Día Mundial de la Disfagia
María Itatí Palacio y María Trinidad Herrero
Jueves, 12 de diciembre 2024, 00:21
Deglutir es sinónimo de comer, tragar o ingerir. Según la RAE se trata de tragar alimentos, líquidos o sólidos, haciéndolos pasar de la boca al ... estómago. Y para que este proceso voluntario, que tiene un componente reflejo, sea eficaz y seguro, exige la estrecha coordinación del aparato digestivo y del aparato respiratorio, con el fin de ingerir alimentos, pero previniendo que pasen a los pulmones. Cuando la coordinación de ambos aparatos no es correcta se pierde eficacia y seguridad en la deglución con consecuencias fatales para quienes la sobrellevan.
La disfagia es la dificultad para tragar y transportar alimentos y líquidos desde la boca hasta el estómago. La disfagia es una enfermedad que afecta a una de cada 17 personas la desarrollará en algún momento de la vida. Su prevalencia aumenta en los adultos mayores porque la función deglutoria se afecta con el envejecimiento, pero, además, como el control coordinado de los aparatos digestivo y respiratorio implica a sistemas musculares y neurológicos, la disfagia afecta del 35 al 80% de personas que sufren enfermedades neurodegenerativas, demencia y/o ictus. Al tratarse de un trastorno infradiagnosticado, resulta en falta de tratamiento y, en consecuencia, provoca alta morbimortalidad con deterioro de la calidad de vida de estas personas.
Los síntomas de la disfagia comienzan de forma insidiosa. Por ejemplo, podría iniciarse con tos durante y después de las comidas, con aumento del carraspeo o del babeo, con dificultad para masticar y/o para mover el bolo alimenticio dentro de la boca, con presencia de restos de alimentos en la boca después de tragar o con mínima dificultad o dolor al deglutir. Además, si estos primeros síntomas no son detectados y tratados, la disfagia puede provocar procesos muy graves cuando los alimentos o bebidas pasan a la vía aérea y desencadenando neumonías por aspiración e incluso el fallecimiento.
Por ello, en adultos mayores es necesario desarrollar la inercia de entrenar los grupos musculares de la deglución con sencillos ejercicios que no exigen demasiado esfuerzo. Igualmente, si se detectan de forma incipiente algunos de los síntomas indicados se ha de consultar sin dilación, a los facultativos, logopedas y especialistas. Cuanto antes se emita un diagnóstico, mejor se podrán establecer las pautas de los tratamientos, restablecer o mejorar la función afectada y evitar la pérdida de calidad de vida. Los facultativos (médicos de familia, geriatras y/o otorrinolaringólogos), los logopedas y los nutricionistas forman un equipo multidisciplinar esencial para una correcta prevención, diagnóstico, tratamiento y seguimiento de las personas con disfagia que consigue resultados positivos y esperanzadores.
Y es que deglutir y tragar adecuadamente es una función fundamental en el ser humano no solo para alimentarnos, sino que la mayor parte de las culturas humanas de todo el planeta celebramos siempre alrededor de la mesa. Pero cuando una persona padece disfagia, alimentarse supone un esfuerzo extra y a menudo se pierde el interés en la comida o a comer en público. Por ello, además de las graves consecuencias fisiológicas como deshidratación, desnutrición o pérdida de peso, el distanciamiento social es muy común en personas con disfagia, que en muchas ocasiones la soportan de forma silenciosa. Este aislamiento va 'in crescendo' originando ansiedad, depresión y soledad no deseada pudiendo acelerar otros procesos neurodegenerativos.
El 12 de diciembre se celebra el Día Mundial de la Disfagia. En este día se debe contribuir a que las personas conozcan y reconozcan la importancia de esta enfermedad silente, creando conciencia de sus síntomas y consecuencias, para prevenirla, detectarla, diagnosticarla y tratarla precozmente, con el fin de mejorar la calidad de vida de los pacientes y de su entorno.
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