Alberto Núñez Feijóo está a la espera del poder; y el PP, también. En mayo de 2023, alcanzaron la presidencia de muchas comunidades autónomas, la ... alcaldía de muchos municipios y la presidencia de diputaciones y cabildos. Pero en julio de ese mismo año no alcanzaron La Moncloa. Y Feijóo quiere alcanzarla; y el PP, también; lo necesitan. Y parece que lo necesitan con una urgencia perentoria. Y lo quieren ya, cuanto antes. Tienen fe en conseguirlo, pero no parece que tengan paciencia.
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Pero ¿acaso esta espera será corta? ¿Es que va a haber elecciones inmediatas? En todos los foros políticos, el PP repite una y otra vez la misma cantinela: exigen elecciones generales ya. Las piden en el Congreso y en el Senado; en las manifestaciones callejeras, y en las conferencias de prensa; las piden los altos dirigentes, y los medianos, y los que aspiran a salir en la foto; y los que no aspiran a nada y se limitan a repetir las consignas del partido; y lo repiten una y otra vez con la fe del carbonero. Dicen: «España no se merece este Gobierno. Elecciones, ya». Y para reforzar estas exigencias, ahora resulta que también Felipe González y Emiliano García-Page están pidiendo elecciones generales anticipadas, con la excusa de que se distancien de las autonómicas, no vaya a ser que el supuesto desprestigio de Pedro Sánchez vaya a perjudicar a los García-Page que por ahí pululan.
Quizás con esto de Santos Cerdán se acorte la espera. Sin embargo, según la Constitución, el único competente para disolver las Cortes y convocar elecciones generales es precisamente el presidente del Gobierno. Y parece que Pedro Sánchez no está por la labor. Repite, una y otra vez, a todo el que quiera oírle, que las elecciones generales serán en 2027, que se van a respetar los tiempos constitucionales; vamos, que no está dispuesto a ceder ante las exigencias del PP. Lo cual, desde su punto de vista, no deja de tener cierta lógica: si se le está pidiendo que convoque elecciones para desalojarlo de La Moncloa, se entiende que no esté dispuesto a ceder, por aquello de que ni los pavos ni los pollos quieren que llegue la Navidad.
No digo yo que el PP debería dejar de insistir. No está mal este alarde de voluntarismo. Puede seguir durante dos años exigiendo elecciones generales anticipadas. Sin embargo, por lo menos los altos dirigentes deberían ser conscientes de que la legislatura va a ser larga; y que la espera, de seguir con estas prisas, se les va a hacer interminable.
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Más aún, si me lo permiten, yo añadiría una reflexión más que debería hacerse en la intimidad del estado mayor de Génova 13: bien mirado, esta larga espera de dos años a quien más beneficia es al PP y al propio Feijóo. Estos dos años de espera los necesitan tanto el PP como el propio presidente nacional del partido para solucionar algunos problemas, que son precisamente los que le impiden ganar con mayoría absoluta. Sin ánimo exhaustivo, podríamos destacar algunos de ellos:
1.- Durante estos dos años de espera, Feijóo tiene que consolidar su liderazgo interno. El partido necesita un solo líder. Hay que cerrar filas en torno a ese líder. El partido no puede vencer con dos líderes. Por un lado, Feijóo, con un discurso que quiere ser moderado, o eso dice, y que nadie le aparte de la centralidad. Y por otro, Isabel Díaz Ayuso, populista, hiperbólica, radical y un poco demagógica. Feijóo tiene que optar entre ser un líder que vino de Galicia a no insultar, o tratar de imitar a Ayuso. Si decidiese esto último, eso sería su muerte. Porque las bases del partido siempre van a preferir el original a la copia. O quizás se cansen de los dos, y el partido termine mirando hacia Andalucía. Lo que no puede Feijóo es ser unas veces moderado y otras populista. Si no aprovecha esta espera de dos años para definir su propio perfil de líder, no alcanzará La Moncloa, y el partido terminará sustituyéndolo.
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2.- En segundo lugar, estos dos años de espera han de servir para consolidar la imagen del partido como una derecha moderada. El PP no debería dejarse arrastrar por lo cantos de sirena de los extremismos. Ha de aguantar en la moderación. Si el PP intenta parecerse a Vox, la gente terminará votando a Vox.
3.- Y, en tercer lugar, el PP debería aprovechar estos dos años para mejorar su estructura y sus mensajes en Cataluña y en el País Vasco. Desde luego, es muy difícil llegar a La Moncloa con unos resultados tan pobres como los que ahora tiene el PP en estas dos regiones con tanta población. Hay que mejorar. Y, en todo caso, habría que intentar tender puentes a las derechas nacionalistas. Habría que intentar que en una futura investidura apoyasen al candidato del PP. Y, para ello, no hace falta hablar catalán en la intimidad. Basta, simplemente, con usar la cabeza.
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Así que, durante estos dos años de espera, paciencia y barajar.
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