La segunda caída de Pompeya
La joya arqueológica italiana se derrumba por la negligencia política, la ineficaz burocracia y la infiltración de la Camorra
ÍÑIGO DOMÍNGUEZ
Domingo, 23 de marzo 2014, 03:16
Los efectos destructivos de la política y la burocracia italiana son equiparables a una erupción del Vesubio. El volcán sepultó Pompeya y Herculano en el año 79, pero el célebre yacimiento arqueológico se cae ahora a pedazos por una gestión catastrófica. Este mes, con las fuertes lluvias, se ha registrado una nueva sucesión de derrumbes en Pompeya, tres en 48 horas, y todo el mundo vuelve a contemplar con asombro cómo se deja morir un lugar que todos admiran y envidian. En 2013, con 2,4 millones de turistas, obtuvo 20 millones de recaudación.
Italia tiene que pasar la vergüenza de que les tiren de las orejas desde fuera. «Pido con fuerza a las autoridades italianas que cuiden Pompeya», rogó el otro día el comisario europeo Johannes Hahn. «Hace falta un plan de intervención extraordinario que garantice la seguridad de la zona. Sin un buen drenaje del agua de lluvia, Pompeya está destinada al derrumbe total», advirtió la Unesco.
Lo peor es que los últimos desmoronamientos han tenido lugar en las zonas más turísticas, pero «por cada derrumbe conocido hay otros nueve de los que no se tiene noticia», según Antonio Irlando, del Observatorio de Patrimonio Cultural. Dinero hay, pero falla la política y no se sabe bien en qué se gasta. Hasta que en 2010 hubo una sonada sucesión de derrumbes, que culminó en noviembre con la Domus de los Gladiadores, nadie se molestó en estudiar su estado de conservación. En abril de 2011, tras la conmoción mundial, se puso en marcha el Gran Proyecto Pompeya. Se presupuestaron 105 millones de euros, de los que la UE puso 74 y el resto, Italia. ¿Cuánto se han gastado? 588.000 euros, solo un 0,56%. Una de las primeras decisiones del nuevo ministro de Cultura ha sido ampliar un año más el plazo, hasta 2015. Aseguran que ahora se pondrán serios.
Aquel dinero debía financiar 55 proyectos para reforzar las principales 'domus' deterioradas. Pero a estas alturas solo han arrancado las obras de cinco y se ha terminado uno, la Domus del Criptoportico.
Pompeya es una buena metáfora de Italia. Política, burocracia y criminalidad son una combinación letal. Desde que se anunció el Gran Proyecto, los italianos han tenido cuatro gobiernos de estabilidad precaria. Pasó un año hasta que se convocaron los primeros concursos. Cuando llegaron, las ofertas fueron hasta el 50% inferiores de la base de subasta. Esto solo sirve para alargar las obras, pedir luego más dinero y hacer trabajos de calidad dudosa. Además, los perdedores recurren sistemáticamente y bloquean siempre el inicio del plan. La lentitud bíblica de la Justicia italiana hace el resto. Por otro lado, hay que estar alerta a la infiltración de la Camorra napolitana, que tiene una gran presencia y trata Pompeya como un negocio más. Puede estar detrás de esas empresas que tiran los precios. A veces los trabajos se paran porque están bajo investigación. E incluso se sospecha que algunos derrumbes sean intencionados.
Capítulo aparte merece el empantanamiento político. La dirección general que debe gestionar el Gran Proyecto por fin tiene director general, Giovanni Nistri, pero carecía de empleados: había 25 elegidos, pero sin nombramiento oficial. Los han asignado a prisa en pleno escándalo.
Sobre el terreno, Pier Giovanni Guzzo, superintendente de la zona arqueológica hasta 2009, cree que falla el mantenimiento cotidiano. En sus tiempos había un millar de empleados. Ahora, la mitad. La política ha dado prioridad al 'marketing', aunque el Gobierno de Renzi ha destinado dos millones a la emergencia.
Y para el turista la impresión es de absoluto desmadre y dejadez. Llegar puede ser una odisea, en el recinto no abundan los carteles y nunca se sabe lo que está abierto o cerrado. Hay 'domus' clausuradas desde el terremoto de Irpinia de 1980; en total, 70 valiosos edificios no se pueden visitar. Nadie vigila y esta semana han robado un trozo de un fresco de Artemisa en la Casa de Neptuno. El Gobierno redoblará la seguridad a raíz del hurto, pero todo se mueve a golpe de emergencia. El jueves y el viernes, nuevos derrumbes, y esta vez sin lluvias.