Nadie ganaría esta guerra

–¡Oiga usted! –salta uno del PSOE.

Tranquilo. Lo que se dice cansino, los son todos. Blancos, rojos, azules y de todos los colores. No se diferencian tanto. Pero Putin, no sé. Es un espécimen de vigilante impasible. Mucho más que el americano. Joe Biden cumplirá en noviembre ochenta años. Parece inofensivo, pero más por viejo que por Diablo. Y el pobrecito Macron... A mí me ponen la mesa de seis metros que le puso Putin a Macron y, en lugar de hablar, saco el taco y las bolas, y a jugar se ha dicho. ¡Qué malasombra de tío! Seis metros. ¡Y cómo se enrecotinaba porque le fallaban los auriculares! Vete tú a saber si estaba escuchando la traducción simultánea o algo de Prokófiev.

No sé si es más o menos malo que el americano o el chino, pero la pinta no es buena. Desprende displicencia por todos sus poros. Hace un par de días predijo que de una probable guerra en Ucrania, no saldría vencedor nadie. Y recordó inmediatamente que Rusia posee armamento nuclear. Claro que eso es hablar por hablar. Son ya muchos los que tienen armas de destrucción masiva: los malos... y los malos.

–Dirá usted los malos y los buenos.

Digo lo que digo. Tal como anda el mundo, todos son malos y todos los buenos. Y mientras unos y otros presumen de atómicos, los de Ucrania se entrenan con escopetas de juguete. No es que se tomen a cachondeo la invasión, sino que no hay mosquetones para todos.

No sé qué pensará Borrell de todo esto. Bueno, ni Borrell, ni García-Page. Todos están confusos. Incluso la dirigencia.

–¿La de John Ford?

No. Esa era 'La diligencia'. Y también el Forito era cosa de los Ford. Está todo muy liado. A lo tonto, a lo tonto, Putin es el único que lo ha dicho hasta ahora: «No habrá ganador». Sería café para todos. Aunque, en lugar de una taza, serían tres tazas llenas. Y sin azúcar añadida.

–Apaga y vámonos.