«¡Pírate, pobre gilipollas!»
JUANMA MALLO
Lunes, 25 de febrero 2008, 10:21
Era un baño de masas. Estaba en su salsa. Saludos a derecha, su lado favorito, e izquierda. Sonrisa por aquí, mirada cómplice por allá... Disfrutaba. Rodeado de una corte de guardaespaldas y de flashes de cámaras, Nicolás Sarkozy gozaba con uno de esos momentos de gloria que tanto le gustan en su primera visita como presidente al Salón Internacional de la Agricultura de París. Pero su paseo glorioso -también se oía algún mínimo abucheo con el sonido de un mugido- se torció cuando llegó a la altura de un hombre de gafas. Éste rechazó el saludo. No quería nada del mandatario galo. «Eh, no me toques», le soltó el ciudadano. El inquilino del Elíseo cambió el gesto: «¿Entonces, pírate!». Nervios, tensión. Pero el oponente, quizá también opositor, ni se inmutó. «Que me ensucias», le espetó a Sarkozy, vestido con un traje negro impoluto. Al contrario que sus formas. «¿Quítate de en medio entonces, pobre gilipollas!», le exigió el nuevo marido de Carla Bruni. Eso sí, con una sonrisa en la boca.
Ocurrió el sábado. Y el rifirrafe, otro más en la agitada carrera de decadencia que sufre desde su llegada al Elíseo, se hubiese quedado en el limbo si no llega a ser por la grabación de un joven de 30 años. «Lo grabé por casualidad». Y colgó el documento en YouTube y la web de Le Parisien. Ya es el vídeo del mes y amenaza con convertirse en un lema como el legendario «¿Por qué no te callas?» del Rey. Y es que a media tarde, casi 700.000 personas habían visitado el sitio del diario galo para comprobar la soberbia de Sarkozy, que después del incidente siguió con su paseo triunfal. Saludos a derecha, risas...
El apoyo de Carla
Aunque esta expresión quizá se borre de su rostro cada vez que en su despacho mira las encuestas que entierran su popularidad. Cuesta abajo. Pero él trata de encontrar consuelo. Sabe que le queda su Carla, ella le anima. Pero también ella, ese idilio amoroso con la imponente cantante, inició la caída libre que parece no tener fin. Ésa fue la primera mancha que ensució su carrera presidencial, como él al ciudadano con el que se enfrentó.