Así está afectando el porno 'online' a la educación sexual de los jóvenes
El consumo de vídeos violentos con las mujeres puede influir en la conducta de los adolescentes
Inés gallastegui
Sábado, 2 de marzo 2019, 13:26
Cuando aún beben colacao, van al pediatra y no tienen ni DNI, la mayor parte de los niños españoles ya consumen pornografía. Y no tiene nada que ver con aquellas revistas de mujeres desnudas o las casi inocentes películas en VHS que los chavales se pasaban de mano en mano en los ochenta y los noventa. El 'nuevo porno' es un caudal casi infinito de escenas de cualquier práctica erótica que uno pueda imaginar: sexo con protagonistas de todos los tamaños y colores, hetero, gay, lésbico, trans, vaginal, oral, anal, onanista, con juguetes, en grupo, artístico, escatológico y, cada vez más, violento y humillante con las mujeres. Y todo eso, gratis y accesible 24 horas al día, 365 días al año, a través del móvil. Los expertos asisten con preocupación a la influencia de esta agresiva industria en los adolescentes, especialmente los varones, a una edad en la que no tienen muy claros los límites entre realidad y ficción y, a falta de experiencia propia y de una adecuada formación en casa o en el colegio, se toman lo que ven en el cine X como un manual de instrucciones de la sexualidad.
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Mientras tanto, aumenta de forma alarmante el número de chicos muy jóvenes implicados en agresiones sexuales, en particular en violaciones en 'manada'. ¿Tiene la culpa el porno? «La violencia sexual no se puede reducir a una única causa. Pero parece evidente que el uso del porno es una variable que interviene», explica Javier Gómez Zapiain, profesor de Psicología en la Universidad del País Vasco.
«El porno muestra que producir dolor físico a las mujeres es excitante»
Mónica alario - investigadora
En 2016, uno de cada diez condenados en España por delitos sexuales era menor de edad. Sin embargo, su participación en violaciones múltiples es mucho mayor: de los 334 autores de las 96 agresiones sexuales en grupo recogidas por la página Geoviolencia Sexual desde ese año, 77 eran menores; es decir, uno de cada cinco. La última de ellas –aún bajo investigación– ocurrió el sábado en el carnaval de la localidad sevillana de Gines, donde cuatro hombres disfrazados abusaron de una chica de 17 años. Es un hecho que las violaciones van en aumento en España. En 2018 hubo cinco al día, un 23% más que el año anterior.
Al desnudo
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Porno 'online' La pornografía hegemónica actual se distribuye por internet y es gratuita –se financia con publicidad, a veces de prostitución– o de pago mediante suscripciones premium, acceso a webcams o vídeos por encargo. Muestra una gran variedad de prácticas sexuales, incluidas conductas de riesgo (sexo sin preservativo con varias parejas) y contenidos violentos, especialmente contra las mujeres.
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Lo más visto en España Según las estadísticas de la plataforma Pornhub (81 millones de visitas al día, 6 millones de vídeos), España es el 12º país del mundo que más porno consume, el 76% de los usuarios son hombres, el 13% tienen de 18 a 24 años (los menores pueden acceder mintiendo sobre su edad)y la permanencia media en la página es de 9 minutos y 10 segundos. Las categorías más vistas son 'maduras', 'anal', 'lesbianas', 'milf' (maduras deseables) y 'tetas grandes'.
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Sexo, confianza y respeto Erika Lust, productora de cine X feminista, cree que los padres deberían ayudar a sus hijos a interpretar el porno y a elegir el que sea menos negativo. «El sexo no tiene que ser con alguien que ames, pero siempre es mejor con alguien en quien confíes y que te trate con respeto», es uno de sus mensajes en la página 'The Porn Conversation'.
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96 agresiones sexuales en 'manada' ha registrado la página Geoviolencia Sexual con fuentes periodísticas en los últimos tres años: 16 en 2016, 14 en 2017, 57 en 2018 y 9 en 2019. El 23% de los agresores y el 33% de las víctimas eran menores. Del total, 62 fueron violaciones. El 15% de las agresiones fueron «pornificadas» -los violadores hicieron vídeos o fotos de la víctima- y en el 12% de los casos habían drogado a la mujer.
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10% de los 2.549 condenados en 2017 por delitos sexuales (269) eran menores de edad, que cometieron 107 delitos de abuso y 103 violaciones.
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1.702 violaciones se registraron en España el año pasado, un 22,7% más que en 2017, según datos hechos públicos hace dos semanas por el Ministerio del Interior. Respecto a los otros delitos sexuales, hubo 12.109, un 18% más que en el ejercicio anterior.
Realidad y ficción
Salvo sus padres, todo el mundo sabe que los adolescentes ven porno. Distintos estudios ratifican que la edad media de inicio ha bajado a los 11 años y que el 40% de los jóvenes de 10 a 17 años lo consumen regularmente. «Los adolescentes no son tontos. Saben que la pornografía es ficción, pero no tienen muy claro dónde está el límite. Es como cuando estás en un restaurante y no sabes qué cubierto utilizar: miras a tu alrededor, a ver qué hacen los demás», apunta la sexóloga y bloguera Ana Lombardía (Sexo en la Piel), que organiza charlas y talleres educativos. El problema es que alrededor de los jóvenes hay otros jóvenes igual de desorientados que ellos y miles de vídeos X que, aunque van destinados a adultos y no pretenden educar, sino excitar, acaban convertidos en una especie de guía para los espectadores más inexpertos.
Mirando estos contenidos, señala Lombardía, los chavales se familiarizan con técnicas eróticas –aunque no las más fáciles ni placenteras, ya que la prioridad de los actores es que la cámara capte buenos primeros planos de sus genitales–, «pero también aprenden valores». Y no precisamente buenos. En el sexo de ficción están ausentes las caricias, el afecto y la seducción;la relación entre los protagonistas es impersonal y, a menudo, las mujeres son «cosificadas» y reducidas a objetos pasivos, simples receptáculos para satisfacer los deseos masculinos. «Los chavales aprenden que el sexo es un acto en el que el hombre domina y la mujer se somete –precisa el sexólogo Marc Ruiz–. El hombre penetra por aquí y por allá y, cuando termina, se acabó. Lo que quiere ella no interesa».
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«Todas las fantasías son legítimas. Pero ver violaciones de ficción las normaliza»
ana lombardía - sexóloga
La 'regla 34' de internet dice que, si algo existe, hay porno sobre ello; y, si todavía no lo hay, alguien lo está grabando ahora mismo . Así que, naturalmente, entre las decenas de categorías que ofrecen las plataformas de porno 'online' también existe el llamado 'non-con' o sexo no consentido.
La investigadora Mónica Alario, que realiza su tesis doctoral en la Universidad Autónoma de Madrid sobre la cultura de la violación en la pornografía, ha encontrado muchos paralelismos entre la agresión de 'la Manada' de los Sanfermines de 2016 y vídeos colgados en las plataformas más populares, con millones de reproducciones, como Pornhub o XVideos. Y lo que transmiten, concluye, es que «producir dolor físico a las mujeres durante las relaciones sexuales o violar a una mujer dormida, borracha, drogada o inconsciente es sexualmente excitante».
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Hay azotes en la cara y los genitales, escupitajos y eyaculaciones en la boca, los ojos, la nariz o la garganta –a veces hasta provocar el vómito–, tirones de pelo, estrangulamientos o penetraciones brutales. Y a pesar de no ser intérpretes especialmente dotadas –actoralmente hablando–, sus gritos y muecas de dolor no parecen fingidos.
«La violencia sexual es multicausal, pero en el cine X es una variable»
javier gómez zapain - psicólogo
La investigadora analiza vídeos de 'gangbangs' especialmente bestiales, como uno en el que una enferma 'paralizada' es penetrada por todos los orificios por un montón de médicos que bromean mientras ella grita. En otro, 120 hombres eyaculan sobre el cuerpo de dos actrices, una práctica denominada 'bukkake'. Muchas de estas escenas, subraya, no persiguen el placer erótico, sino humillar a la mujer, subrayar el poder del varón y reforzar los lazos de la «fratría».
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Para Alario, nuestra sociedad tendría que plantearse si una pornografía que celebra la violación debería ser legal. Cuando uno accede a una plataforma 'online' de contenido erótico, no sabe dónde está radicada la empresa. En internet no hay fronteras. «Desde España se puede acceder a películas de violaciones fingidas y reales, con mujeres, adolescentes y niñas», afirma la investigadora.
«Las plataformas intentan que los usuarios estén dentro el mayor tiempo posible, y la inteligencia artificial sabe que lo que mejor funciona es que el contenido sea cada vez más radical, explícito y violento», asegura Marc Ruiz.
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«Aprenden que en el sexo el hombre domina y la mujer se somete»
marc ruiz - sexólogo
Ana Lombardía no cree que ver escenas de violaciones conduzca inevitablemente a violar. «Todas las fantasías son legítimas. El problema es cuando dejan de ser fantasías. El hecho de que proliferen las imágenes de violaciones hace que estas se normalicen, que formen parte del repertorio de prácticas sexuales», aduce.
«No se puede establecer una relación científica entre porno y violencia sexual», admite Mónica Alario. Entre otras razones, porque no es posible aislar el cine erótico del resto de influencias en una sociedad machista e hipersexualizada. «Pero es una hipótesis que habría que estudiar», coincide el profesor Gómez Zapiain.
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Control parental
La industria del cine para adultos no es muy proclive a hablar del asunto. Los actores y productores españoles Nacho Vidal y Amarna Miller han declinado amablemente la invitación;otras empresas ni siquiera responden. Hace dos años, el autor norteamericano experto en salud Michael Castleman sostenía que el consumo de porno previene la violencia sexual. «Parece más bien una válvula que da salida a una energía potencialmente agresiva. En lugar de atacar a las mujeres, los hombres que podrían cometer ese crimen pueden masturbarse sin límites», argumentó.
Los portales X siempre pueden alegar en su defensa que su producto no está hecho para adolescentes. Pero su sistema para evitar el acceso de menores no es precisamente sofisticado. La mayoría simplemente preguntan: ¿eres mayor de edad? Basta 'clicar' que sí para abrir las puertas del 'paraíso'.
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«En el colegio les explican cómo poner el preservativo a una verdura»
fernando pena - creador web
¿Sirven para algo los filtros o controles parentales en los dispositivos a los que acceden los niños? «El porno es inevitable», asegura Erika Lust, directora y productora de cine para adultos «ético» y «feminista» y promotora junto a su marido, Pablo Dobner, del proyecto The Porn Conversation, que invita a los padres a entablar un diálogo abierto sobre el tema con sus hijos. Lust asegura que las medidas restrictivas pueden ser útiles para los niños más pequeños, pero los mayores se resistirán a esos límites y, si persisten, encontrarán la manera de saltárselos, en sus dispositivos o en otros. Esto último puede ser incluso contraproducente si intentan conectarse a una página 'caliente' en una casa ajena, en el instituto o en un cibercafé.
Educación sexual
Los expertos coinciden en que el mejor filtro no está en el ordenador o el móvil, sino en el cerebro, y se 'instala' con una educación sexual adecuada que la mayoría de los jóvenes no recibe en casa ni en la escuela. Esta materia se encontraba en la asignatura de Educación para la Salud de la LOGSE (1992) y en Educación para la Ciudadanía en la LOE (2006), pero la LOMCE que el PPaprobó en solitario en 2013, con vagas recomendaciones al respecto, la suprimió de facto. La intención del Gobierno de Pedro Sánchez de incluir la educación afectivo-sexual en todas las etapas quedó en el aire con la convocatoria de elecciones.
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«La pornografía es inevitable. Es la educación sexual de hoy en día»
Erika lust - directora y productora
Las pocas iniciativas que existen ahora están enfocadas a la prevención de embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual. «La educación sexual está llena de tabúes y secretos. A veces se limita a dar unas nociones de anatomía genital con dibujos y mostrar cómo poner el preservativo... a una verdura», lamenta Fernando Pena, creador de la página Porno Educativo. Su lema es 'Te lo enseñamos todo', y es verdad: actores y voluntarios ofrecen 'lecciones' explícitas para hacer una felación o un cunnilingus, entrenarse contra la eyaculación precoz o adoptar las mejores posturas para el coito. La página no es apta para menores.
Gómez Zapiain recuerda que «los contenidos que presenta gran parte de la pornografia actual son perjudiciales para la salud psicosexual», muy especialmente en el caso de chavales que aún no han madurado lo suficiente para integrar ese tipo de imágenes.
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Para la investigadora de la UAM, son urgentes medidas educativas para prevenir la violación, pero no solo: «Una buena educación sexual debe hablar de reciprocidad, de placer, de cuidado, de autoestima, de deseo, de comunicación, de consentimiento».
«Entrenan el porno violento con putas»
Amelia Tiganus empezó a ser violada de forma sistemática por varios hombres a los 14 años en su Rumanía natal, y a los 17 fue vendida por 300 euros a un proxeneta español. Pasó por cuarenta prostíbulos de todo el país y su cuerpo fue usado por cientos, miles de hombres. Hace años logró salir del «sistema prostitucional», ha trabajado en hostelería y hoy reside en Guipuzcoa y es activista en Feminicidio.net, una plataforma que contabiliza los casos de violencia sexual y machista en España.
Superviviente de aquellos «campos de concentración» del sexo, Tiganus pinta un panorama desolador sobre el negativo impacto de la pornografía en nuestra sociedad. «Los puteros son cada vez más jóvenes. La prostitución es el puente que les sirve para poner en práctica una pornografía cada vez más dura, misógina, degradante y humillante y entrenar la violencia sexual que luego ejercerán con el resto de las mujeres», sostiene. Con sus propias parejas o en la calle, con completas desconocidas, advierte. Muchos han estado consumiendo porno desde los 11 o 12 años y en los clubs de alterne piden sexo en grupo con una sola mujer, una especie de ritual en el que se refuerzan los lazos masculinos. Como esas experiencias son más frustrantes que placenteras, necesitan ir aumentando la intensidad, buscan algo cada vez más extremo. «Los hombres adultos pedían unas prácticas sexuales más o menos convencionales, que física y psicológicamente no dejan tanta huella. Nosotras huíamos de los chicos jóvenes, muy violentos, que solo disfrutaban humillando y haciendo daño a las mujeres».
Desgarros anales
La otra cara de la moneda son las parejas de esos puteros. Muchos clientes de los prostíbulos son chicos jóvenes, sanos, que hacen deporte y tienen novia –algunos van de despedida de soltero–, pero no perciben que sus brutales encuentros con prostitutas supongan quebrar el compromiso que tienen con sus parejas; al fin y al cabo, se justifican, las putas cobran por dar «diversión».
La sociedad lo ha banalizado.
Amelia lo ha visto en los talleres que imparte en institutos. «Hay chicas que relatan una violencia sexual tremenda por parte de sus novios. En urgencias cada vez ven más niñas con desgarros anales», señala. Además, ellas también se han criado con esa pornografía y, si no disfrutan en sus relaciones, piensan que son ellas las que están fallando. «A las mujeres se les acusa de mojigatas o frígidas por no reconocer que ellos lo hacen fatal», recuerda.
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