¡Vade retro, algoritmo!

LA ZARABANDA ·

No de otra manera puede encararse esta diabólica herramienta de la cibernética

Miércoles, 9 de marzo 2022, 02:09

Nada. No hay forma humana de enfrentarse con esa desvergüenza que es el algoritmo, si no es tratándolo como al mismísimo Satanás. Se trata de ... un instrumento que, cuando te sientas delante del ordenador, se convierte en dueño y señor de tus movimientos. Y lo que es peor, sin dar la cara y en el más absoluto de los silencios. Si preguntas sobre el algoritmo, nadie te da una respuesta (ni clara, ni confusa), porque, lo mismo que ocurre con el Demonio, quienes podrían responder practican una opacidad total.

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Sentado delante del ordenador, ¿qué es usted?

–¡Una puta mierda!

Pare un momento el lector. Tampoco es eso. No es que digamos que digamos, pero tampoco digamos que no digamos. Eso sí. Siempre serás un pobre desgraciado a merced del algoritmo, ese espíritu malvado, controlador de todos tus movimientos informáticos (durante la navegación que llaman), incluido lo más simple, lo más más trivial...

–¿Como por ejemplo?

Pues, por ejemplo, consultar en Amazon cuánto cuestan unos apargates. ¿Habrá cosa más natural en el mundo que intentar apargatarse? Bueno, pues mejor no entrar en indagaciones. ¿Sabe usted por qué? Porque, si decide entrar, el algoritmo se las apaña para, automáticamente, anotarlo todo en la libreta que lleva su nombre de usted. Esto significa que, al cabo de un tiempo, la Cosa, o sea el chisme con su teclado y su pantallica, aun pareciendo inofensivos, lo saben todo sobre ti. Si te gusta el chocolate sin azúcares añadidos; si te cae mal algún político (o todos los políticos, en fin); si tienes querida, con o sin piso puesto; si te gustan las castañas asadas; si crees en Dios y si andas estreñido.

Todo lo que pueda imaginar un individuo lo anota el algoritmo. Si te interesas por una maleta en internet, en seguida te aparecen en pantalla no sé cuántas marcas, ofreciéndote cientos de maletas, maletines, baúles y mochilas, hasta hacerte la vida imposible. Porque además todo eso se te muestra esturreado entre las noticias de Google, acuciándote. Y si coincide, que coincidirá, con que te llame por teléfono una señorita de Vodafone (durante la comida o a la hora de la cabezada), ya solo te queda morirte en vida. ¡Joder!

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