Así me parece

Diez millones de votos

No sólo hay que ganar en las urnas, sino que el PP ha de ser capaz de pactar una mayoría parlamentaria. Feijóo es consciente de ello

El pasado fin de semana, el PP celebró su Congreso Nacional. Fue todo un éxito. Los compromisarios salieron eufóricos. Se ven ganadores en las próximas ... elecciones generales. Y las encuestas les dan la razón. La única cuestión a dilucidar es si podrán gobernar solos o necesitarán pactar con Vox. Y esta duda, sin llegar a aguar la fiesta, introduce un punto amargo de inquietud. El recuerdo de las generales de 2023 pesa como una losa. No sólo hay que ganar en las urnas, sino que el PP ha de ser capaz de pactar una mayoría parlamentaria. Feijóo es consciente de ello. Por eso, en uno de sus discursos, ha establecido como objetivo estratégico del partido alcanzar en las urnas los diez millones de votos. A este respecto, suponemos que el estado mayor de Génova, 13, se habrá hecho varias reflexiones, y habrá planteado escenarios alternativos:

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1.- En primer lugar, para alcanzar esos diez millones de votos, el PP ha de convencer a más gente en Cataluña y en el País Vasco. Lo que implicará, por un lado, mejorar sus infraestructuras territorial y sectorial, y sus posibilidades de activarlas electoralmente. Seguramente, habría que incrementar la afiliación. Pero también sería cuestión de seleccionar a los mejores como dirigentes locales y sectoriales. En los barrios, en los pueblos, en las aldeas, y en las asociaciones y sindicatos de Cataluña y del País Vasco el PP necesita gente convencida y dispuesta a trabajar por el partido sin esperar nada a cambio. En ambas regiones, será una tarea muy difícil.

Y, por otro lado, el PP ha de afirmar su identidad y su imagen con dos mensajes muy claros: el PP es un partido netamente español, defensor de la unidad de España, de modo que no concibe España sin el País Vasco o sin Cataluña. En alguna época, el PP ha tratado en esas regiones de parecerse a los nacionalistas. Y esto fue un error. El electorado prefiere el original a la copia. Pero, además, el PP, como partido claramente español, es escrupulosamente respetuoso con las identidades regionales. En España no hay más que una nación, la nación española, pero las identidades históricas y culturales del País Vasco y de Cataluña son unas realidades incontrovertibles y dignas de respeto, pues en esa pluralidad de identidades regionales reside, incluso, la propia esencia de una España unida.

El respeto a las identidades vasca y catalana no significa que el PP esté dispuesto a dejarse chantajear por los separatistas. Pero sí que implica que los dirigentes del PP no intenten, en esta materia, parecerse a Vox. Si, porque alguien hable catalán, una dirigente como Díaz Ayuso abandona una reunión, no está ofendiendo al orador, sino a todo el pueblo catalán.

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2.- En segundo lugar, el PP ha de afincarse definitivamente en la moderación, sin incurrir en contradicciones ni ambigüedades. Feijóo no puede decir un día que a él nadie le va a mover de la centralidad, y pocos días después, en el Congreso de los Diputados, pronunciar un discurso contra Pedro Sánchez desaforadamente extremista, radical e hiperbólico, absolutamente impropio de un hombre de Estado. Hay tres millones de españoles que, por razones éticas, históricas y políticas, entienden que España necesita moderación. El comportamiento de Feijóo le ha hecho a ese sector de la sociedad albergar muchas dudas: ¿es eso lo que Feijóo entiende por moderación? ¿Es ese el camino hacia el centro? ¿Es así como quiere conseguir esos diez millones de votos? ¿Qué parte del concepto de moderación es la que no ha entendido el señor Feijóo?

3.- El segundo escenario que habría que plantear se referiría a lo que puede ocurrir si el PP gana, pero no obtiene ni los diez millones de votos ni la mayoría absoluta. Este segundo escenario, la verdad, no está muy claro. ¿Con quién pactaría Feijóo? Dijo que no habría cordón sanitario para Vox. Sin embargo, pocas horas después, Tellado y el mismo Feijóo nos han dicho que podría pactar la investidura con Vox, y la legislatura, pero que Vox no entraría en el Gobierno. Lo cual añade todavía más confusión, porque, ante todo, ¿alguien le ha preguntado a Vox si está dispuesto a investir a Feijóo como presidente del Gobierno sin pedir nada a cambio? Y más aún: después de lo ocurrido en ayuntamientos y comunidades autónomas ¿alguien se cree de verdad que el PP no esté dispuesto a pactar con Vox?

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Obviamente, en Génova 13 saben que sus relaciones con Vox disminuyen su capacidad de pactar con otras fuerzas políticas. ¿Qué hacer, pues? En mi opinión, desde ahora, el PP debería hacer dos cosas: primero, afirmar sin titubeos su identidad como partido moderado. Y, segundo, manifestar un absoluto respeto a las identidades regionales. Un PP moderado y respetuoso sería el partido al que muchos españoles quisieran votar. No sé si se llegaría a los diez millones de votos, pero así, desde la moderación y desde el respeto, el PP habría salvado tanto su propia dignidad como su obligación histórica de contribuir a una convivencia en paz y en libertad.

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