¡Oh, vosotros! ¡Abandonad toda esperanza!
LA ZARABANDA ·
Moncloa da por muerta la ilusión de ir a Madrid rapidico por Cieza y HellínNos lo han hecho saber desde donde Ayuso. Con toda claridad y sin dar pie para que renovemos la añeja aspiración. No hay nada que ... hacer. Ni para los que estamos con un pie en el huerto, ni para quienes todavía seguirán cogiendo los tomates con la fresca.
Lo ha verbalizado (sin titubeos ningunos y con templada voz) el ministro de la cosa ferroviaria. Moncloa retira la alarma Covid y refuerza la alarma tren. No ha sido aquello de 'pues vamos a ver', 'es cosa de seguir estudiándolo' o 'puede que llegue un día'. Le han echado el definitivo tablacho a la probabilidad de que, alguna vez, los de aquí de Murcia viajemos a Madrid (y regresemos igualmente) a bordo de una velocidad digamos moderna. Tipo AVE, joder, dicho sea con la misma contundencia que ha empleado Moncloa.
–Pasando, desde luego, por Cieza y Hellín.
Y por Calasparra, si es que me apuras. Pero 'quiá'. Nos han venido a decir aquello que largó más o menos el Dante, a la entrada misma del túnel que lleva al Infierno: «¡Oh, vosotros, los que esperabais, abandonad toda esperanza!».
Para que se vea cómo aquello trajo esto. Entiendo por aquello, como escribía nuestro Miguel Espinosa, un acuerdo funesto que firmó la murciana autoridad a la sazón. Fue cuando se dejó engatusar con el camelo de que, pasando por Monforte y Villena, territorio de Jaime El Conquistador, entraría un AVE a la semana siguiente en los dominios de Alfonso el Sabio. ¡Bien que se la metió el suegro al yerno! Y de retruque a su propia hija, Doña Violante, que estuvo la muchacha en un tris de abortar. Y no hubo AVE, ni siquiera cuando medió Felipe III el Atrevido.
Tiempo después, los murcianos sureños de la capital decidieron plantarse, armando lícito follón principalmente en las entrevías de Santiago el Mayor. Se echaron a la calle y no volvieron a la mesa camilla hasta conseguir un subterráneo, para meter bajo tierra el dichoso AVE. Así podría crecer la ciudad hacia abajo, algo que estaba pendiente desde el 29 de enero de 1249, que fue cuando se casó Doña Violante y se hizo la petición del soterramiento.
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