Diputado del PP por Murcia en el Congreso
Luis Alberto Marín: «Yo digo que soy un griego en el cuerpo de un europeo del siglo XXI»Estío a la murciana ·
«Soy un tío muy generoso, nunca voy con las manos vacías a ningún sitio»Murciano nacido en 1969, casado, padre dos hijos. Uno de 20 años. Exconsejero de Economía, Hacienda, Fondos Europeos y Administración Digital, encabezó la lista del ... PP al Congreso el 23-J. Secretario ejecutivo de Economía del PP nacional, entusiasta del líder de su partido, Alberto Núñez, es economista (por la UMU), jurista y doctor en Derecho (por la UCAM), y hasta el día de hoy tiene en su haber cuatro másteres y un postgrado. Se hizo un tatuaje en homenaje a su canción preferida: 'Siempre brilla el sol', de Lori Meyers.
–¿Qué tiene usted?
–La urgente necesidad de estar siempre aprendiendo. Mi mujer me dice que pare ya de hacer tantos cursos y descanse, pero no puedo parar; para mí es una necesidad adquirir conocimientos.
– ¿Qué es usted?
–Desde siempre, un ecologista convencido. Con diez años me apuntaron a los 'Scouts' y aprendí para siempre que tenemos un mundo que tenemos que dejar mejor de como lo hemos encontrado. Siempre me ha interesado mucho el medio ambiente, y de hecho mi tesis doctoral va sobre la protección jurídica del entorno natural.
–¿Qué le puede?
–Me puede la superficialidad, la banalidad, que se pierda el interés por lo trascendental.
–¿Siempre qué le ha gustado ?
–Hablar con personas mayores que han ido adquiriendo una visión profunda sobre el hombre y la existencia. No me suelo entretener en conversaciones tontas.
–¿Qué juguete recuerda?
–El Scalextric me encantaba.
–¿Qué le regalaron y fue una sorpresa?
–Recuerdo muy bien mi ejército de indios y vaqueros muy chiquititos de plástico.
En tragos cortos
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Un sitio para tomar una cerveza. Pepico del Tío Ginés, en Murcia.
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Una canción. 'Siempre brilla el sol', de Lori Meyers.
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Un libro para el verano. 'Trilogía medieval', de Luiz Zueco.
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¿Le gustaría ser invisible? No.
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Un héroe o heroína de ficción No tengo.
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¿Qué le gustaría ser de mayor? Joven.
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¿Lo que más detesta? El ruido innecesario, por ejemplo.
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Un baño ideal. Frente a la Isla Grosa.
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¿Cuál es su copa preferida? Estrella de Levante muy fría.
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Un epitafio. «Al tercer día resucitó».
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¿Tiene enemigos? Ay de quien no los tenga, el halago debilita.
–¿Era más indio o vaquero?
–Vaquero, vaquero, yo siempre con los buenos.
–¿Los indios no lo eran?
–Bueno, tenga en cuenta que yo estaba influenciado por John Wayne y toda esa gente.
–Hermanos.
–Soy el mayor de cuatro.
–¿Eso supuso tener mayor responsabilidad?
–Sí, pero es que me han educado para ser responsable y no me he apartado de ese camino. Yo solo he desbarrado en mi vida alguna vez, poquísimo. Tutelaba de alguna manera a los más pequeños, y de hecho lo sigo haciendo; dos de ellos trabajaban conmigo en mi despacho. Sigo preocupándome de ellos, a pesar de que el más pequeño tiene 45 años [risas].
–¿Estuvo mimado?
–No. Mi padre, un trabajador incansable, nos ha educado en la importancia del compromiso y de cumplir con nuestras obligaciones; yo no me saltaba ninguna.
–¿Fue líder?
–Nunca pretendí ejercer de lo que no soy.
–¿Espabilado?
–Jamás me han caneado en el colegio. Siempre procuraba rodearme de los que sí que ejercían de líderes, buscando el amparo y la protección. Tenía la habilidad de hacerme amigo de los que mandaban allí.
–¿Nunca se peleó?
–No, yo creo en el dardo de la palabra, que es más afilado que el filo de una espada.
–¿Conoció el amor de verano?
–Sí, hasta que dejó de existir, se cayó como un castillo de naipes. El desamor es mucho más áspero que cualquier otro sentimiento a esas edades.
–¿Y el dolor?
–Es inevitable, pero estoy convencido de que el dolor y el sufrimiento te hacen más fuerte.
–¿Qué reconoce?
–Que, para mi desgracia, lo tengo todo minuciosamente planificado siempre. Mi mente está muy estructurada, soy muy esquemático y cuadriculado, sé lo que tengo que hacer en cada momento. No me gusta improvisar.
–¿Siempre quiso ser economista?
–No, yo lo que quería ser es médico. Me recuerdo con 7 u 8 años divirtiéndome leyendo la enciclopedia de Medicina que tenía mi padre en casa. Creo que me la leí toda.
–¿Por qué estudió otra cosa?
–Siempre he sido muy pragmático. Mi padre tenía, y sigue teniendo, un despacho profesional donde yo he trabajado siempre; un día me dijo: 'Mira, si estudias Económicas, aquí tienes un puesto de trabajo asegurado. Si estudias Medicina, te ayudaré en lo que pueda'. Fui pragmático y estudié Económicas. Y creo que tomé la decisión acertada.
–¿Dónde estudió?
–Económicas en la pública, en la UMU; la segunda carrera y el doctorado, en la privada, en la UCAM. Mi colegio y mi instituto son públicos. Soy defensor de que exista un sistema público potente de salud, de enseñanza y de política social que cubra absolutamente las necesidades de cualquier ciudadano; pero luego, obviamente, como liberal que soy, defiendo la libertad de elección de cada uno para acceder a prestaciones privadas.
–¿Qué sigue siendo?
–A veces soy demasiado impaciente, aunque esa impaciencia con el tiempo voy consiguiendo apaciguarla.
–¿Y qué le gustaría ser?
–Un poco más 'hippie', por decirlo así [ríe]. Dejarte llevar más, no tenerlo todo tan controlado, decir eso de 'bueno, mañana será otro día'... Pero el caso es que a mí me gusta mucho esa frase de [Thomas] Jefferson que dice eso de 'tengo comprobado que cuanto más trabajo más suerte tengo'. Los resultados vienen siempre del trabajo, del esfuerzo, del sacrificio.
–¿Qué exige?
–No me guardo las espaldas ni con mis amigos, ni con mis compañeros de trabajo. A la gente que trabaja conmigo le exijo algo de lo que yo doy ejemplo: entrega incondicional.
–¿Dice siempre lo que piensa?
–Si lo que voy a decir puede hacer daño, trato de decirlo de una forma dulce. Creo que hay que reprender en privado y felicitar en público; jamás a nadie de mi equipo le he echado una bronca en público.
–El mar.
–Una de mis pasiones; espero, dentro de no mucho, poder retirarme y vivir en la playa.
–¿Qué otras pasiones?
–Soy también un apasionado de la Semana Santa y del Real Murcia; mi abuelo me llevaba con 4 años a ver los partidos.
–Deportes.
–Desde siempre, natación. Empecé a nadar por un problema de espalda y me piqué. También suelo salir a correr.
–¿Barco tenemos?
–Lo tuve, se vendió porque no había tiempo para usarlo. El barco es un inversión improductiva si no lo usas. Ahora tengo el de un de un amigo [lo señala a unos metros de donde conversamos, en el puerto de Lo Pagán], que es mejor que tener uno propio.
–¿Usted qué aporta?
–La cerveza. Yo soy un tío muy generoso, nunca voy con las manos vacías a ningún sitio.
–¿Cocina?
–No soy un manitas, pero aprendí en la pandemia; no había cocinado en mi vida, más allá de alguna cosa de emergencia el tiempo que viví solo. Pero como no sé estar sin hacer nada y me interesa todo, aprendí a cocinar a base de tutoriales.
–¿Con qué no falla?
–Con el arroz con costillejas.
–¿Claro qué tiene?
–Soy un ser social, me gusta estar rodeado de gente.
–¿De qué se siente orgulloso?
–De la relación con mis hijos [Luis Javier, 20 años; Daniel, 18] es de lo que más más orgulloso estoy en mi vida. Nunca he pretendido ser amigo de ellos, e incluso a veces tengo que decirles: '¡No me contéis tantos detalles, soy vuestro padre!' [risas]. Nuestra relación de confianza es preciosa.
–¿Tenía ganas de ser padre?
–Siempre quise serlo, y creo que tanto su madre [María del Mar] como yo lo hemos hecho con ellos razonablemente bien.
Amigos
–Su compañera.
–Me gustaron su independencia, su fortaleza, sus ideas muy claras. Fuimos amigos durante un largo tiempo antes de ser pareja, y llevamos disfrutado juntos 21 años.
–¿Que ha procurado?
– He intentado siempre no hacer daño, creo que la maldad no habita en mí.
–¿Qué estuvo a punto de hacer y no hizo?
–Tuve el capricho de un Rolex. Cuando pregunté lo que valía y me dijeron el precio, pensé: '¡La carrera de uno de mis hijos!'. ¡Y adiós Rolex!
–¿Cómo se imagina a veces?
–¡Me encanta la Filosofía! Yo sería feliz en la Academia de Platón o en el Liceo Aristóteles, estaría todo el tiempo con la boca abierta, con mi toga escuchando hablar de Geometría, Física, Astronomía, Política...; para mí eso sería lo máximo. Yo digo que soy un griego en el cuerpo de un europeo del siglo XXI.
–¿Con quién está de acuerdo?
–Con San Francisco cuando dice que necesita pocas cosas y que las pocas que necesita las necesita muy poco. Yo soy un tío de gustos sencillos, austero.
–¿Toros?
–Sí, me gustan.
–¿De quién es usted?
–De Morante [de la Puebla].
–Y va a verlo a ver si torea o no torea o qué le da por hacer.
–Sale a la plaza, no le gusta el toro desde el minuto cero y se desentiende. La gente le dice de todo y a él le da igual. Quince mi personas llamándole perro judío y a él le da igual. Es muy auténtico. Yo nunca haría como Morante, yo estaría toreando al toro hasta que se muera de aburrimiento.
–Vox.
–Está dentro de la Constitución y la respeta, aunque obviamente no estoy de acuerdo con algunos de sus postulados. Pero todo partido que respete la Constitución merece todo mi respeto. Los que no la merecen son aquellos que quieren romper la unidad de España y no respetan la Carta Magna, que es la que vertebra nuestro país. Por tanto, todo mi respeto hacia Vox y sus votantes.
–¿Cómo se define usted políticamente?
–Soy liberal, de centro derecha.
–¿Religioso?
–Católico practicante, creo en Dios profundamente, y creo en el Más Allá y en la resurrección de los muertos.
–¿Qué imagen le impresionó?
–Me impactó ver a los enfermos rezándole a la Virgen de Lourdes pidiéndole la curación.
–¿Por qué entró en política?
–Me lo propusieron cuando cumplí 50 años, y mi mujer me animó a dar el paso. Hasta en eso tuve suerte, porque otros cuando cumplen los 50 lo que hacen es comprarse una Harley o divorciarse y liarse con una chavalilla.
–¿Cuál fue su motivación?
–La posibilidad de poder hacer algo útil por mi región; me gusta pensar que puedo ayudar desde la política. Soy muy feliz viviendo aquí, soy murciano por los cuatro costados y transpiro Región de Murcia. Ahora, en Madrid, podré reclamar todo lo que considere necesario para todos los murcianos, aunque en algún momento pueda resultar incluso incómodo para mi partido.
–¿Qué olor le gusta?
–El del papel de los libros. Mis hijos se burlan de mí, imitándome poniendo caritas de felicidad mientras hacen como que pierden el sentido oliendo los libros, recordando lo que disfruto cuando visito librerías que ya forman parte de la Historia.
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