¿Convocar elecciones? ¡Amos, quite usted!
LA ZARABANDA ·
Vengan los comicios sin forzarlos, no sea que se enfaden y salgamos perdiendo
Se lo digo a Quien Corresponda, con la misma sinceridad que, antes de dormirnos, se lo comento a mi mujer. O sea, dejemos al macho ... mear, vengan los comicios cuando toque según el almanaque y no los forcemos, no sea que se enfaden y todo se vuelva del revés. Me permito hacer esta consideración tras el éxito de Ayuso en Madrid. Por cierto, no se piense nadie que la pregonada libertad en la Corte se vaya a estirar como si fuera un chicle, tomando al pie de la letra la propaganda electoral, y permitiendo que todo dios se salte a la torera la normativa sobre la pandemia, como han venido haciendo hasta ahora un puñado no pequeño de irresponsables.
Ya vuelan por los tejados sugerencias para tocar a rebato comicial. Voces amigas (y algunas enemigas disfrazadas de incondicionales) andan diciendo por Trapería y aledaños que el PP de aquí debería romper la actual baraja, para convocar ya mismo elecciones. «¡Cuidaaaado!», que diría José Mota. Otros responderán haciendo suyo el título (tan contundente) de esta croniquilla de primavera: «¡Amos, quite usted!». Y un viejo refrán de muy huertanas raíces: 'Más vale pájaro en mano que ciento volando', debería escribirse con letras gordas, en las paredes de la sala donde se reúnan quienes toman (o solo el que las toma) esas decisiones en el partido.
Podría pedírsele consejo, si acaso, al Tío Pencho, como una atención a su sabiduría huertana, ahora que su padre artístico (Manolo Sánchez Baena MAN) ha sido nombrado póstumamente Hijo Adoptivo de Murcia. Seguro que la sugerencia será no andar con prisas, conociendo la melsa de zorro viejo que calza el personaje. Pero, mucho ojito, que el riesgo acecha.
En política hay que tener en todo momento el pavo amarrado y lejos de la vía. Confiarse diciendo: «¡Madre, apague usted la luz, que no puedo dormir de curro que soy!», es creerse listo de más. Recordemos aquella 'Bamba' (en la versión de nuestra infancia, con la letra probablemente desfigurada) que nos advertía sobre las dificultades de un futuro demasiado exitoso: «Para escalar el Cielo / se necesita / una poca de gracia, / una poca de gracia... / y otra cosita». ¡Chim pum!
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