40 años haciendo la mejor cocina

LA ZARABANDA ·

Fran ha logrado, en su Jota Ele, la conciliación entre calidad y precio

Sábado, 29 de enero 2022, 09:24

Alos restaurantes, como a las personas, se les nota a la legua si tienen sustancia. Al Jota Ele (pegado al Jardín de Santa Isabel) no ... se le han ido jamás los murcianos ilustres del monumento a La Fama. Por algo será. Hablo de los que con sus nombres lucen en la columna del fondo Este de la céntrica y recoleta plaza. Cuando entras al local tomas conciencia de que en aquella cocina están trabajando mucho y bien. No estoy haciendo publicidad al uso, pues no es mi estilo, sino que dejo constancia de una sensación tantas veces confirmada.

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La primera garantía de que allí funcionan seriamente queda a cargo de Fran, cuando cada mañana sube en la escúter (así llama él a la motico) y se acerca al Mercado de Verónicas, para hacer acopio minucioso de la mejor mercancía. A partir de ahí ya todo discurre bajo su batuta (desde la atalaya de la barra) hasta asegurarse de que los comensales se sienten a gusto. Y muy bien deben de haber ido las cosas para que, últimamente, cuelgue de la fachada del Jota Ele un cartelón que anuncia que se han cumplido cuarenta años dando de comer a una fiel clientela. Allí se anuncian celebraciones diversas para las que se espera contar, en 'Las estrellas de mi tierra', con los maestros murcianos que poseen el galardón Michelin. Acudirán también, en 'Mis amigos', los responsables del Churra, Morales y La Pequeña Taberna.

Muestra Fran predilección por los buenos vinos. Cuando le hice la Entrevista Impertinente, se presentó con una muestra de lo mejorcito de Jumilla, elaborado por Juan Gil, a cuyos caldos (así como a los Ribera del Juá) les pone banda sonora Roque Baños. Pretende organizar una degustación de 'Vinos del mundo' que será sonada.

A Fran le ayudan (además de José Antonio Soler en la cocina) dos veteranos (Jose Roca, moreno, y José Julián, rubico), que han conectado felizmente con el público. Sus comienzos fueron eminentes. Nada menos que elaborando las famosas pastillas Alonso, de café y leche. María, su hija, que será continuadora del negocio, ultima su formación practicando en otros restaurantes.

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Al Jota Ele llegas y, en seguida, ¡hala!

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