La media España vieja (o solo medio vieja) espera con ansiedad que la ministra Calviño cumpla su palabra. Dijo el otro día que, en el ... plazo de un mes, los bancos tendrán que aclararse en lo tocante a la relación telemática con sus clientes. Resulta que las entidades, tras desmantelar y cerrar qué se yo cuántas oficinas, nos obligan a los usuarios a que actuemos antinatura, forzándonos a manejar instrumentos digitales que, hoy por hoy, todavía son mortales. La respuesta de los bancos para quienes pretenden realizar alguna gestión (incluso la más simple y habitual) se ha complicado tanto, que están provocando la desesperación de miles de personas que se arman un lío con el ordenador, el móvil y la mezcla de ambos artilugios.
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Con la excusa de que pretenden que no le roben a nadie su dinero, las entidades se empeñan en que todo el mundo conozca al dedillo unas técnicas que, para muchos, significan un desespero insoportable. Hasta las gestiones más ordinarias (entrar en la cuenta corriente para saber por dónde anda uno, sacar dinero, poner al día la libreta o hacer una transferencia) exigen conocimientos y mañas que muchísima gente no posee.
La banca, en un alarde de ir a su particular apaño, no ha tenido el detalle de pasar a esta nueva etapa (tan postmoderna) utilizando técnicas claras y asequibles. Lo complica todo con exigencias de contraseñas, pines y demás, que podrían reducirse a fórmulas más elementales y llevaderas. Tengo entendido, aunque no estoy seguro, que los contactos banca-cliente han quedado en manos de alguien llamado Algoritmo. Con una frialdad que te cala hasta los huesos, ese mecanismo, creo que matemático, se encarga de ponerte una y mil pegas, llegando a aburrir incluso a los más pacientes. Porque ya no es solo que piden cuarenta peplas (estando tú con el ordenador en una mano y el móvil en la otra, completamente hecho un lío), sino que incluso si se produce el milagro de que lo hagas todo bien, el Algoritmo llega y falla.
Y, entonces, vuelta a empezar. Hasta que llega un momento en que desesperas y te defecas en el Algoritmo, por tratarse como se trata de un verdadero gilipollas.
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