Penalti a favor, decepción segura (0-0)
El Murcia falla su sexto lanzamiento desde los 11 metros y no pasa del empate Remates y tiros quedaron en nada. Y cuando el partido estaba al borde de la ruina llegó el penalti y otra decepción. Hay veces que un empate sabe más a derrota
EVA FRANCO
Lunes, 25 de enero 2010, 14:38
El Real Murcia estuvo ayer a punto de resucitar. Pero terminó hundido. Sumergido en el fondo de la tabla, deprimido y con la moral por los suelos. Un penalti tuvo la culpa. La pena máxima casi siempre es motivo de esperanza y presagio de goles cuando se pita a favor. No en el Real Murcia. Al menos esta temporada. El equipo grana lleva señalados a favor cinco penaltis. Pero han sido seis lanzamientos y seis errores, porque Óscar Sánchez lanzó dos veces en Villarreal y en ambas terminó en nada. Ayer se repitió la historia. Esta vez fue otro jugador el protagonista, pero el mismo resultado que, al final, es lo que cuenta.
En el minuto 76 del partido, cuando la paciencia estaba a punto de agotarse, un árbitro más aliado que enemigo, pitó un penalti de Migue sobre Isaac. Bruno, que ha fallado tres lanzamientos esta temporada, estaba descartado, así que fue Luque el que cogió la pelota, la colocó y mientras que a la grada se le encogía el corazón, esperó unos segundos antes de lanzar la pelota al cuerpo del portero.
El Real Murcia de esta temporada es así. Se debate entre la vida y la muerte, vive entre la resurrección y la tragedia, pero al final deja pasar sus mejores ocasiones y es incapaz de agarrar sus oportunidades.
Otra decepción y más sufrimiento. Eso es lo que presagia la segunda vuelta. Ayer terminó la primera, pero nada augura un futuro mejor. Porque la incapacidad para resolver los partidos es alarmante.
De nada sirve que el Real Murcia tenga otra cara y que algunos jugadores que estaban desorientados en el juego comiencen a aportar ocasiones y jugadas de ataque. Pedro realizó una buena primera parte e Isaac, en el extremo contrario, aguantó todo el partido a gran nivel. Fue el mejor. Las bandas ganan en efectividad, en llegada y capacidad de sorpresa, pero no hay nadie capaz de rematar la pelota y meterla dentro. Sin goles todo queda en nada.
Ayer fue el día de las ocasiones desaprovechadas ante un equipo, el Girona, incapaz de aportar nada al juego de ataque. Cuando el rival carece de entidad en el campo, cuando se falla el quinto penalti, y cuando vuela una ocasión para comenzar a escalar en la tabla, un empate sabe casi como una derrota y es más grave el golpe moral que el que marca la clasificación.
Y lo peor, o quizá lo mejor, es que nadie puede negarle al equipo que lo intentó desde el principio. En los primeros diez minutos ya había logrado dos córners y varias jugadas cerca del área rival gracias a la presión y a la recuperación de la pelota. Pero la posesión sin goles no vale de nada y el primero que se acercó a los tres palos fue el Girona gracias a un tiro de Juanma, que se fue alto.
El Real Murcia siguió a lo suyo. Centros de Albiol al área que nadie remataba, paseos del balón sin que apareciera una pierna que llegara a tiempo para empujarlos y algún remate de cabeza de Sergio Fernández. Nada más. El Murcia era incapaz de matar el partido y el juego fue perdiendo fuerza y al final se diluyó en la nada.
Poco cambió tras el descanso. Un remate de Peragón, un disparo de Natalio y el partido seguía empatado. Volaban los minutos y volaba otra ocasión para recortar distancias.
Kike entró por Chando. Delantero por delantero en busca de puntería. El canterano tuvo su ocasión, pero la estrelló en el portero, a Natalio le anularon un gol y cuando ya parecía que el partido estaba a punto de la ruina llegó el penalti y la expulsión del defensa. Pero la pena máxima en el Real Murcia no significa nada. El equipo grana se debatía entre la euforia o la desesperación, y se quedó con la peor opción.