La tos como maldición

Todo esto que digo apenas ha trascendido. Salvo algún que otro caso que, por raro y llamativo, llega a los medios de comunicación. Es lo que ocurre con una secuela terrible que ha marcado, no sabemos si para siempre, la vida de una joven. Se trata de un golpe de tos, ni siquiera moderada, que persiste después de recibir el alta y tiene lugar... cada dos segundos. La chica ha tenido la entereza de comparecer ante las cámaras de la televisión. Y ha conseguido ponerle voz a su problema, explicándolo al tiempo que aguantaba esa tos intermitente, que no cesa y que, suponemos, le impedirá conciliar el sueño.

Otros contagiados han salido adelante (vamos a decirlo así), después de pasar largos meses intubados y boca abajo en la UCI. Y, desde luego, sobre los que han muerto, sus familiares y amigos no han podido despedirse de ellos de una forma mínimamente humana. Los perdieron de vista cuando se marchó la ambulancia y la escena que vino después fue la del enterramiento. Cada día mueren miles de personas en todo el mundo. Pero, como son tantas, en la percepción de los que seguimos vivos son solamente una cifra.

Todo esto contrasta con la frivolidad irresponsable de aquella gente que va a lo suyo, pensando que los dramas son para otros. Ponen en peligro su propia vida y también la de los demás, ignorando las normas preventivas que ayuden a salir cuanto antes de una situación tan angustiosa. Otros piensan que, como ya están vacunados, vale a todo. Y no es así. Vale, de momento, para vivir un poco más confiado. Pero no olvidemos que a un veinte por ciento no les sirvió de nada, tal como reconoció en su momento el propio fabricante.