Los pecados inconfesables de Vargas Llosa

'Cinco esquinas', la última novela del Nobel peruano, es un tizón que arde en las manos con el sexo y el escarnio público como hilos conductores

Manuel Madrid

Lunes, 8 de agosto 2016, 11:02

Hurgadores de intimidades; mermeleros de baja monta; pobres diablos; canallas amarga vidas; horcas caudinas... Vargas Llosa cita de mil maneras a los practicantes del periodismo rastrero, la canallesca que destruye prestigios y atenta contra todo lo decente y creativo con los chismes y rumores más escabrosos. En su última novela, 'Cinco esquinas' (Alfaguara, 2016), que tiene enganchados este verano a tantos lectores, nos presenta una trama articulada por los secretos, pequeñas o grandes mentiras, según se vea, que derivan en escándalos, en el Perú de la época de Fujimori, cuando los secuestros y el terrorismo de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru eran el pan de cada día. Dos amigas frívolas de la alta sociedad retozan juntas, a escondidas de sus maridos, Marisa y Chabela, y experimentan el húmedo y profundo placer del intercambio carnal. Sucede en un país de cotillas donde puede concebirse un semanario sin vetos como 'Destapes', capaz de sacar a la luz, de poner en el foco público, «todo ese mundo de sombras, de adulterios, de homosexualismo, de lesbianismo, de sadomasoquismo, de animalismo y pedofilia, de corrupción y latrocinios, que anida en los sótanos de la sociedad». El libro de Vargas Llosa es un tizón que arde en las manos. El sexo y las cochinaditas, tal cual, nos dejan atolondrados, cuando no sudados.

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Encontramos a un autor octogenario, con el vigor narrativo intacto, y justo en un momento en que se ha visto arrastrado al centro de la diana chismográfica por su romance con Isabel Preysler, desplegando con placer una capacidad indeleble para hacer gozar con una historia en la que vamos a descubrir cómo funciona el periodismo que más vende y cómo la mafia, el chantaje y la extorsión se dan la mano en este negocio singular del amarillismo. 'Cinco esquinas' es un viaje a la Lima de los años 90, donde los policías tienen más miedo a los periodistas que a los atracadores y forajidos, y sobre todo a elementos sin escrúpulos como Rolando Garro, personaje central («no tenía amigos, sino cómplices transeúntes, y, eso sí, enemigos multitudinarios») del que nos espanta su capacidad para inventar escándalos y extorsionar a gente de la farándula con denunciar sus «pecadillos» y salir airoso de los juicios por libelo y calumnia. Es una novela sobre el poder, sobre cómo se las gastan los hombres influyentes, en especial el célebre Doctor, la mano derecha del presidente Fujimori (hoy, con 78 años, entre rejas), «huachafito adulón y matonesco» con una «desmedida sed de dinero». La víctima escogida para inyectar suspense a la urdimbre novelesca es un ingeniero ricachón, Enrique Cárdenas, un «dechado de perfección» cuyas fotografías en cueros, o calato, en una orgía en Yugoslavia van a mantener en vilo al país tanto como el secuestro de Cachito, cuya suerte es un misterio que se alimenta en cada capítulo.

Exagerar las vergüenzas y suciedades ajenas es costumbre de publicaciones denigrantes como 'Destapes', la cueva de los chismes, sujeta a las filias y caprichos del director, el tal Garro, experto en tender emboscadas con la amenaza de la mancha pública, al que el Nobel de Literatura describe antológicamente como un ser apestoso de sonrisita ratonil. 'Cinco esquinas', cuyo título recuerda a uno de los barrios de callejones destartalados de la antigua capital del imperio inca, sitúa al lector/espectador en un contexto de jeroglíficos personales, triángulos amorosos con sus jugos concentrados y sus ciegos deseos, relaciones que aparentemente funcionan a la perfección y que esconden enredos inconfesables e intimidades pestilentes que van a ser expuestas en cualquier momento. En esta historia de calaveradas, puertas falsas y toques de queda donde el hipnótico Vargas Llosa nos lleva al terreno del amaño y del desmentido del periodismo-basura, al universo de las vergüenzas íntimas que corren el peligro de ser puestas al descubierto. El antiguo recitador de versos Juan Peineta, otra víctima del horror institucionalizado; La Retaquita, redactora estrella con impulsos contradictorios de ese «periodiquito minoritario» que no se reconoce como chantajista, ni tampoco como masoquista ni suicida, y el fotógrafo Ceferino, una aparente mosquita muerta, aderezan un abanico de historias sobre la basura humana engarzadas con la maestría de quien se ha revelado con el tiempo como la voz más crítica contra el régimen «criminoso y cleptómano» que dominó Perú. Con estas páginas, el ceviche de corvina sabe como el manjar más exquisito.

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