Enganchada al TikTok

Puntos suspensivos ·

Viernes, 18 de agosto 2023, 00:16

En 2016 se viralizó el vídeo en el que un 'youtuber' llamaba «cara anchoa» a un repartidor que le respondió propinándole una bofetada. En mi ... opinión, una bofetada perfecta en ejecución, sonoridad, tempo, ritmo y compás.

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Al repartidor solo le cayeron en su día 30 euros de multa por cruzarle la cara al ahora 'exyoutuber', a este la gracia le va a costar 20.000 euros por daños morales. La «libertad de expresión y creación artística» nunca se pagó tan cara.

Será por una cuestión generacional, y que me perdonen los Ibai, Rubius y demás criaturas, pero el fenómeno 'youtuber' no es para mí. Aunque lo mismo pensaba yo del TikTok y heme aquí enganchada viva, más que Raquel Mosquera a los negros, que diría la gran Rosa Palo.

Esta red social, que cuenta con más de 1.200 millones de usuarios, no es coto exclusivo de la generación Z, aunque los postmillennials se abracen a ella con sus retos virales y coreografías imposibles.

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En mi caso empezó poco a poco, como empiezan las cosas que enganchan. Un día entras por curiosidad y acabas comprando bicarbonato y vinagre de limpieza por encima de tus posibilidades. Porque el algoritmo delator, que sabe que a estas alturas de mi vida ya estoy a punto de darle la vuelta al jamón, solo me muestra vídeos de trucos y consejos de orden y limpieza. La señora que vive en mí ahora los necesita más que el aire que respiro.

Tienen hasta su propio género: 'clean tokers' les llaman y sus vídeos de limpieza extrema son como una versión alternativa de los vídeos antiestrés: no hay nada que me dé más satisfacción que ver cómo se pasa de algo mugroso a dejarlo reluciente como los chorros del oro.

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Nunca mi casa ha estado tan limpia y tan ordenada. La Marie Kondo de Cartagena me llaman. Para que luego digan que el TikTok no sirve de nada.

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