AstraZeneca como 'poblema'

Atención a esta nueva noticia acerca de la vacuna de Oxford. Las autoridades británicas han reconocido a sus ciudadanos el derecho a elegir. Es una decisión democrática a tope. Pero esta posibilidad no la encaran (ni se les pasa por la cabeza ponerla en práctica) a tantos políticos que, en los mítines, presumen de ser más demócratas que la madre que nos parió e incluso que el griego que inventó esta manera de gobernarse.

En Gran Bretaña, desde el primero de junio, los menores de cuarenta años podrán elegir. Si prefieren Pfizer, pues Pfizer que les inyectan. Si les gusta más Moderna, pues Moderna que les ponen. ¿Y por qué no AstraZeneca? La respuesta oficial es 'porque las ventajas ya empiezan a no superar tan abrumadoramente los riesgos que implica administrarla'. Este sería un paso más del tan manido eslogan: 'Los beneficios son superiores a los riesgos'.

Cuando te acercas a cualquier cola de vacunación, escuchas a no pocas personas: '¿Y de qué marca es la vacuna?'. He aquí un indicio claro de que la población no se fía de la inventada en Oxford. Este producto empezó mal su andadura. Los propios fabricantes dijeron que no debía ponerse a los ancianos. Y después apareció lo de los trombos. Estos días (quiero decir a estas alturas) en la propia España se ha retrasado la segunda dosis de varios colectivos vacunados con AstraZeneca, por estar sometida a investigaciones.

Todos los medicamentos encierran algún riesgo. Sin embargo, los tomamos sin leer el papelico de las contraindicaciones y los efectos secundarios. Esa es del todo verdad. Pero las cosas están como están y habrá que tomarlas de la mejor manera.