Querida infancia
Es de adulto cuando comprendes que haber sido niño es un privilegio negado a los menores en territorios en conflicto
Algunos me tacharán de ingenuo, y es verdad que lo soy, otros más condescendientes me llamarán idealista, y es verdad que lo soy, y a ... la mayoría les dará igual, entre otras razones porque ni siquiera leerán este artículo que hoy trata de cosas tan serias como pensar en la infancia. No la añoro, porque la añoranza es sinónimo de tristeza por lo que fue y ya no es, pero sí tengo muy recientes las muestras de afecto que me otorgaron en mi pueblo, La Unión, y que me evocaron la niñez.
Es de adulto cuando te das cuenta de que haber sido niño es un privilegio negado a cientos de miles que son víctimas de las guerras, ninguna de las cuales fueron iniciadas por ellos, los niños y niñas que se ven forzados a huir de sus hogares, a ser testigos de atrocidades, a ser víctimas de violaciones, sexuales y de derechos, incluso a ser reclutados como soldados.
La actualidad nos sirve escenas de esas crueldades que padecen los niños cuyo infortunio es vivir en territorios en conflicto. Podríamos decir sin temor a equivocarnos que Netanyahu, el primer ministro israelí, propicia esos crímenes de guerra con sus bombardeos a hospitales y escuelas. Es cierto que el desencadenante fue el monstruoso ataque sorpresa de Hamás en suelo israelí –mataron a 1.400 personas en sus casas y en las calles–, pero ni siquiera aquellas brutalidades terroristas justifican la represalia ordenada por Netanyahu, por mucho que el señor Abascal –¡menuda foto!– viaje a Jerusalén para felicitarle. Por supuesto que Israel tiene derecho a la autodefensa, pero bien podría dirigir sus fuerzas contra los terroristas, pero no contra los civiles y niños.
Desde ayer, con la aprobación de la ley de amnistía, se ha desencadenado otra guerra, la dialéctica, que no es sino prórroga de las anteriores. Si fuera niño me traería al pairo que los proamnistía dijeran cosas como que «el perdón es mejor que el rencor». ¿Quién habla aquí de rencores? ¿O es que hace un año, cuando los promotores de la amnistía la negaban, el rencor era mejor que el perdón? Perdonar es el acto siguiente a la petición de disculpas pero, obviamente, no es el caso. Los independentistas no solo no se disculpan sino que anuncian que lo volverán a intentar.
Por eso decía que pensar en la infancia es lo más serio que hoy se puede hacer.
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