Feliz Día del Libro con retraso! Sí, fue ayer. No me explico cómo se te pudo pasar, con los fastos institucionales a todo trapo. En ... efecto, ya he empezado con el sarcasmo. Este año nuestra Región ha celebrado el Día del Libro con exactamente cero unidades de actos institucionales. Por no haber, no ha habido actividades ni en la Biblioteca Regional. Bueno, siempre nos quedan las redes sociales, que son gratis. Un hashtag, un diseño apañado, una foto bonica, una frase profunda y hasta el año que viene.
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Por decirlo un poco todo: estoy haciendo trampa. Estoy redactando esta pieza la tarde del jueves, para cumplir, con mi diligencia acostumbrada, con los plazos que marca el periódico. Así que no sé qué pondrán en redes el sábado 23 esos mandantes de nuestro Gobierno regional con responsabilidades en las cosas del libro. Vosotros, ahora, ya lo podéis buscar. Yo me he tenido que conformar con revisar un mes completo de sus cuentas de Twitter para poder apreciar la magnitud de su compromiso in-so-bor-na-ble para con la cultura escrita murciana.
¿Y cómo han quedado nuestros librescos próceres? Pues entre muy deficiente y no presentado. Ni la cuenta de la macroconsejería actual ni la específica de Cultura han tuiteado una sola vez sobre nada que tenga ninguna relación con los libros desde el 28 de enero. Tampoco el nuevo consejero, Marcos Ortuño, que en cambio sí se ha expresado sobre gastronomía (dos veces), tenis (una vez), atletismo (una vez), fútbol (dos veces), sardineros (una vez), Alberto Núñez Feijóo (tres veces) y procesiones (diecisiete). Que oye, igual aún no le ha llegado que asumió las competencias de Cultura que antes gestionaba Mabel Campuzano. Ella en cambio sí debe de ser consciente de que ya no es cosa suya, porque tampoco ha visto el hueco para tuitear nada relacionado con libros. Pero es que nada, ¿eh? Ni que me han regalado el Premio Planeta, ni que tengo el de Pérez-Reverte en la mesilla. Ni un mal marcapáginas que me ha traído la cría del cole, que lo ha hecho ella.
Tampoco el ICA, el organismo que reparte las ayudas de la cosa cultural, va muy allá: en todo el mes, un retuit. Igual su nuevo director, Manuel Cebrián: un retuit a la Biblioteca Regional. Pero casi que lo que ganan «fomentando la lectura» con sus honrosos retuits lo pierden con la convocatoria del Plan Asociarte, que deja fuera las iniciativas editoriales. Y no, no es que haya otro organismo público dedicado al impulso de la edición: la Editora Regional, semiprivatizada en su día y reconvertida en Ediciones Tres Fronteras, sigue sin dar señales de vida desde hace años, y nunca ha habido en la Región un ente como el Centro Andaluz del Libro. Y me apuntan por el pinganillo que incluso algún evento literario con financiación pública distingue entre autores participantes de fuera de la Región y autores de dentro. Para no pagarles a los de dentro ni el gasoil del desplazamiento.
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Voy a pillar. Les tengo manía. Tenían el tuit escrito y se lo comió su perro. Y otras excusas más chanantes aún: que los dramitas que se traen los tránsfugas Campuzano, Carrera y Liarte, poniendo y cesando amiguetes a la velocidad del rayo en los puestos clave de la Cultura regional, tienen el sector patas arriba y no hay quien se centre en lo literario. El año pasado dejaron más de diez millones de euros de presupuesto sin ejecutar, a ver qué tal va este. La carrerilla que están cogiendo con el nombra-cesa no hace presagiar nada bueno, y está por ver si el berrinche de Carrera y Liarte contra Campuzano se salda o no con el cese del director de la Biblioteca Regional.
¿Y mientras, qué hacemos, la gentecica del libro de la Región? ¿Quienes leemos, escribimos, editamos, distribuimos, prescribimos, prestamos, vendemos y/o fomentamos la lectura de libros? Estamos cogiendo ideas. Toma fuerza la de constituirnos en cofradía. Sacar a Tristante, a Moyano, a López Mondéjar y a Miguel Ángel Hernández a bordo de sendos pasos (me pido de costalero). También, por qué no, ponernos al servicio del Gobierno regional, salir a manifestarnos contra Sánchez que nos sube el precio de los tóner, colapsar la Gran Vía con nuestros manuscritos inéditos y/o presentarnos a la fuerza en un pleno municipal, cosa poco usual en un colectivo tan pacífico (y tan poco, ay, sindicalizado) pero que gana adeptos a la vista de las abultadas subvenciones concedidas a entidades como Proexport, Fecoam y Asopex (66.000 € por barba) «para la promoción de sus productos» (sic). Ojalá escribir lechugas.
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