Con todo respeto

ASÍ ME PARECE ·

Resulta menos comprensible la conmoción mediática que los interminables funerales de Isabell II están causando en España y en el resto del mundo

La muerte de cualquier ser humano debe infundirnos siempre respeto. Cuando quien fallece es una persona de relevancia social, cultural o política, como Javier Marías, ... o Gorbachov, o Isabel II de Inglaterra, más allá del respeto, la noticia suele tener, como es lógico, una amplia repercusión mediática. En el caso de la reina de Inglaterra, la resonancia ha sido, quizás, excesiva. La Casa Real británica ha desplegado una serie de ceremonias solemnes y formales durante más de diez días. No recuerdo un féretro más paseado y más velado que el de Isabel II. Ante tanta pompa y parafernalia, el entierro de cualquier Papa de Roma, o el de John F. Kennedy, parecen modestísimos funerales de provincias.

Publicidad

Podemos comprender los motivos de los ingleses para tanta desmesura. Al fin y al cabo, su reina era la referencia de su identidad nacional. Sin embargo, resulta menos comprensible la conmoción mediática que los interminables funerales de Isabell II están causando en España y en el resto del mundo. Creo que tiene razón el portavoz del PNV, Aitor Esteban, que ha dicho que en este asunto de la muerte de la reina de Inglaterra estamos pecando de «papanatismo»; es decir, estamos incurriendo colectivamente en una admiración excesiva, simplona y poco crítica.

En mi opinión, los españoles, y, en general, todos los que no somos británicos, deberíamos efectuar algunas reflexiones serenas sobre lo que ha significado realmente Isabel II:

1. Ha sido la jefa del Estado de un país muy importante para Occidente. En el siglo pasado, el Reino Unido ha defendido con firmeza los valores de libertad y democracia que constituyen los cimientos de nuestra civilización occidental. En condiciones precarias, le plantó cara a Hitler y a la barbarie del nazismo. Ya en la paz, fue Winston Churchill el que intuyó la necesidad de una unión de los europeos. El Reino Unido es parte esencial de la realidad histórica, cultural y política de Europa. Es muy difícil imaginar Europa sin el Reino Unido. Por eso el tremendo error del 'Brexit' resultó tan doloroso para muchos europeos, a un lado y al otro del Canal de la Mancha. E incluso ahora, con la guerra de Ucrania, el Reino Unido ha sabido estar en su sitio, y ha apoyado a los ucranianos en cuanto defensores frente a Rusia de los valores de libertad y de democracia.

Así pues, como jefa de este Estado, Isabel II nos merece todos los respetos.

2. Pero no exageremos. La reina de Inglaterra no ha sido más que un símbolo, la cabeza visible de una institución desprovista absolutamente de poderes desde hace siglos. El Reino Unido es una monarquía parlamentaria, en la que la reina, o el rey, carecen por completo de competencias efectivas. Su función es puramente simbólica. La monarquía inglesa fue desprovista de todos sus poderes políticos en el siglo XVII. En las guerras del Parlamento contra el rey, ganó el Parlamento. A Carlos I le cortaron la cabeza en 1649. Y desde entonces ningún otro rey ha querido meterse en política. Incluso los discursos que pronuncia el monarca en la Cámara de los Comunes se los escribe el primer ministro. No son programas de gobierno del rey, sino del partido con mayoría parlamentaria.

Publicidad

Resulta, pues, absolutamente exagerado, y falso, decir que Isabel II ha configurado nada menos que una época de la Historia. Winston Churchill, Margaret Thatcher, Tony Blair y muchos otros primeros ministros, sí. Pero la reina, no. La reina no ha sido más que un símbolo.

Y también resulta inapropiado preguntarse por cómo se comportará Carlos III. No hay ninguna duda: se comportará como su madre. Y, si decide intervenir en política, será destituido.

3. Ahora bien, hay que reconocer, con todo respeto, que Isabel II ha desempeñado su papel de símbolo con mucha dignidad y prudencia. Uno de los cimientos más sólidos de la monarquía británica, junto con la tradición, lo constituye el prestigio personal de quien ostenta la Corona. Isabel II ha cuidado siempre este prestigio. Ha intentado modernizar la monarquía, pagar impuestos, no hacer excesivas ostentaciones y mantener buenas relaciones con los líderes políticos. Incluso en el asunto de Lady Di, en mi opinión, actuó con la prudencia que exigía la dignidad de la Corona.

Publicidad

4. Como símbolo del Reino Unido, la reina se ha esforzado por mantener los vínculos culturales y emocionales que le unían con las antiguas colonias. No siempre con éxito. En los tiempos actuales, la añoranza del imperio carece ya casi por completo de sentido.

5. Respetamos, pues, el dolor de un gran país por la pérdida de su reina. Son muchos los británicos que viven en España. Y muchos los españoles que viven en el Reino Unido. Amamos a ese país tanto que creemos que es nuestro deber conseguir que en el futuro el Reino Unido regrese a la Unión Europea. Pero, como españoles, incluso en estos momentos, no podemos olvidarnos de Gibraltar. Y lo estaremos recordando siempre, como venimos haciendo desde hace tres siglos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis

Publicidad