Suena como a estraperlo

Cuando suben tanto y tan de pronto el alumbrado y los carburantes, y hay familias que no tienen para comer, el paisaje social va del tecnicolor al blanco y negro. ¿No pasó ya la época oscura? Llegó un momento en que la política consiguió poner la vida en situación de vivible. Y han transcurrido muchos años sin que volviesen las lacras de largas temporadas miserables. Esta 'nueva normalidad' que se nos anunciaba (se nos prometía) como un regreso a lo bueno y lo habitual, no se ha producido. Es un camelo.

No se entienden esas subidas escandalosas de productos que son imprescindibles para que la comunidad funcione. Es como si faltara el pan en las panaderías. Hablamos de un tipo de miserias que no encaja con los ordenadores, el internet y todo eso. Se suponía que darle al interruptor y que se hiciera la luz; meter la llave, girarla y que arrancara el coche; recibir un salario suficiente para comer todos los días, era ya coser y cantar. Algo solucionado hace mucho. Era sabido que el progreso rulaba y rulaba sin chirridos, sobre una superficie lisa y limpia de obstáculos.

–Ha sido culpa de la Covid.

No tiene por qué. El mazazo que han recibo el turismo, el consumo, la hostelería, la producción y el empleo no es justificación suficiente para esas subidas de precio tercermundistas. No podemos tolerar que los mismos políticos no se echen las manos a la cabeza. Complicar más aún la factura de la luz, cuando lo que tocaba era clarificarla, carece de sentido. Hemos vuelto a un tiempo antiguo que creíamos superado.