La modista de Armengolas

La vida de Estela Navarro respira pólvora y reconquista por los cuatro costados. Festera de pro, entregó su vida al bando cristiano cuando, recién casada, ingresó en los Contrabandistas y terminó de consagrar su vida a la fiesta oriolana con mayúsculas cuando convirtió su oficio, su vocación, en la alegría de tantas y tantas generaciones de comparsas. Sí, ella, desde Atelier, su pequeño estudio de la calle San Pascual, es una de esas tantas costureras que ultima estos últimos días antes de que los embajadores moro y cristiano hagan su entrada en la ciudad para terminar de coser y rematar los bordados de fajines y chalecos y que estos luzcan brillantes en el desfile y en la kábila.

Entrar en Atelier estos días es casi como imbuirse y respirar mucha marcha mora. Y, entre trajes de gran factura y telas de alta costura, destaca todavía uno de esos nada menos que nueve vestidos que, sin exagerar un pelo, terminaron por ascender a Navarro al Olimpo que toda modista oriolana soñaría algún día con alcanzar: vestir a la heroína de leyenda, a la libertadora que, por medio de un 'sutil' engaño, rescató la entonces Uryula del yugo sarraceno. El año pasado Estela recibía el inmenso honor de vestir a la que pasará a los anales de la historia festera como la Armengola más longeva: Elisa Gil.

La periodista cedía su toisón y el bastón de mando la semana pasada a su sucesora en el cargo, Ester Hernández, y se despedía de un cargo que, contra todo pronóstico, ostentó durante tres años, los que la dichosa pandemia privó a Orihuela de desfilar y ver bajar sin doblegarse un segundo a la Gloriosa Enseña del balcón consistorial. «Tuvimos suerte porque tuvimos mucho tiempo para preparar los vestidos cuando lo normal es que, entre el nombramiento de la nueva Armengola y las fiestas pasen unos pocos meses», recuerda con orgullo Navarro.

Ella y Gil removieron cielo y tierra, y buscaron por todos los rincones de la provincia hasta dar con los tejidos más selectos, a la altura de un cargo en el que el boato no es ni muchos cuestión baladí. Más cuando los vestidos deben responder en todo momento a un estricto protocolo. «Es la figura más importante, pero al mismo tiempo no es ni de un bando ni de otro, debe ser neutral», asevera la modista para lo que, asume, sus vestidos deben adecuarse según el desfile, con diseños más occidentales cuando marche con los cristianos y más orientalizantes cuando lo haga con los moros, así como una vestimenta más aséptica en el resto de citas donde se reclama su presencia. Ahora, Navarro está convencida de que dio en el clavo. «Yo me ponía al lado de la gente y le decían: 'Qué guapa va'», recuerda. Hasta el punto, reconoce, que no perdía ojo de Elisa durante el desfile. «Me daba a ratos por seguirla», comenta entre risas. Al fin y al cabo, la ocasión no era para menos.

Con la tienda con las máquinas de coser trabajando a todo trapo, tiene el perchero lleno entre los trajes de las hasta cuatro comparsas que la tienen como referencia. Cuando termine la vorágine prefestera, espera disfrutar ella también un poco de esa magia de la Reconquista junto a sus Contrabandistas, retomar después los talleres y cursos de costura que organiza en su estudio y, también, en algunos proyectos no menos relevantes.

Esta costurera de Armengolas está trabajando ahora para que el actual míster Murcia luzca perfecto en la pasarela que Tenerife desplegará para elegir al que será el nuevo hombre más guapo de España. Para lograrlo, la modista está preparando un traje en el que, como novedad, se propone como objetivo que esté hecho íntegramente con materiales reciclados.

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