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Momento de la terrible cogida del novillero murciano Pablo Belando.

Herido muy grave el murciano Belando

Un novillo bravucón de Arauz de Robles le pegó una triple cornada que le atravesó el tórax y le desgarró el glúteo y el muslo derecho

BARQUERITO

Lunes, 25 de julio 2016, 00:52

La terrible cogida sufrida por el novillero murciano Pablo Belando fue la nota principal de la corrida celebrada ayer en Las Ventas. El segundo novillo de Arauz de Robles, bravucón, apalancado, de atacar en distancia arreones agresivos, prendió de llenó al murciano Belando en la primera reunión de largo de la faena de muleta. Una voltereta brutal y, según reveló el parte médico, tres cornadas, una de ellas, en el tórax, como una puñalada por la espalda, de pronóstico muy grave. De la gravedad de la cornada no se tuvo certeza mientras se estuvo celebrando la novillada, la séptima de la temporada de verano en Las Ventas.

Novillada de serio cuajo y desigual condición. Se rajaron sin remedio dos novillos, los jugados de cuarto y quinto. Pegó topetazos y se revolvió el primero, que tuvo fijeza en el engaño. Noble, dio juego el tercero. También lo dio el sexto, que cogió a Tulio Salguero en la reunión de una estocada de darlo todo -faena de oreja segura, la puerta grande en juego- y resuelta con el arrebato de una estocada perpendicular y su precio en sangre. Herido y dolido, Tulio se resistió a dejarse llevar a la enfermería, quería ver doblar al toro. No pudo ser.

Muy cambiado Tulio desde su última aparición en Las Ventas. Fue en su día novillero precipitado, es decir, lanzado antes de tiempo y forzado a pasar pruebas repetidas en Sevilla y Madrid. Cinco años van a cumplirse de su presentación en Madrid. Así que parecía novillada de despedida. Tulio fue la gran sorpresa de esta accidentada tarde: asiento, valor, cabeza, autoridad, muchas ideas felices, resolución. Físicamente el cambio se deja también notar. Como si hubiera pegado un estirón tardío que ennoblece la figura, y le hubieran crecido los brazos. Mucha serenidad.

Y un modelo que parece una fórmula: el modelo y la fórmula Talavante, tomados casi al calco, pero interpretados de personal manera. Música con la mano izquierda, encaje y postura son elementos tomados del modelo original. El toreo con la diestra es distinto. La osadía, parecida. Y la firmeza, que no fue cosa sencilla, pues tuvieron que torear los dos toros de su lote -especialmente el jugado en quinto lugar tras correrse turnos- y al sexto hubo que convencerlo a base de asiento y calma. Momentos muy brillantes con el toro que lo hirió y con el de la primera oreja -petición minoritaria pero en plaza de mayoría forastera- y tesón indesmayable ante un quinto que acusó una lidia desafortunada.

Con los treinta años cumplidos, y al cabo de cinco temporadas de retiro entre 2006 y 2013, y con solo tres festejos toreados desde entonces, Miguel Maestro causó una notable impresión: torería natural y sencilla, valor sin alardes, oficio como si llevara toreadas muchas tardes, golpes de calidad clasicista, poder sorprendente con la mano derecha en el toreo de mano baja. La dignidad: sensibilidad para responder al compromiso de verse anunciado inesperadamente en Madrid; calma para resolver con el novillo que hirió a Belando, al cual pegó antes de cobrar media estocada una excelente tanda con la diestra; y una fe monumental para sin aspavientos someter al cuarto. Con ese aire de lo que antes se llamaba los toreros de Madrid.

Una novillada de una ganadería tan rara como la de los Arauz de Robles, cuya base mayor fue hace setenta años una célebre vacada trashumante, la de Rufo Serrano, mestiza como casi todas las que lo eran entonces. El novillo que hirió a Belando, la edad de utrero cumplida solo el pasado junio, tenía las hechuras de la línea Guardiola Soto. Las hechuras, no el estilo.

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