Lorena Moreno: «Me tiraba horas pegada a un libro»
«He madurado muchísimo pero la mini Lorena sigue dando guerra», afirma la joven escritora
Todas las leyendas, cree Lorena Moreno (Murcia, 1992), tienen una parte cierta, y la que alimenta, desde hace años, la Muy Noble y Muy Leal Orden del Gran Meteorito de Molina de Segura, también. La prueba no es otra que la piedra espacial que hoy se conserva en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, responsable, buceando ya en el terreno de la fantasía, de la hornada de escritores que han vinculado su éxito con el municipio. Moreno es uno de ellos; la benjamina de la orden cósmica. Con 17 años ganó el premio Jordi Sierra i Fabra de Jóvenes Escritores gracias a 'Las redes del infierno', y ahora acaba de publicar su segunda novela, 'La última función de Ignotus el hipnotizador' (Anaya, 2018). Tiene otras dos buscando «'casa'», y otra más tomando forma en su cabeza. Vive en Madrid.
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1 -¿Un sitio para tomar una cerveza? -En una terraza de Lo Pagán.
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2 -¿Una canción? -'I don't want to miss a thing', de Aerosmith.
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3 -Un libro para el verano. 'El gran sueño', de Jordi Sierra i Fabra.
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4 -¿Qué consejo daría? -Disfruta del momento.
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5 -¿Cuál es su copa preferida? -Mojito.
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6 -¿Le gustaría ser invisible? -En ocasiones.
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7 -¿Un héroe o heroína de ficción? -La princesa Leia.
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8 -Un epitafio. -Nos leemos al otro lado.
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9 -¿Qué le gustaría ser de mayor? -Escritora.
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10 -¿Tiene enemigos? -Espero que no.
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11 -¿Lo que más detesta? -La hipocresía.
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12 -¿Un baño ideal? -En las playas de Doñana, en Huelva.
-¿Alguna vez le han hipnotizado?
-Lo intentó [la escritora] Marta Zafrilla en la presentación de mi novela en Molina de Segura. No sé si lo consiguió; sé que terminé con mucho sueño y que ahora uno de los bichitos que aparecen en uno de los libros que voy a escribir se llama Marta; no sé por qué [ríe].
«Hay situaciones en la vida real que son tan duras que, la única forma de escapar de ellas, es a través de la imaginación»
-¿Cómo llegó a este personaje?
-Cuando era pequeña me tiraba horas pegada a un libro, las mismas que mi hermano, mis primos y la mayoría de mis amigos se pegaban junto a la tele. Me hacía gracia verlos con cara de zombis o de besuguillos, con la boca entreabierta, mirando la pantalla. Los llamaba y no reaccionaban, parecía que estaban hipnotizados y me pareció bien escribir sobre esto en un tono de humor. Así apareció Ignotus. Pero a él no le gusta la televisión; más que hipnotizar cree que idiotiza, y tiene una particular cruzada con aquellos programas que se emiten en horario infantil pero no son para niños.
-¿Esa cruzada también es suya?
-A mí me gusta ver series y programas de televisión, pero estoy en contra de aquellos que se emiten en horario infantil y sus presentadores se pelean entre ellos y no paran de decir palabrotas.
-¿Escribir para niños es más gratificante?
-Para mí era un reto. Los niños son lectores muy exigentes, muy inteligentes, muy críticos y sin pelos en la lengua. Si no les gusta algo te lo van a soltar a bocajarro y hay que estar preparado para eso. Pero si les llega y les gusta es muy gratificante. Algunos autores piensan que es más difícil porque el salto en edad es mayor, y ya no recuerdan cómo eran ellos de niños.
-¿En su caso es así?
-No, no. Yo he madurado muchísimo pero la mini Lorena sigue estando dentro y dando guerra. No es cuestión de tener un carácter infantil, sino de seguir haciendo las cosas con ilusión.
-¿Qué busca en la escritura?
-Los libros te alimentan la mente y la imaginación, y yo parece que de pequeña me pegué un atracón. Escribo porque me divierte, de la misma forma que a otra persona le puede gustar cantar o jugar al fútbol e intentan dedicarse a ello. Es difícil, pero tienen que prevalecer la ilusión y la constancia.
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-¿Cómo fue su paso por la Feria del Libro de Madrid este junio?
-Era mi segunda vez. Hace unos años, Esther Madroñero, que es la responsable de la librería Kiriku y la Bruja, en Madrid, nos llamó a las tres últimas ganadoras del premio Jordi Sierra i Fabra para ir a su caseta. Y este año también lo hizo. Esther es un encanto, es una de las libreras que no solo se limita a vender libros, sino que se implica con la cultura. Ella dice que es la bruja de Kiriku, pero para mí es un hada madrina. Me ayudó en la presentación de mi libro en Madrid, y después me invitó a su caseta.
-También compartió espacio con los 'autores del meteorito'.
-Sí. Estuve con ellos en el Museo de Ciencias Naturales, donde está el meteorito. No los veo tanto como me gustaría, pero estoy atenta a los logros que van consiguiendo. Ellos, por edad y por publicaciones, tienen más experiencia que yo. Para mí fue un lujo y un orgullo que me incluyeran en la orden.
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-¿Qué es, además de una excusa para reunir a los escritores vinculados con Molina, la Orden del Meteorito?
-Es un movimiento cultural que tiene como foco principal la literatura, pero la ciudad aglutina mucho talento también en otras disciplinas, como el arte o la música. ¡Debió ser que el meteorito dejó polvo cósmico flotando en el ambiente y eso nos ha ido contagiando positivamente!
-¿Cree en las leyendas?
-Sí. Lo bueno de las leyendas es que casi todas tienen una parte cierta.
-¿En qué más le gusta creer?
-En que detrás de cada persona, y esto también lo comparto con Ignotus, hay una pizca de magia. No tiene por qué ser una pizca de magia a lo Harry Potter, que de repente coges la varita y empieza a soltar chispas; yo creo que todas las personas tienen algo especial o tienen el potencial para hacer algo especial. Algunas lo saben y otras no. Me da rabia que haya niños que se metan con sus compañeros por el hecho de que son diferentes. La magia no es algo malo.
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Esperanza
-¿La fantasía puede ser una forma de vida?
-Sí. Hay situaciones en la vida real que son tan duras que, la única forma de escapar de ellas, es través de la imaginación.
-¿De qué le ayuda a escapar a usted?
-De las responsabilidades de los adultos. Me ayuda a reflexionar, a ver los problemas con perspectiva. Hace poco leí un artículo que decía que la escritura es catalizadora del estrés y la ansiedad, y estoy totalmente de acuerdo.
-Por encima de todo, ¿qué es importante?
-La esperanza, la amistad; el amor también, pero lo metería dentro de la amistad porque hay muchas formas de amar a una persona. Y la lealtad. No me gusta la hipocresía, la falsedad ni el oportunismo.
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-¿Demasiado, quizá?
-No lo sé. Cada persona es como es; yo intento ser coherente con lo que digo, hago y pienso.
-¿Qué consejo ha seguido siempre?
-Hacer las cosas con ilusión y aunque pueda sonar un poco egoísta, escribir para ti, porque si lo que escribo no me hace feliz a mí en primer lugar, no lo va a hacer tampoco a los demás. A quienes quieren ser escritores les digo que no acepten consejos sobre qué escribir.
-Colecciona caracolas, ¿cuántas tiene?
-¡Bueno! [Risas] No las he contado, pero mi novio y mis amigos me dicen que estoy expoliando las playas. Desde que era pequeñita me ha gustado ir a buscar caracolas. Mi abuela me decía que dejara de llevarle conchas porque no sabía dónde meterlas. Las tengo por tarros y canastos.
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-¿Sigue recogiendo?
-Sí, sí. De cada playa a la que voy me traigo algunas.
-¿Qué otras inquietudes tiene?
-Hago esgrima antigua y me gusta mucho; también me gusta viajar, aunque no lo hago tanto como me gustaría; y me encantan los animales. En Madrid a veces voy a la Gatoteca, que es una cafetería en la que puedes tomarte algo mientras acaricias a los gatos... ¡Y la repostería!, también me gusta la repostería. Lo último que hice fue una tarta del Halcón Milenario a mi novio por su cumpleaños. Me gusta mucho 'Star Wars' y todo lo friki.
-¿Un Halcón de chocolate?
-Sí, bizcocho de chocolate recubierto con crema de mantequilla y fondant. Me tiré toda la tarde en la cocina.
-¿Cómo llegó a la esgrima?
-Me gustaban mucho los libros de caballería. En la mayoría de los que leía la chica siempre estaba en apuros, pero a mí lo que me gustaba era coger una espada. Cuando me fui a Madrid busqué alguna actividad relacionada, y encontré una asociación de esgrima antigua que, además, estaba al lado de donde yo vivía entonces, y me metí. Allí he conocido a algunos de mis mejores amigos.
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-¿Compite?
-No. Me ponía muy nerviosa.
-¿Con qué miedos convive?
-Tengo miedo a defraudar a la gente que me importa: a mi madre, a mi familia, a mi novio.
-¿Y cómo consigue apaciguarlos?
-Mentalizándome. Intento pensar que no todo depende de mí y procuro hacer siempre mi trabajo lo mejor que puedo.
-¿Dónde se imagina dentro de unos años?
-Esté donde esté me gustaría seguir conservando a las personas que tengo ahora a mi lado, y si hay gente nueva y buena, mejor. Puestos a soñar, me encantaría estar en Sintra, visitar Marruecos o viajar a Nueva Zelanda; allí se rodó 'El señor de los anillos' y los paisajes y la cultura me atraen.
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-¿Qué lugar le ha marcado?
-Roma. Pero es que creo que no se puede pisar Roma sin que te marque. Pensar en la cantidad de gente que ha pasado por allí a lo largo de los siglos impresiona. Galicia y Doñana también; y emocionalmente, las playas del Mar Menor.
-De Roma, ¿con qué se queda?
-Con el Trastevere, el Coliseo, la Fontana de Trevi..., en realidad con todo.
-¿Qué no comparte con los 'millennials'?
-No sé muy bien qué define a un 'millennial', pero en lo laboral creo que somos la generación a la que más titulaciones y méritos se nos exige, y a la que más nos cuesta encontrar trabajo.
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-¿Qué está sobrevalorado?
-Lo que puedan pensar de ti otras personas. Eso no se puede controlar: puedes ser encantador con alguien y que este te critique o no se porte igual contigo. Cada uno es como es, y más que temer lo que el resto piensa de ti, creo que tienes que ser coherente contigo mismo.
-El verano, ¿para qué?
-Para leer. Y para escribir muchísimo.
-¿Y para qué más?
-Para ir a la playa y para comer helados de stracciatella, de limón y de chocolate.
-¿Qué lee ahora?
-Acabo de terminar 'El gran sueño', la última novela de Jordi Sierra i Fabra, pero tengo pendientes 'La estrella de mis noches' y 'Biónico', de Mike Lightwood, que es un buen amigo; 'La ciudad de los ladrones', de África Vázquez..., y creo que no pararía.
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