Un barco con cien años de servicio
Expediente Mar Menor ·
Restauran el 'San Antón', que dio pesquerías memorables a los 'Conejos'Agolpes rítmicos ciñe Diego Fernández Mateo la estopa en las heridas del viejo 'San Antón'. «Hay mucha costura aquí», comenta el calafate, uno de los ... últimos carpinteros de ribera de la Región de Murcia que sabe curar barcos de madera. De sus manos han salido más de una docena de nueva factura, y ha calafateado a cientos desde que aprendió de su padre a los 12 años. «Son como hijos para mí», dice recordando con dolor el 'Flor de Mayo', que se incendió en un descuido. Se quedó en las costillas, como un esqueleto de ballena varada, y Diego le devolvió la vida.
«Tenía un motor de cabeza caliente, que arrancábamos a mano con una lamparilla de gasolina», cuenta Pedro Pérez, que se dejó la mar para hacer churros con chocolate en Lo Pagán
Acaba de coserle las llagas al 'San Antón', el laúd de 1917 que construyó el mítico maestro Pinto, carpintero de origen genovés asentado en la isla de Tabarca. Su actual dueño, Antonio Lorente, piensa botarlo en la laguna en cuanto le den el alta a la vieja balandra. Es un laúd con gracia para navegar, que según cuenta Diego, no todos la tienen. Nadie sabe por qué, con idénticas medidas, algunos nacen con esa galanura al deslizarse en el agua. Son 8,60 m de eslora con una peineta en la popa.
Diego cambia de ritmo con su mazo al embutir la estopa entre la roa de roble y el casco de pino. Mucha estopa necesita. «Mi padre me decía tira largo y no te verás amargo», ríe Diego a sus 71 años con las rodillas ya insensibles como el mármol. Nació en Melilla por culpa de un temporal, porque su sino era ver la luz en Águilas.
La vida desobedece al orden, que lo resolvería todo. Las manos de Diego cicatrizan el viejo barco, que compraron en los años treinta los 'Conejos', saga de pescadores de San Pedro del Pinatar. «Tenía un motor de cabeza caliente, que arrancábamos a mano con una lamparilla de gasolina», cuenta Pedro Pérez, que se dejó la mar para hacer churros con chocolate en Lo Pagán.
«Tenemos un trabajo y un piso en la playa, pero ante el mar soñamos un milagro»
Rosa Berbel
Pedro 'El Conejo' ha recorrido otro mares como sonarista en las fragatas de la Armada, pero no se le olvida que cada 20 de septiembre los pescadores acudían al 'bol de golas', una auténtica fiesta del pescado. «Las pantasanas íbamos a la Encañizada o al Estacio para el sorteo de los caladeros. Yo he vuelto con el San Antón rebosando de magres y galupes, que se salían del barco. La mitad había que dársela a Tomás Maestre», cuenta de otra edad del Mar Menor, más puro, menos doliente, pero más caciquil.
«El San Antón salió bueno, es un barco muy marinero, que te obedece», hunde la vista en el pasado el pescador. Aún se le quiebra la voz cuando recuerda cómo «íbamos a remo de noche a por el mújol. Me gustaba con locura parar a la escucha. Hacen un sonido como de abejorro. No encendíamos ni un cigarro para no espantarlos, y todo alrededor a oscuras. Ni una luz en la costa. Solo las estrellas».
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