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LUNES DE MÚSICA

El colorido de la provenza

La popular 'Arlesiana' de Bizet es una música sencilla y nada superficial, que refleja el ambiente vital y luminoso del sur de Francia

ANTONIO DÍAZ BAUTISTA

Lunes, 30 de noviembre 2009, 02:58

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En los años duros de la postguerra nos ilusionaban mucho a los críos los sencillos juguetes que nos dejaban los Reyes en el balcón, pero lo mejor era la creencia en aquellos seres misteriosos, a quienes no podíamos ver. Puedo asegurar que las cabalgatas de Reyes, que construíamos en nuestra imaginación, mientras buscábamos el sueño, en la mágica noche, eran mucho más hermosas y rutilantes que las que contemplan por las calles los niños de ahora. Mi madre solía cantarnos una preciosa canción, que describía la llegada de los Magos. La había aprendido de niña, con una maestra, que tocaba el piano y dirigía el coro infantil de su colegio. La música era la rotunda y luminosa marcha inicial de 'La Arlesiana' de Bizet, que, según he sabido después, está inspirada en una antigua canción provenzal de Navidad, titulada 'Marcha de los Reyes'. La música de 'La Arlesiana' me evoca bellos recuerdos de la niñez y, también el de una espléndida 'bullabesa', que tomé en Arlés, junto al monumental circo romano, hoy coso taurino, donde, por cierto, había un cartel de Pepín Liria . Pero aparte de estos detalles de mi vida, que me predisponen en su favor, 'La Arlesiana' es una composición encantadora, sencilla, pero refinadamente elegante, con esa díficil claridad que los franceses llaman 'esprit'. Sus pentagramas parecen recoger el colorido y la luz de los paisajes provenzales de Van Gogh.

'La Arlesiana' no era exactamente una ópera, sino una obra dramática, con fragmentos de 'música incidental' intercalados, y fue estrenada en París, en 1872. Su autor, el célebre escritor provenzal Alphonse Daudet, extrajo el argumento de un relato contenido en su libro 'Lettres de mon moulin' (Cartas desde mi molino) y encargó la parte musical a Bizet, quien escribió veintisiete piezas, algunas puramente orquestales y otras con coro y solistas. De ellas seleccionó cuatro fragmentos, para formar una Suite que hoy conocemos como 'primera', porque, después de su muerte, su amigo Ernest Guiraud arregló otros cuatro números para formar la 'segunda'. Dicen los entendidos que la versión original, para la escena, resulta más brillante y vigorosa, si cabe, que las suites, pero no se suele escuchar. Sin embargo, aunque la música de 'La Arlesiana' es animada y vivaz, la trama de la obra teatral es un dramón rural, que cuenta la historia de un joven granjero provenzal, locamente enamorado de una bella muchacha de Arlés. Cuando descubre que ella es una aventurera, quiere suicidarse, presa de la desesperación. La madre del muchacho logra disuadirlo y él acepta casarse con otra, pero, durante la fiesta nupcial, vuelve a acordarse de la hermosa arlesiana y, sin poder contenerse, se arroja por la ventana. Como contrapunto a esta tragedia, una vieja aldeana reencuentra, en aquella ocasión, al amor de su juventud, tras muchos años de separación.

Extrañamente no he encontrado en el comercio ninguna grabación reciente de 'La Arlesiana', pese a ser una obra popular y conocidísima y he tenido que echar mano de un compacto, de muy buen sonido, distribuido por 'La Verdad' hace ya unos años, que incluye, además, las dos suites orquestales sobre la celebérrima ópera "Carmen". Una oportunidad estupenda para escuchar las más conocidas melodías de un músico, modesto y bondadoso, que murió a los treinta y siete años sin haber llegado a saborear el éxito , por lo que siempre dudó de su propia valía. Sin embargo, tras su temprana muerte, alcanzó el fervor de los oyentes, con su discurso sonoro, fácil, asequible, poético, y de muy alta calidad musical. Por mucho que escuchemos a Bizet jamás deja de resultarnos atractivo.

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