Quieren acabar con la escritura

–Así llaman ahora al

aparato.

Antes se decía: '¿Quién está al aparato?'. Y daba gusto preguntarlo, cuando no conocías a otro por la voz. Ahora ya, nada. El mismo chisme, que es tan listo, te lo dice. Y justo en ese momento incurrimos en pecado de pésima convivencia, diciendo por lo bajini: '¿Fulano? ¡Anda y que lo follen!'. Así nos luce el pelo. Vamos de listillos, porque el aparato ya no es una caja de sorpresas. Hasta los más tontos saben ahora quién está al aparato. La telefonía ha perdido casi toda su gracia antigua, porque se pasa de lista delatando a uno que solo desea preguntar cómo estás.

Pues no evolucionamos bien con estas modas que corren. Ahora les ha dado a los ejecutantes (me refiero a la gente que envasa algo y te lo quiere vender) por informarte de lo que a ellos les sale de donde sea, usando no ya la letra pequeña de antes, sino una pequeñísima, tipo cagada de mosca. La letra pequeña siempre tuvo muy mal cartel. La ponían en los libros, entre algunos párrafos de letra normal. Y eso era como decirte que, si no querías ser más listo que nadie, te la saltaras. Las 'entidades', ¡je!, la usaban mucho en contratos y cosas así, cuando te la querían meter doblada, pues ojos que no ven...

Quienes escriben con letra tan pequeña, no quieren que te enteres, por ejemplo, de los componentes de un producto. Han minimizado sus mensajes... ¡a propósito! Si reclamas, te responden que es legal, porque la ley no les obliga a poner un cuerpo de letra que sea inteligible. Ayer mismo me pasé un cuarto de hora buscando el 'sugar free' en unos caramelos de esos de bloque alargado. ¡A mi edad! También en los libros la letrica es cada vez más menuda, como cagada de mosca.

En semejante mundo, ¿cómo no va a fructificar un Putin?