«Antes el orgullo se celebraba un día, pues ya estamos un mes entero aguantándolo».
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En 'La tierra de la libertad', con respecto al Orgullo, ... hay quien 'lo aguanta'; más al sur, en 'La tierra de la huerta', el Orgullo hay quien 'lo arranca'.
Desprendámonos de los tapujos: el tamaño importa; especialmente si nos referimos al tiempo, y claro, «un mes entero» de conmemoración por la conquista legítima de lo que son derechos humanos, es de tener (para algunos) mucho aguante.
Poco aguantó la bandera LGTBIQ+ que ondeaba en Murcia en la futurible plaza de La Concordia, arrancada de cuajo de su lugar y por ello demostrando que lo de la concordia es tan solo una aspiración social; luego fue recolocada, restituida y reforzada, pero la estela del gesto vandálico hiriendo los derechos está ahí, recordándonos que la concordia (término que dicho sea de paso, significa etimológicamente 'estar en un mismo corazón') nos queda aún lejano, porque hay quien lo reduce a tiempo de aguantar.
El tamaño importa y la confusión entre la sexualidad y género es de tamaña magnitud ya que hunde sus raíces y avala toda una estructura histórica, que nos reduce a seres reproductores donde el éxito está en lo prolijo, y el fracaso en lo estéril. Una prueba más de la lógica de la dominación, en proceso de extinción gracias a que celebraciones multitudinarias como la fiesta del Orgullo LGTBIQ+ nos recuerdan que tenemos la capacidad de romper con la cadena milenaria del servilismo, afectivo, sexual e identitario.
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De ti 'pa' mí... Lo relevante no es con quién nos acostamos pero sí y mucho cómo nos levantamos. De momento, orgullosamente aguantable.
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