Hemingway era metomentodo en las fiestas taurómacas, y desconozco si tuvo contacto con gentes del valle pirenaico del Roncal, y, especialmente, con los almadieros de ... Burgui y Urzainqui. Lo habría contado. Son lugares fascinantes en el curso del Esca, entre Navarra y Aragón. Labordeta anduvo por estas merindades y les dedicó un capítulo de 'Un país en la mochila' (RTVE Play). Pastos y fuentes de estas montañas fueron objeto de disputas con habitantes del valle francés de Baretous, por eso cada 13 de julio se celebra en el collado de Ernaz, con gran boato y ropajes tradicionales, el Tributo de las Tres Vacas, ceremonia de la que hay constancia desde el año 1375. Es tenido por el tratado transfronterizo en vigor más antiguo de Europa, un intercambio de reses para renovar cada año la paz, afirmándose la buena vecindad con pan, vino y exquisitos perniles de tocino. La paz es cosa fácil si existe voluntad.
Publicidad
El mundo rural esconde historias fascinantes. Hay que escarbar, pues la memoria es dispersa. Con el deshielo y las lluvias el Esca fluye «como una lengua». Bien lo saben los aficionados al kayak y los pescadores de trucha común a pulso apostados en los remansos. En ningún punto del valle, ya sea Uztárroz, Vidángoz o Garde, se conserva el roncalés, variante dialectal del vascuence o euskera; la última nativa parlante, Fidela Bernat, murió en Pamplona en 1991; en 1967 había muerto Ubaldo, el último montañés que sabía escribirlo.
La explotación forestal y la ganadería han sido las formas de vida tradicionales de estos pueblos. Hoy también viven del turismo rural. Los almadieros conocían el peligro de cada piedra en sus descensos. El humanista, historiador y matemático historiador y matemático jesuita murciano Bartolomé Alcázar (1648-1721), en su 'Chrono-historia de la Compañía de Jesús' (1710), describe cómo «árboles procerísimos» eran sacados en balsas (almadías) por cuadrillas venciendo montes, cortando riscos, abriendo cauces y haciendo cortes «con inmensos gastos».
Un jubilado de Sangüesa, Pedro Belascoain, investigador de archivos parroquiales de Navarra de los s. XII al XX, contó en su blog que desde Felipe V y Carlos III, «a resultas de las guerras con Inglaterra y Francia», las maderas empleadas para construir los barcos de guerra en los astilleros de Barcelona y Cartagena bajaban desde el Pirineo hasta el mar por los ríos Aragón y Ebro. «Lo mismo se hizo en Asturias, Galicia y Cataluña», según Belascoain. Una inundación causó estragos en 1787, llevándose medio pueblo de Urzainqui. Qué vidas...
Publicidad
Si no fuera por los dos bancos pintados con el arcoíris, hoy diríamos que no ha pasado el tiempo. Sapos parteros salen al paso; las campanas marcan los cambios de hora. Y cada calle empedrada conduce al inevitable Cerro de las Estrellas, donde aguarda el cementerio más conmovedor.
Prueba LA VERDAD+: Un mes gratis
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión