Días de acíbar y espinas
LA ZARABANDA ·
El Real Murcia debería jugar mañana, por aquello de 'los jueves, milagro'Malos tiempos corren para el Real Murcia. No únicamente los cronistas, sino también los aficionados más incondicionales dicen que solo un milagro puede hacer que ... nuestro primer equipo ingrese en esa RFEF de nombre tan lamentable. Pero, claro, por fea que sea la denominación de dicha Liga, aún sería mucho peor quedarse en la inmediatamente inferior.
La única salida que nos queda es ganarle al Tamaraceite (o Atamarazait, palabra aborigen de Gran Canaria que significa 'paso entre palmeras'). A estas curiosidades nos lleva militar tan por abajo. Acerca de la probabilidad de que solo Dios (o algún santo propicio) nos libre de la hecatombe, recuerdo que el capellán del Real Murcia, el animoso don César, me decía: «Comprenderás, hijo mío, que mi confianza en la voluntad divina es infinita, pero, en esto del fútbol, si la pelotica dice de no entrar en la portería, pues no entra».
Para salvarse, el Murcia necesita nada menos que esto: ganarle al Tamaraceite el domingo en nuestra casa; que el Sevilla Atlético, que además nos lleva ventaja en goles, no le gane al Linense; y que el Córdoba pierda ante el Cádiz B. No está el asunto como para tirar cohetes.
Tocante a la intervención del Más Allá, mala cosa es que tenga que ser en domingo. Y eso se debe a que ya Berlanga, en 'Los jueves, milagro', estableció que estos sucesos, al menos en España, deben tener lugar a mitad de semana. En aquel pueblecito llamado Fontecilla (donde precisaban con mucha urgencia atraer visitantes para animar su alicaído balneario), el insuperable Pepe Isbert se aparecía cada jueves, convenientemente ataviado, interpretando a la persona de San Dimas, una vieja talla del buen ladrón que se guardaba en la iglesia.
Y en esas estamos. A resultas de que la Junta Directiva (o la Federación o quien corresponda) decrete que el encuentro pase de domingo a jueves. Bien a este que viene, que es Santa Judit, bien al siguiente, que lo veo más propicio por ser la festividad de la Virgen de Fátima. Pero todo esto siempre que no se cumpla el desalentador vaticinio de don César. Y eso que, en su tiempo, la pelotica entraba mucho más que ahora.
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