Juventud enfadada

En esto de la pandemia, me parece a mí que no tiene mucho sentido repartir culpas, cuando lo que necesitamos son soluciones. Es verdad que los políticos no están funcionando como cabría esperar. Es como si estuvieran pensando más en sus triquiñuelas de siempre que en armonizar opiniones. Y si sus medidas no son siempre las más adecuadas, no deberían al menos desconcertar a la gente.

Volviendo al personal joven, no podemos demonizarlo solo porque un sector sea incapaz de atenerse a las normas. Estamos viendo a los adolescentes, incluso a los de menos años, llevar la mascarilla de una forma disciplinada y sin rechistar. Son conscientes de que vivimos/morimos una pandemia criminal, de la que, hoy por hoy, no podemos culpar a nadie. Han acudido de buen grado a que les pinchen la vacuna. Pero llegaron las esperadas fiestas navideñas, con lo que estas tienen de escenario para el descanso y la diversión, tras pasar un trimestre en las aulas. El Ómicron, con el aumento desorbitado de los contagios, obliga a cerrar el ocio nocturno y limitar el diurno, cuando ya tenían las entradas en el bolsillo. Algunos zagales y zagalas no han pedido la devolución del importe, sino que guardan la entrada para la Navidad de 2022.

Con ese estado de ánimo resulta comprensible que se enfaden si alguien les dice (en el plano particular o desde los medios de difusión) que la lucha contra la pandemia es achacable a su indisciplina. Yo, que soy viejo, me solidarizo con ellos y rechazo que se les culpe de lo que no tienen culpa.