¿Quién teme a James Joyce?

NADA ES LO QUE PARECE ·

Gracias a su 'Ulises', la narrativa occidental dio un inesperado giro, después de siglo y medio viviendo de las rentas

Viernes, 21 de enero 2022, 01:58

Ulises', la novela escrita por el irlandés James Joyce (1882-1941), cumple cien años de su publicación. La obra forma parte de ese nutrido grupo ... de libros que la gente, por las razones que fuere, suele citar con frecuencia, pero que nadie, o casi nadie, ha leído. Sucede, por ejemplo, con el 'Quijote', del que nos sabemos frases de memoria hasta el punto de distorsionarlas y darles un nuevo sentido, como cuando decimos «con la Iglesia hemos topado», cuando lo que figura en el texto es «dado» y no «topado». Sucede, asimismo, con 'El príncipe', de Maquiavelo, al que tanta atención prestaron los gerifaltes de la propaganda nazi, como Joseph Goebbels, apropiándose de ciertas frases para llevar a cabo el compendio de su doctrina. Y pasa, igualmente, para no alargar más la lista, con 'La rebelión de las masas', de Ortega y Gasset, obra que deberían leer todos los políticos, que se han quedado anclados en lo de «Yo soy yo y mis circunstancias», que fue una de las pocas gilipolleces que se le ocurrieron al brillante filósofo español.

Publicidad

'Ulises' es el libro que todos guardamos en la recámara por si algún día de extrema lucidez se nos ocurre acercarnos a él y emprender su lectura. Cosa que siempre termina por no suceder. Ese fue el castigo que impuso Joyce a sus contemporáneos. A la gente que, como sus propios paisanos, despreció su trabajo, que le obligó –como ya había sucedido con otro ilustre irlandés, Oscar Wilde– a andar errante por el mundo y terminar en una tumba de un cementerio de Zúrich, a miles de kilómetros de su casa. En una carta, hallada mucho después de la publicación de 'Ulises', que Joyce escribe a uno de sus mejores amigos, le confiesa, sin cortarse un pelo, que, en realidad, la intención de haber escrito un libro tan complejo, tan raro, indescifrable y apocalíptico no era otra que joder a los críticos, quienes, a su vez, ya habían jodido a Joyce, hasta el punto de haber puesto en duda su arte literario.

Sin embargo, 'Ulises' no es una novela improvisada, escrita tras una rabieta. La pena es que para entender su sentido en toda su integridad, para percibir todo el aire renovador y el aroma original que desprende, es preciso leerla en su propia lengua y, además, por si ello fuera poco, tener un conocimiento bastante cabal de los diversos sociolectos de su tiempo. Una tarea poco menos que imposible para un lector cualquiera, que no esté especializado en la materia. Joyce, como Stendhal, acaso sin él pretenderlo, escribió su 'Ulises' para un público que estaba por nacer, y que, probablemente, aún estemos aguardando su aparición. Es preciso conocer a fondo no solo la sociedad de su tiempo –algo parecido sucede, ahora que me viene a la memoria, con la 'Divina comedia' de Dante–, sino también ciertas obras de la Antigüedad clásica, como la 'Odisea' de Homero, que es el texto que le sirve de referencia en ese complicado montaje que transcurre en unas pocas horas y en un espacio muy restringido.

A Joyce le debemos mucho. Más de lo que podemos imaginarnos. Por eso no deberíamos temerle tanto. Gracias a su 'Ulises', que fue traducido a la lengua española un poco tardíamente y gracias a escritores como Borges y Cortázar, que se prendaron con la obra, la narrativa occidental dio un inesperado giro, después de siglo y medio viviendo de las rentas, de lo que habían dado de sí, tan generosamente, autores como Flaubert, Dickens, Tolstoi o Galdós. Sin el 'Ulises', Luis Martín Santos jamás hubiera escrito 'Tiempo de silencio'. Pero esa es otra historia que me reservo para una nueva ocasión.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis

Publicidad