Un reventón cálido y una bronca
LA ISLA... Y LA CIUDAD ·
Mitad de agosto. Doce de la noche. De repente, el dormitorio se llena de viento, y mi perra viene a encovarse bajo la cama. Se ... ovilla lo que dura el vendaval. Durante media hora, solo viento, viento y más viento. Viento del que hablaba Alberti (Ven, mi amor, en la tarde de Aniene/y siéntate conmigo a ver el viento./Aunque no estés, mi solo pensamiento/es ver contigo el viento que va y viene). Él siempre llevó dentro los aires de Cádiz, yo estoy en Murcia, y esto no ha sido un poema, sino un reventón cálido. No voy de listillo, sino que me entero al día siguiente. ¿Qué es? Una tormenta que va a caer, pero no cae por una masa de aire caliente, y se desmenuza antes de tocar suelo. Lo acabo de leer con el café de la mañana. Ni el tato en Murcia, pero no tengo ganas de playa. Me viene a la mente un sarpullido de sombrillas brotantes en la arena y la imagen no es muy invitatoria. Me quedo.
Mientras camino un rato, antes de que el sol enrubie el mundo, pienso que donde hace mucho que no voy es arriba de un monte. Años. Antes lo hacía, era bonito abismar la mirada desde lo alto. No sé por qué, pero desde allí parece que el mundo tiene tres días y algunas cosas hay que señalarlas con el dedo por falta de nombre, como decía Gabo.
Perdón por la digresión. Vuelta a la realidad. Como no hay nadie y a mí no me gustan las multitudes, ando con el ánimo alado, pero me dura poco, porque llego a casa y pienso en lo del alcalde de mi pueblo, Pedro López Milán, en el Cante de las Minas, hecho una fiera ante el jurado, como un reventón cálido, vamos, ahora que están de moda. Conozco ese festival. Hasta un año llevé su gabinete de prensa, cuando aún me estaban 'saliendo los dientes' en esto del periodismo, y nunca he entendido por qué el alcalde tiene que ser el presidente de la fundación. Bueno, sí, claro que lo entiendo. Pues eso, lo dicho, algunas cosas parecen carecer de nombre, pero otras es muy fácil nombrarlas.
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