Un amuleto, una pintura y un edificio para seguir descubriendo la Región de Murcia
Rafael Fuster
Sábado, 26 de julio 2025, 08:29
-
Escultura Ídolo oculado. 2.600-2.200 a.C. Museo Arqueológico Municipal de Lorca.
Amuleto prehistórico
Entre los muros nobles de la Casa de los Salazar, sede del Museo Arqueológico Municipal de Lorca desde 1992, hay una pequeña pieza que aún ... guarda un secreto trimilenario. Es un ídolo o amuleto prehistórico, expuesto en la Sala 1, dedicada a los primeros habitantes del territorio.
No sabemos con certeza para qué servía. Está ahí, tan extraño y antiguo como el primer día, como si aún contuviera algo que no sabemos descifrar, solo intuir: tal vez un talismán para protegerse, asegurar la caza o la fertilidad, o quizás un puente hacia lo sagrado. Otros creen que estos ídolos oculados tenían que ver con el linaje, una forma de marcar a los que mandaban.
En cualquier caso, nos recuerda que aquellos hombres y mujeres del pasado no están tan lejos como creemos; compartimos con ellos miedos, supersticiones, alegrías, egos… y el mismo vértigo ante el paso del tiempo.
-
Pintura Fragmento de adaraja mocárabe con flautista. Mediados del siglo XII. Museo de Santa Clara, Murcia.
La flautista del mizmar
El primer sonido musical registrado -grabado en un fonógrafo en 1878- es un solo de corneta anónimo. Antes de eso, todo lo que hay son partituras: signos sobre papel que intentan fijar lo que por naturaleza es efímero. Interpretarlas no es una ciencia exacta. La ejecución musical se asienta sobre convenciones, estilos y decisiones cambiantes. No hay dos versiones iguales de un mismo tema.
Por eso, resulta aún más revelador el hallazgo de esta imagen: una mujer que toca un mizmar, flauta ancestral que todavía resuena en el norte de África. Es la flautista del mizmar, fragmento de una adaraja mocárabe recuperado entre escombros, testimonio visual de la música andalusí. La figura -ojos almendrados, mejillas encendidas, gesto contenido- aparece ya en los banquetes del Rey Lobo, como refiere Ibn al-Jatib. Música, laúd y flautas amenizaban la corte. Y hoy, siglos después, esa nota muda de yeso vuelve a sonar en la memoria siendo una de las piezas más indiscutibles de este maravilloso museo, un oasis en medio del barullo de la ciudad.
-
Arquitectura Ayuntamento de Murcia. Diseño de Rafael Moneo, 1999. Plaza de Belluga.
Geometría en silencio: la huella de un Premio Pritzker
Era el encargo de una nueva sede del Ayuntamiento. Desde el primer momento surgieron voces críticas que temían por el equilibrio de la Plaza; la obra se impuso sin alardes: la fachada-retablo del edificio Moneo se orienta hacia la Catedral, con austeridad precisa, sin competir con ella. Frente a la exuberancia barroca, se alza la pausa de una limpia geometría. Rafael Moneo lo tuvo claro: quería preservar el espíritu celebratorio del Barroco. En sus propias palabras, su edificio debía ser «un espectador más, sin asumir el protagonismo que pertenecía a la Catedral y al Palacio del Cardenal Belluga». Tan firme fue su propósito que ni siquiera abrió una puerta directa a la plaza, en deferencia a la primacía de los edificios históricos que la rodean.
Moneo fue el primer español en recibir el Premio Pritzker -el máximo galardón de la arquitectura mundial, otorgado a quienes han contribuido de forma significativa a la humanidad-. Situó a Murcia en el panorama internacional y, veinticinco años después de su inauguración, su obra forma parte indisoluble de la ciudad. Como señalaba Esteban Marco, arquitecto exiliado y amigo de Gaya: «La arquitectura buena, es decir, la clásica, envejece; la arquitectura mala, es decir, la mayor parte de la moderna, se estropea».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión