Triunfo agónico en una noche loca
El equipo de Simón, que comenzó perdiendo y llegó a jugar con un futbolista menos, rompe el gafe en casa con tres goles de Pedro León
No fue una noche brillante ni un partido para enmarcar. El Real Murcia no aplastó a su rival y, quizás, no fue ni superior al ... Logroñés, pero se echó tres puntos al bolsillo que le saben a gloria, que le permiten espantar los fantasmas. De hecho, después de la primera media hora de juego muy pocos hubieran pensado que los tres puntos iban a quedarse en casa, pero el conjunto grana tuvo la suerte de cara en momentos puntuales del choque, y también la fe de unos futbolistas que sufrieron para lograr un triunfo agónico, que recuerda mucho a algunos del pasado curso.
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Real Murcia
Joao Costa, Javi Rueda, Iñigo Piña, Alberto González, Alberto López, Ale Galindo (Aguza, 82), Julio Gracia (Armando, 90), Pedro León, Santi Jara (Loren Burón, 73), Dani Vega (Miku, 82) y Andrés Carrasco (Mario Sánchez, 73).
4
-
2
SD Logroñés
Jero, César Caneda (Monreal, 79), Sarriegi (Madrazo, 45), Samames (Ribeiro, 68) Unzueta, Diego Esteban, Víctor Ruiz, Borja Martínez, Manny Alexander, Elosegi (Issiaga, 68) y Sota (Azón, 54).
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Goles: 0-1, min. 13, Samames. 1-1, min. 32, Pedro León, de penalti. 2-1, min. 55, Pedro León, de penalti. 2-2, min.78, Ribeiro. 3-2, min. 90, Miku. 4-2, min. 93, Pedro León.
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Árbitro: Tárraga Lajara, del comité manchego. Mostró amarilla a Caneda, Samames, Víctor Ruiz, Elosegi y Carrasco. Expulsó con doble amarilla a Javi Rueda y con roja a Jero e Issiaga.
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Incidencias: Estadio Enrique Roca, 9.965 espectadores.
Quizás eso fue lo mejor en una tarde extraña, que el Murcia recuperó el espíritu que no tuvo en Barcelona, por ejemplo, el de un equipo humilde que debe aspirar a estar arriba en la tabla, pero a base de coraje y casta, y no por, simplemente, el peso de su escudo o el currículum de sus futbolistas. El Enrique Roca volvió a vibrar ante un Logroñés con ambición y personalidad, que salió demasiado castigado de la casa grana, aunque los de Mario Simón deben seguir mejorando en una liga que no tiene favoritos, en la que hasta el equipo más humilde te hace pasar un mal rato.
Revolución en el once inicial
Hubo situaciones que no gustaron a Mario Simón en el choque del Johan Cruyff de una semana atrás. A pesar de la tibieza de sus declaraciones semanales, la posterior al partido y la previa al choque del Logroñés, el entrenador manchego revolucionó su once titular frente al equipo riojano. Hizo cinco cambios y sentó a teóricos titulares como Serna, Ganet, Miku y Aguza, además del joven Arnau Solá, que sufrió en defensa frente al filial blaugrana. El que se perdía también el choque fue Andrés Silvente, un canterano grana que milita en el Logroñés y que no pudo disfrutar por lesión del choque contra los que fueron sus compañeros.
Simón, para buscar su primera victoria en casa en un partido caliente, con urgencias, agitó a su equipo buscando la electricidad e intensidad perdida en los dos últimos partidos. Para lograrlo hasta cambió su innegociable 4-3-3 por un 4-2-3-1 que debilitaba el centro del campo respecto a partidos anteriores pero que le daba más presencia en ataque, una parcela en la que los granas tenían una cuenta pendiente con su afición. En dos partidos en casa no habían disfrutado de un solo gol.
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Pero la revolución no le sentó bien al Real Murcia, que no estuvo cómodo en los primeros minutos de juego. Le costó asimilar los cambios y no carburó ante un Logroñés con las ideas más claras y que disfrutó de su primera oportunidad a los cinco minutos de juego. Fue con un disparo de Sota que atajó, a ras de césped, el debutante Joao Costa. El conjunto grana no encontraba a los hombres de arriba, en la medular se veía superado y su rival se agrandó tanto que se fue a por el gol.
Una jugada visitante por la banda izquierda de la defensa del Murcia acabó con un centro al área que Manny Alexander no supo transformar en gol, objetivo que sí logró Samames en segunda instancia, a pesar de que su disparo fue mordido. El Murcia, después del 0-1 que llegó tras un fallo defensivo colectivo, comenzó a echar de menos las cosas que no tenía sobre el césped. Como a Ganet, un futbolista que a veces desespera a la grada, pero que es diferente a todos los demás y al que no le quema el balón en los pies.
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Javi Rueda, con amarilla desde los primeros minutos, sufría con Alexander a la vez que el Real Murcia comenzó a adueñarse del partido. Embotelló a su rival y generó peligro de verdad. El equipo de Simón arrancó los primeros aplausos de la grada con las primeras aproximaciones peligrosas. Hasta que a la media hora, y tras un codazo de Caneda a Alberto González, el árbitro Tárraga Lajara decretó penalti, muy protestado por los riojanos. La pena máxima la transformó Pedro León, que le pegó duro y a la derecha del portero, que no llegó al balón. El muleño estalló de rabia tras lograr un objetivo personal: volver a hacer un gol en el Enrique Roca, reto que se estaba convirtiendo en una obsesión.
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El choque volvía a empezar, aunque la efusividad del Murcia tras el empate, que buscaba el segundo gol, tuvo consecuencias negativas. Sobre todo porque Javi Rueda, fruto de su juventud e ingenuidad, vio la segunda amarilla tras hacer una falta evitable en el centro del campo. La inferioridad le pesó al Murcia, que al menos logró llegar indemne al descanso tras más de diez minutos de sufrimiento y con Santi Jara jugando de lateral. A Simón le tocaba inventar una solución para parar a un Logroñés que olía sangre y quería ganar.
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La duda radicaba en si el Real Murcia estaba preparado para hacer el partido que más le convenía en la segunda mitad. Con un hombre menos y un campo tan grande, con tantos metros por delante, o se atrincheraba en defensa y buscaba algún contragolpe para hacer daño a su rival, o lo iba a pasar mal. Sobre todo porque el Logroñés era mejor con el balón. No obstante, Simón no hizo cambios esperando un milagro.
La fe de Carrasco
Y éste llegó gracias a la insistencia de Andrés Carrasco, que fue a rematar un balón imposible y fue embestido por Jero, portero del Logroñés, que con el puño impactó en la cabeza del delantero grana. El colegiado decretó el segundo penalti de la noche, expulsó a Jero y alegró la noche a los murcianistas, que vieron como Pedro León, sin ponerse nervioso, firmó el segundo gol de la noche.
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El Murcia necesitaba oxígeno para aguantar el 2-1, pero Mario Simón se resistió a hacer cambios. Todo lo contrario que su rival, que a veinte minutos del final del partido ya había realizado cuatro. Pero el Real Murcia resistía e intentó, con pocas fuerzas, asustar a su rival, que también comenzaba a notar el cansancio en un duelo que no era brillante en lo futbolistico pero sí vibrante y agónico.
Issiaga probó a Costa, que atajó un balón centrado pero potente. Los granas tenían ventaja, pero no le podían conceder demasiados metros a su rival, que tenía hambre y demostraba en el campo la ambición que le había llevado a ganar los tres últimos partidos de liga. De hecho, metió atrás al Murcia hasta que consiguió empatar con un gran cabezazo de Ribeiro. Y quisó más, aunque la expulsión de Issiaga dio cinco minutos extra a un Real Murcia que lo aprovechó.
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El equipo grana, alentado por una grada ansiosa de triunfos, tiró de la experiencia de Miku y Pedro León para hacerse con una victoria agónica y revitalizante que le permite agarrarse con fuerza a la zona alta de la tabla y además romper el gafe del Enrique Roca.
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