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Cuando el cerebro funciona a cámara lenta

Cuando el cerebro funciona a cámara lenta

El cerebro de los niños y jóvenes con trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) procesa la información a menor velocidad, según un estudio, que revela que puede tardar más de lo normal en activar el córtex prefrontal

redacción

Lunes, 9 de mayo 2016, 15:31

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Un niño con TDAH no atiende ni obedece ni cumple los castigos porque no es capaz de procesar esa información en el tiempo adecuado, lo que le impide visualizar las consecuencias a tiempo, según revela un reciente estudio del Centro de Atención a la Diversidad Educativa, que asegura que, contrario a la creencia popular que asocia la impulsividad del niño a ir acelerado en la cabeza, ese comportamiento se debe a la lentitud a la que se activa el córtex prefrontal del cerebro.

«En más del 70% de los niños con TDAH el indicador de velocidad de procesamiento en la prueba de competencia intelectual está muy por debajo de los niveles normales», asegura el doctor José Ramón Gamo, especialista en neuropsicología infantil del Cade en Madrid, durante la X Jornada de Actualización en Psiquiatría Infantil y Adolescente. «Un niño con TDAH a nivel cognitivo presenta un capacidad normal, más o menos buena como cualquier otro niño pero a nivel ejecutivo los resultados son significativamente peores respecto de los resultados obtenidos en sus pruebas verbales o manipulativas. Esta situación quiere decir que un niño o adolescente con TDAH tiene menor velocidad de procesamiento, lo que se da en el 70% de los casos. La corteza prefrontal del cerebro, donde se pone en marcha el cerebro consciente, se toma conciencia de las acciones y se miden las consecuencias, se activa con lentitud».

Durante su intervención, el especialista ha indicado que la prueba de competencia intelectual da dos indicadores del cerebro cognitivo: hemisferio izquierdo (lingüístico) y hemisferio derecho, de ámbito científico (intuición, creatividad y viso-espacial), y luego se realizan otras dos medidas que son memoria de trabajo (función ejecutiva) y la velocidad de procesamiento, que es lo que mide la impulsividad.

«El niño no es capaz de dialogar con uno mismo, frenarse, establecer metas, autoevaluarse o concentrarse cuando una situación lo requiere», sostiene el doctor Gamo. «En general, se dice que los niños y adolescentes con TDAH son impulsivos y en realidad lo suelen ser, pero no porque vayan acelerados en su cabeza, sino por la lentitud a la que activan su córtex prefrontal, lo que les dificulta tomar conciencia de las consecuencias a tiempo y por lo tanto no les facilita poder refrenar su conducta. Es decir, pensar antes de actuar. Porque el problema reside precisamente en esta situación, en la función ejecutiva. La corteza prefrontal del cerebro de un chaval con TDAH no se activa en los milisegundos necesarios cuando se le da una orden y no puede pensar en las consecuencias».

Por estas razones, expertos en neuropsicología apuestan por un cambio metodológico en toda la enseñanza, para que sea más práctico y con menos clases magistrales. «El cerebro solo es capaz de analizar y procesar el 30% de la información percibida verbalmente (la gente se fija en el gesto facial, gesto corporal y el contexto)», concluye el doctor Gamo. «Cuando un cerebro no tiene información previa sobre una materia, casi el 60% de los campos de procesamiento de la información que se activan en esa fase de aprendizaje son regiones del hemisferio derecho relacionadas con la intuición-creatividad y asociadas con procesos de tipo viso-espacial. Por ello son mejores los ejemplos como vídeos o prácticas para aprender. No solo es mejor este tipo de formación práctica en niños con TDAH -que evidentemente tienen muchas dificultades para procesar la información que le verbaliza un profesor-, sino también para el resto de alumnos».

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