Ver 20 fotos
La generosidad del genio Fito Páez conquista La Mar de Músicas
El artista argentino regala una de esas noches mágicas tan únicas y representativas del festival en un domingo redondeado por Gabi Hartmann y Awakate
Lo normal sería que, cuando tienes la enorme suerte de poder escribir sobre uno de tus referentes musicales más queridos y admirados, las palabras salieran ... en tromba como si de un ejército de olas se tratase, las frases rotundas se pelearan a cuchillo por triunfar en la batalla campal del callejón del folio en blanco y el ejercicio más complicado fuera el de calmar la tinta para no necesitar un periódico entero de cara a explicar la importancia sentimental y el respeto artístico de quien se habla.
Publicidad
Sin embargo, aquí me encuentro de nuevo ante la contradicción, pieza adherida a los márgenes de la caprichosa inspiración, de querer contar tantas cosas y no saber cuál es la puerta correcta que conduce a la habitación con vistas al prólogo. También lo hago con la emoción todavía latiendo en el pecho, el murmullo de la merecida ovación retumbando en las manos y la sensación de haber asistido a uno de esos conciertos que terminará convertido en bote salvavidas en aquellos días en los que amenace el temporal, el invierno se cuele por la rendija estival y la lluvia aprenda a caer desde dentro.
Domingo 16
-
Artistas: Awakate / Gabi Hartmann / Fito Páez
-
Lugares: Plaza del Ayuntamiento / Patio del antiguo CIM / Auditorio Paco Martín del Parque Torres
-
Calificación: Bueno / Notable / Excelente
Lo protagonizó Fito Páez, queda revelada la identidad misteriosa del ídolo que abría esta crónica, y ya está fijado con letras de oro en el libro de historia de La Mar de Músicas. Así que lo mejor, como casi siempre, será dejar a un lado la presión, coger aire, aclarar el horizonte de expectativas y sumergirse en el gozo de poder regresar a los momentos que provocaron que el Auditorio Paco Martín del Parque Torres de Cartagena se rindiera a la inmensidad del rosarino.
Décadas de talento
Contexto: 'El amor después del amor' fue el primer disco que escuché de Fito Páez. Y la duración del impacto, al igual que su efecto emocional, sigue plenamente vigente. Desde su épico tema homónimo, una de las mejores aperturas de disco que ha dado el rock en español, aquella obra maestra se presentaba como un monumento musical repleto de sorpresas, compañeros y compañeras ilustres, delicadeza, frescura, misterio y revelación que te agarraba de la solapa, te zarandeaba el alma, te reconstruía los pedazos rotos e invitaba a quedarte gustosamente a vivir entre sus canciones, un total de catorce en las que nada sobra y nada falta. Digamos que, si se trata de definir lo que sería el disco perfecto, 'El amor después del amor' sería un ejemplo bastante rotundo.
Publicidad
El flechazo fue inmediato y, desde aquel precioso estado de shock, Páez se convirtió en uno de los artistas de mi vida. Porque la música del argentino, al igual que sus trabajos audiovisuales y literarios, se rige por la filosofía de la pasión y el amor, la honestidad y la intensidad, la nostalgia de la memoria y la apoteosis del presente, la poesía de lo cotidiano y los pequeños fragmentos que componen los excesos. Es lo que tienen los genios alocados y divinos, incorregibles y encantadores, incontenibles y maravillosos. Y Fito lleva demostrando ser uno de ellos desde hace ya varias décadas, tiempo durante el cual ha firmado otros discos fundamentales como 'Naturaleza sangre', 'Circo beat', 'Giros', 'Abre', 'Tercer mundo' o, por señalar algunos más recientes, 'La conquista del espacio' y 'Rock and Roll Revolution'. Ahora sí, una vez hecho el repaso y las recomendaciones pertinentes, toca regresar a la noche del domingo.
30 años de un milagro (y mucho más)
El motivo de la nueva gira con la que Páez volvió a Cartagena tras su visita a este mismo festival y recinto en 2004, inaugurando entonces con un concierto apabullante la edición dedicada a Argentina, es el de conmemorar los treinta años de la publicación del citado 'El amor después del amor', lo cual implica que gran parte del repertorio esté centrado en él. Nada que objetar, señoría.
Publicidad
Abrió fuego el tema principal para dejar claro al respetable que la velada pintaba a memorable, sensación que quedó plenamente certificada en un tramo inicial donde sonaron la radiante 'Dos días en la vida', la vibrante 'Tráfico por Katmandú', 'La verónica', exquisita, y esas dos caricias de belleza imperecedera tituladas 'Pétalo de sal' y 'Un vestido y un amor'. Por completar el repaso al célebre cumpleañero, también deslumbraron las interpretaciones de esos incontestables clásicos que son 'Tumbas de la gloria', 'Brillante sobre el mic', 'A rodar la vida' y dos tomas de 'La rueda mágica' que, además de servir para descubrir que el concierto estaba siendo grabado en audio y vídeo para ser publicado próximamente, nos permitió disfrutar por partida doble de la participación sorpresa sobre el escenario del mismísimo Andrés Calamaro y el más que recomendable Mateo Sujatovich (Conociendo Rusia). Desde ya, uno de los momentos más especiales de los últimos años del festival.
Y lo cierto es que, solamente con estas canciones infinitas, el concierto ya habría merecido la pena, pero es que Fito y su superlativa banda, especialmente inspirada en lo que respecta a un trabajo de vientos de quitarse el sombrero, miraron más allá y nos deleitaron con otros himnos de la talla de 'Al lado del camino'; 'Circo Beat'; un ardiente encadenado de, atención, 'Sólo los chicos', 'Nada más preciado', 'Tercer mundo', 'Gente sin swing' y 'Yo te amé en Nicaragua'; una impresionante 'Ciudad de pobres corazones' con la que tembló cada rincón del auditorio; la sensacional '11 y 6'; una coreadísima 'Y dale alegría a mi corazón'; o, por supuesto, esa irresistible 'Mariposa tecknicolor' con la que tocamos el infinito pop con la punta de los dedos y la sombra de la afonía arropándonos. Merece la pena perder la voz y ganar recuerdos si es por culpa de (o gracias a) un espectáculo tan imborrable como el que nos entregó Fito Páez en La Mar.
Publicidad
El estreno de Hartmann
Unas horas antes, Gabi Hartmann se estrenaba en nuestro país en compañía del elegantísimo guitarrista Abdoulaye Kouyaté con una formidable actuación que mantuvo al patio del antiguo CIM en un estado de levitación y felicidad permanente. Su propuesta bebe de las ilimitadas fuentes del jazz, el folk, la canción francesa y el pop, estilos que se fueron complementando, entendiendo y retroalimentando con admirable equilibrio y precisión a lo largo de un directo lleno de grandes momentos como 'People tell me', una conmovedora 'La mer' o ese estupendo caramelo melódico que es 'Buzzing Bee'. Un concierto delicioso. Cruzamos dedos para que no tarde demasiado tiempo en regresar.
Disfrute colectivo con Awakate
Por último, aunque realmente fueron los encargados de abrir el domingo, los componentes de la formación murciana Awakate cumplieron de forma notable con la regla no escrita de transformar la plaza del Ayuntamiento de Cartagena en un océano de ritmos, baile y disfrute colectivo. Para ello, la banda se sirvió del rap, la electrónica y la música latina que se dan cita en 'La Salsa (Salú, Perreo y Rebeldía)', entusiasta debut cuyo título rima a la perfección con la declaración de intenciones y que no permitió que el respiro apareciera en ningún momento por la zona. Tienen actitud, presencia, energía, varias canciones potentes y un directo arrollador, así que convendría prestar atención a sus próximos pasos.
Publicidad
Gozosa apertura para una jornada de La Mar de Músicas que, en cualquier caso, se recordará siempre como el día en el que Fito Páez vino a celebrar un cumpleaños y terminó dándonos el regalo más grande a quienes acudimos a su inolvidable fiesta. La generosidad de un genio.
Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión