La champaña de sangre va a juicio en Francia
Indignación en una de las regiones francesas más ricas por el caso de 57 personas que trabajaban en condiciones «deplorables» y sin recibir pago alguno en las viñas de Champagne
El idílico paisaje de las viñas de Champagne, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, escondía un secreto que ahora se juzga en un ... tribunal francés, que salió a la luz por las quejas de los vecinos de un pueblo llamado Nesle-le-Repons, en el corazón de la industria del exclusivo licor de burbujas. En una casa abandonada, clausurada por las autoridades antes de la vendimia, comenzó una actividad inusual, un ruido molesto y un ir y venir de personas que hacían parte de sus vidas a la intemperie. Allí vivía más de media centena de personas, hombres y mujeres, de origen africano. Las autoridades se pusieron en marcha e iniciaron una investigación. Era septiembre de 2023.
Con el inicio del juicio en un tribunal de Reims, el jueves pasado, se descubrió que eran temporeros de la uva con la que se elabora la champaña. La industria, que mueve unos 6.000 millones de euros anuales, exige que se coseche a mano la fruta, y los dueños de viñedos echan mano de trabajadores temporales. Pero en este caso, según determinó la inspección consignada al juez, vivían en condiciones «repugnantes» y «deplorables». En el banquillo se sientan dos hombres y una mujer, acusados de trata de seres humanos, emplear a extranjeros sin papeles y alojarlos en lugares insalubres. También se enjuicia a una cooperativa de Marne.
Según la causa, las víctimas eran 57 personas, entre las que había jóvenes de 16 años y mayores de 60, que dormían en colchones hinchables, sobre ruinas terrosas, rodeados de muebles oxidados, ventanas rotas y defectuosas conexiones eléctricas. Sin agua corriente ni baños. El caso se conoce ahora como la «vendimia de la vergüenza».
Promesas de oro
Los recolectores habían sido reclutados con engaño a través de un grupo de Whatsapp en los suburbios de París, donde campa la desesperanza, y trasladados a la zona vinícola. Venían de países como Senegal, Costa de Marfil o Mali. Iban en cuclillas al trabajo en la parte trasera de furgonetas sin ventilación, comían arroz y hacían jornadas de diez horas sin apenas descanso y bajo amenaza.
Cada año son reclutados unos 120.000 temporeros para la vendimia de 34.000 hectáreas de viñedos que tienen la preciada denominación de origen. Al ser captados, cobraron diez euros, luego tuvieron que esperar dos días por agua fresca, según la prensa local. Les prometieron 80 euros diarios y nunca cobraron.
Aunque no es la primera vez que se descubren estas condiciones de «esclavitud moderna» en el negocio de uno de los licores más caros del mundo, e incluso han llegado a morir empleados bajo el calor, esta vez el caso despertó la indignación. Incluso el Comité de Champagne, que agrupa a unos 16.000 productores, un centenar de cooperativas y 370 marcas, se presentó como parte acusadora en el juicio, por primera vez, alegando «daño» a la imagen del champán. Algunas de las víctimas estuvieron en el juzgado.
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