La marcha mora redobla por el Medio Año Festero en Orihuela

Queda medio año todavía y ya hay más de uno con mucho mono de danzar al ritmo de Paquito el Chocolatero en la kábila. Las marchas moras, con sus flautas y tambores, llenaron de júbilo las calles de Orihuela ayer por el Medio Año Festero. Tocó ajustarse el chaleco y calzarse las babuchas. Las comparsas tomaron las calles para practicar y no perder el paso y ritmo cadente del que se toma muy en serio eso de seguir al cabo de su fila al milímetro. En torno a la carrera, muchos vecinos se arremolinaron para compartir jolgorio con veteranos y noveles de esta jarana oriolana con mayúsculas. Y de esa guisa, jaleados por el gentío, recorrieron las principales calles desde la plaza de Santiago hasta la avenida de España.

Antes, el pasado sábado, fue un día de emociones entre los que se dicen festeros de corazón. El Teatro Circo llenó su patio de butacas para el acto de exaltación. Presentado por la periodista y anterior Armengola, Elisa Gil, se entregaron los galardones a las filas y cabos más destacados del pasado verano.

La ocasión también sirvió para despedir a los ya ex embajadores. José Germán Torres, de los Moros Almohabenos, y Fernando López, de los Caballeros de Santiago, vistieron en el desfile de medio año por última vez esos trabajados trajes con los que capitanearon orgullosos las banderas de la cruz y de la media luna el pasado julio.

Ya tuvieron los nuevos embajadores sus respectivas fiestas de nombramiento. Pero, ya oficialmente se les daba formal bienvenida a los que serán, seguro, dignos sucesores. En el bando moro, el encargado de organizar el boato este próximo verano será José Francisco Rocamora, de los Negros Egipcios. En el bando cristiano, hará lo propio Francisco Ruiz, de Seguidores de Arún y Ruidoms.

Los dos nuevos embajadores y sus predecesores salieron ayer a desfilar de la mano junto a la actual Armengola, Ester Hernández. Ella será precisamente el próximo cargo a relevar. Por el momento, la heroína continuará liderando a la tropa con el bastón de la ciudad en mano hasta que en julio deba, en uno de los actos más solemnes, hacer el traspaso de poderes a quien sea su sucesora.

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