La rampa

Caducidad sin fecha

Si los jefes fueran líderes

Viernes, 12 de enero 2024, 00:26

El paciente había leído el informe radiológico de la resonancia magnética que se le había prescrito, por lo que acudió a la consulta del médico ... un tanto preocupado. Con la soltura de experto, el médico miró en su ordenador los resultados de la prueba. Sin levantar la vista de la pantalla, preguntó la edad del paciente (84) y, musitando un perceptible «ya que todos llegáramos a esa edad», le dio el alta. El enfermo quedó un tanto confundido.

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El alta médica significaba que ya no tendría que someterse a una delicada operación quirúrgica, lo cual era motivo de alegría, pero, por otro lado, le significó un topetazo de realidad. Le puso ante el espejo de su finitud: su edad, avanzada ya, era motivo de alta médica. Tiempo al tiempo.

Pensando en su caducidad vital, el liberado paciente se quitó la mascarilla de cuya obligatoriedad en centros sanitarios daba cuenta el periódico, al tiempo que informaba de que no todas las comunidades autónomas habían aceptado la propuesta del Ministerio de Sanidad. Cuando se tiene mucho menos futuro que pasado, se valora lo esencial de la convivencia y se comprenden menos las animadversiones que, por ejemplo, llevan a dirigentes regionales a rechazar el uso obligatorio de la mascarilla a pesar de que en sus hospitales falten camas y pasillos para atender a la gripe que nos invade.

Un despropósito.

Cuando las predicciones epidemiológicas estiman que la gripe causará más de 4.000 muertes hasta finales de febrero, llevar el enfrentamiento ideológico a los temas de salud demuestra una bajeza de miras impropia de quienes tienen la obligación de velar por los intereses ciudadanos. Y no hay mayor interés ciudadano que el de preservar la salud, materia en la que las decisiones deberían de guiarse por criterios técnicos y científicos, no por intereses y oportunismos políticos partidistas. Es un mal uso de la jefatura otorgada, también caduca, y una falta de liderazgo.

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El jefe ordena por imposición, por la autoridad que tiene sobre los subordinados sin importarle la opinión de estos, mientras que el líder no tiene necesidad de imponer nada, ya que sí cuenta con la confianza de su equipo, al que no ordena 'porque lo digo yo' sino explicando, escuchando y haciéndole partícipe de las metas a lograr.

La pregunta es si tenemos ese tipo de líderes.

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