Borrar
Fabio Aru y Chris Froome, ayer, en el Monte Castrove. :: j. reina / afp

Froome disfruta con la guerra civil

El africano recorta tiempo al aprovechar la vigilancia y el mal rollo entre Contador, Valverde y Purito

J. GÓMEZ PEÑA

Viernes, 12 de septiembre 2014, 01:12

Hay cuadros inmortales. Cuando Goya quiso pintar las dos Españas le salió 'Duelo a garrotazos'. Odio puro, antiguo, desde la raíz. Goya colgó el cuadro en su casa, aunque pudo hacerlo en las paredes gallegas del Monte Castrove, empinada meta ayer de esta guerra civil que es la Vuelta. Contador defendía su liderato. Purito apuraba sus opciones de ganar una etapa. Y Valverde, a lo suyo, a conservar como sea la segunda plaza. Cada uno agarró su garrote. Metieron las tibias en el asfalto y la emprendieron a tortas. Anclados en su pelea interna. Mal rollo lo llaman ahora. Por la derecha, espectador interesado en esa riña, les pasó Froome, que atrapó al escapado Aru. El joven italiano ganó la etapa que buscaba Purito. Froome, que recortó un puñado de segundos, ocupa ya el segundo puesto que era de Valverde. Y Froome, situado a un minuto y 19 segundos de Contador, es más amenaza que nunca para el líder madrileño mañana en Ancares, donde, seguro, seguirá el reparto de garrotazos.

«Alberto, ¿si hubieras estado solo, si no hubieras tenido al lado a Purito y Valverde, habrías salido a por Froome?». La respuesta resume la etapa: «Sí, claro». El péndulo del corazón aún le batía a todo volumen al líder en la cima del Monte Castrove. Paisaje anfibio: montaña que mira al mar. Contador no se alarmaba por los 19 segundos que había concedido a Froome. «No son demasiado importantes. Ancares será otra cosa, es una etapa de Tour. La de Castrove era más explosiva», declaró. Anda confiado, seguro. Casi sobrado. Segó en primera persona los ataques iniciales de Caruso. Aunque no era esa su guerra. Y tampoco dio ni un metro ni a Valverde ni a Purito. Estacazo va, estacazo viene. Duelo a tres.

Se metieron en esa burbuja de viejas rencillas que les separa. Es normal: llevan años siendo rivales en lo más alto del ciclismo. Son tres números uno del mundo. Y en esa plaza solo cabe uno. Ser del mismo país no les vacuna contra eso. Purito, por ejemplo, no perdona a Valverde la traición en el último Mundial. Purito, que va cuarto en la tabla, dice que él es el líder de los que vinieron a ganar la Vuelta; que los otros, ironiza, se autodescartaron porque estaban 'lesionados'. En eso se refiere a Contador, claro. Para colmo, Contador va y declara que el líder en el Mundial de Ponferrada tiene que ser Valverde, no Purito. Pues eso, mar de fondo. Los tres subían el monte rumiando sus cuitas.

Día de broncas

Ya en la salida, en A Estrada, se vio que era un día para las broncas. De allí es Álex Marque, ciclista despedido por el Movistar por un caso positivo del que ahora ha sido declarado inocente. Sus amigos se juntaron frente al autobús del Movistar, encendidos. «Manos arriba, 'Mafiestar'». «Vodafone, Vodafone, Vodafone...», entonaban. Una furgoneta de la Policía Nacional hacía guardia, por si acaso, por si se escapaba algún estacazo. Bajó Valverde del bus y se arrimó al piquete. Les sonrió. «Tranquilos, ya se arreglará todo». Palmadas en la espalda. Paz.

Aunque no duró: en la primera hora de carrera se recorrieron 50 kilómetros. Guerra. No había manera de montar una fuga. Y cuando al fin se hizo, impuso una condición: solo apellidos acabados en 'on'. Así se largaron el muleño Luis León, Le Bon y Dupont. El Movistar no les soltó mucho hilo. No estaba el día para concesiones. Luis León tuvo tiempo, piernas y resuello para coronar el primer paso por el Monte Castrove y reforzar el liderato del Caja Rural en la montaña.

Del segundo paso, el de la meta, se ocupó primero el Sky. Rodaba el sol por la ladera de la montaña. Las parras elevadas del albariño se acercan a la vendimia. Y sobre esa postal gallega, el Sky aceleraba para Froome. Aunque no anda el equipo británico con gasolina de sobra. Froome no dispone de la escuadra con la que arrasó en el Tour 2013. Lo echará de menos mañana en Ancares. Cuando el suelo se inclinó de verdad, se soltó el Katusha, la tropa de Purito. Es su peor año. Era el último final explosivo en esta Vuelta. Era ayer o nunca. Apretó tras la rueda del inquieto Barguill. Una, dos veces. Valverde y Contador seguían montados en su chepa. Froome, en cambio, les dejaba hacer. Es diésel. Juega al yoyó. Se queda y vuelve. Es un alumno aplicado: no levanta los ojos de la página. Así corre, agachado, concentrado en sus piernas y sus datos. Los otros, en cambio, no dejaban de vigilarse. «Yo he tirado -lamentaba Valverde-, pero siempre mirando atrás porque me arrancaba Purito». Lo mismo Contador: «He apostado por seguir a Valverde, que defendía la segunda plaza. Quizá he sido más frío que otros días».

Y tras la última tarascada, brutal, de Purito, los tres agarraron la estaca. Se olvidaron de sus metas y se enredaron a garrotazos. Aru, tan joven y espléndido, lo agradeció. Como Froome, que se arrima a Contador en la general y que al llegar al hotel se topó con Oleg Tinkov, el patrón del madrileño. El ruso se hizo una foto con el africano, que contó la escena en Twitter: «Se me ha acercado un ruso loco con aliento a vodka y me ha pedido que posara con él». Tinkov replicó: «Por ese comentario ha perdido un contrato de siete millones de euros». Ayer hubo estacazos hasta en el hotel. Buen augurio para Ancares. «Igual me arrepiento del tiempo perdido hoy, pero no creo. Ancares será distinto», confía Contador, líder convencido. Ya sabe que su guerra no es civil, sino contra Froome.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

laverdad Froome disfruta con la guerra civil

Froome disfruta con la guerra civil