El pobre Don Celes
LA ZARABANDA ·
Todo le sale mal y, peor todavía, en temporada de CovidLe juro al lector que, un día antes de que muriese el dibujante Olmo, creador de Don Celes, ya tenía yo escrita esta Zarabanda. A ... veces ocurren cosas así de inexplicables.
A tan curioso personaje casi todo le sale mal. Rectifico, en los últimos dos años, ya nada le sale bien. Y peor aún, sus patinazos propician, debido a lo mal que está el vivir, que nos lo tomemos a burla inmisericorde.
–¿Pero de qué Don Celes me está usted hablando?
Don Celes es un señor bajito, algo desgreñado, que luce un bigote enorme, corbata negra y chaqueta roja. Sale todos los días en los periódicos. Justamente en la página de Pasatiempos.
Su sino, como digo, es ir por la vida de fracaso en fracaso.
–Será un cenizo.
Sí, pero don Celes se lleva la palma. Solo que disimula y vuelve a levantarse. No hay día en que no sea el protagonista de un sucedido que se vuelve contra él. El caso es que todo lo hace con buena intención y fundándose en la lógica humana. Pero siempre yerra. Nuestro personaje trabaja mucho con perro y conejos. Él sabrá de dónde le viene la predilección. Pero nunca gana el perro, sino el conejo. Es como un sino, una maldición que no cesa. Los conejos de Don Celes son mucho más listos que su perro. Y los ratones, más espabilados que su gato. Y así va el hombre, manteniendo el tipo de por vida.
Una viñeta normal sería esta: Don Celes ve en un escaparate una pintura que consiste simplemente en un círculo negro. El precio en oferta es 1.000 euros. Ni corto, ni perezoso, él mismo dibuja en un lienzo dos círculos. Ofrece venderlo por 500 euros. Apoyados el cuadro y Don Celes en la acera, al lado del escaparate, el 'artista' espera en vano que alguien se lo compre.
Una viñeta reflejo de los tiempos que corren es como sigue. Un niño pela un plátano y tira al suelo las cáscaras. Don Celes le indica una papelera. El chaval recoge las peladuras y, desde la distancia, se las arroja a Don Celes, que aparece en la viñeta final con el desecho esclafado en su decepcionado rostro.
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