían tenido mucho éxito). El notable crecimiento de población (principalmente moriscos granadinos dedicados a la agricultura, cerámica, tejidos, orfebrería, industria de la seda...), y el desarrollo urbano extramuros de las villas conllevará la creación de nuevas barriadas y la necesidad de construir edificios religiosos (se consideraba primordial la evangelización de la población, especialmente de los moriscos). En general, se tratará de ermitas de dimensiones reducidas, planta rectangular, una amplia nave central y naves laterales muy estrechas, poco iluminadas, pocos elementos decorativos y, sobre todo, cubiertas con techumbre de madera resuelta, en muchos casos, con carpintería de lazo. Serán construidas, principalmente, con muros de carga de tapia y/o mampostería, ladrillo para arcos y campanarios, y piedra solo para las portadas. Es decir, templos fáciles de construir, con materiales tradicionales, a bajo coste y que recurrirá a maestros de obras y albañiles locales. Además, una arquitectura que discurre entre el Gótico tardío (arcos transversales apuntados) y el incipiente Renacimiento (arcos transversales de medio punto), y que destacará únicamente por el carácter artístico que aporta la carpintería de lazo de muchas de las techumbres.

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Para el estudio de las cubiertas que aún se conservan, se suelen dividir éstas en dos tipologías: techumbres apoyadas en arcos transversales, y techumbres de par y nudillo. Entre las primeras estarían los templos de arcos apuntados, como las iglesias de San Bartolomé (Ulea) y San Onofre (Alguazas), y las ermitas de Pasos de Santiago (Murcia, aunque en este caso lo que se conserva es una reconstrucción de mediados del siglo XX) y San Sebastián (Caravaca); y los templos con arcos de medio punto, como las iglesias de La Purísima Concepción (Caravaca), Ntra Sra. de La Concepción (Cehegín), Ntra. Sra. de Loreto (Algezares, Murcia), y las ermitas de San Roque (Yecla) y San Roque y San Sebastián (Lorca). Entre las de par y nudillo estarían las iglesias de Santiago el Mayor (Totana) y San Andrés (Mazarrón) y la ermita de Santa Eulalia de Mérida (Totana).

Iglesia de Santiago el Mayor, en Totana. Techumbre que cubre el coro. El primer tramo del almizate está proyectado con carpintería de lazo.

No entraré a valorar si estos modelos de cubierta son de influencia granadina y/o valenciana (por el uso de arcos transversales, muy habituales en esa zona), pues dependiendo de la vinculación del historiador, así suele decantar su análisis hacia un lado u otro (en el caso de La Concepción de Cehegín, se ha llegado a remitir a modelos extremeños).

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Autorías

En cuanto a la autoría de estas carpinterías, en el caso de Caravaca, cuya techumbre se termina en 1605, se sabe que es del carpintero Baltasar de Molina. También está documentada la autoría de varios trabajos a Esteban Riberón: en Lorca realizaría las techumbres de las desaparecidas ermitas de Santa Quiteria y de San Lázaro; y en Totana, la gran armadura de madera con lacería de la Iglesia de Santiago el Mayor, que finaliza en 1576. En el caso de Alguazas (realizada en 1566), hay quién lo atribuye a los hermanos Juan y Bartolomé Hernández y quién lo hace a Antonio Martínez y Bartolomé Hernández. En el caso de Cehegín (cuya carpintería de lazo se termina en 1572), como en el resto de ejemplos mencionados, no se ha podido acreditar quién realizó la techumbre, aunque el entramado de la ermita de Santa Eulalia de Mérida (conocida como 'La Santa') es una reprodución, a escala, de la realizada por Riberón en Santiago el Mayor y se atribuye a su taller de carpintería (él había fallecido cuando se realizó). Como vemos, nombres 'cristianos' pero eso no significa que no fueran moriscos pues la conversión incluía también ese cambio.

Iglesia de Ntra. Sra. de La Concepción, en Cehegín. Todos los faldones se plantean con la técnica de cinta y saetino.

Compás y vara de medir

En cualquier caso, hay que tener muy en cuenta que el trabajo de carpintería de lazo no es algo que pudiera desarrollar cualquier carpintero. Requiere de unos conocimientos de geometría y traza que, en el siglo XVI, no estaba al alcance de cualquiera. En esa época, los carpinteros de lo blanco (al igual que los canteros) se agrupaban en gremios, lo que garantizaba una enseñanza del oficio supeditada a unos códigos y técnicas de diseño y construcción muy estrictos. Una enseñanza práctica y oral (en un documento se indica que Riberón no sabe firmar) donde maestros y oficiales enseñaban a los aprendices a trazar plantillas y dimensionar la sección y ubicación de cada elemento con el uso exclusivo del compás y la vara de medir, por lo que el conocimiento de las reglas de la geometría era fundamental. Sin duda, para desarrollar la decoración típicamente islámica los carpinteros mudéjares dominaban las reglas de la geometría pero, como ha demostrado Enrique Nuere, fue la convivencia hispanomusulmana durante casi ocho siglos la que permitió incorporar esos conceptos formales, estéticos y compositivos a las armaduras de cubierta, desarrollándose la carpintería de lazo. Y serán especialmente los carpinteros castellanos los que desarrollarán las complejas tramas de la lacería gracias al dominio que tenían de la técnica constructiva de las armaduras de madera y de la incorporación del recurso de la lima doble o mohamar (solución de la carpintería nazarí). Además, la carpintería islámica es básicamente ataurejada (los elementos que forman la lacería están clavados a tableros sujetos a la estructura de la techumbre), mientras que los carpinteros castellanos incorporaban la lacería a la estructura, formando todo un conjunto (carpintería apeinazada), como ocurre en las techumbres murcianas. Por otra parte, a partir del siglo XVI, las ordenanzas de carpintería de lo blanco (como la de Sevilla), prohibían a los maestros carpinteros y sus oficiales aceptar aprendices mudéjares. Por tanto, la tendencia que siempre ha habido de atribuir las techumbres con carpintería de lazo a la población mudéjar y/o morisca, al menos en el caso de los templos murcianos, debería corregirse, y solo sería aceptable el concepto «techumbre mudéjar» cuando nos referimos al estilo artístico y no como referencia a los maestros carpinteros autores de estos trabajos.

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En cualquier caso, lo recomendable es visitar los templos murcianos con techumbres de madera y lacería y disfrutar de los magnificos ejemplos de carpintería de lazo que enriquecen el Patrimonio Cultural de la Región de Murcia.

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