Después de las urnas del 12-M
Así me parece ·
A primera vista, podríamos considerar imposible que el PSOE cometiese el disparatado error de investir a Puigdemont, tirando por la borda el triunfo del PSCLas elecciones catalanas del pasado domingo no han causado ninguna sorpresa. Sus resultados han sido, más o menos, los vaticinados por la mayoría de las ... encuestas. Tampoco están sorprendiendo sus consecuencias políticas. Los debates y las incertidumbres están siendo también los esperados. Son múltiples estos efectos políticos, y muchos de ellos están interrelacionados. De lo que se acuerde en Cataluña, dependerá, en parte, la estabilidad del Gobierno de Sánchez. Y de cómo se supere la crisis interna surgida en ERC, dependerá el que se llegue, o no, a un acuerdo de investidura. Pero, de todas estas incertidumbres que suscita el resultado de las urnas catalanas, hay una especialmente significativa: ¿realmente este resultado supone la muerte del 'procés', el final de un modo de hacer política separatista, caracterizada por la unilateralidad y la falta absoluta de respeto a la Constitución, a las leyes, al Tribunal Supremo y al Tribunal Constitucional? ¿Ha muerto, o no, el 'procés'?
Borja Semper y Alberto Núñez Feijóo han puesto el parche antes de que salga la herida. En nombre del PP, han afirmado que, con estos resultados catalanes, el 'procés' no ha muerto, y que seguirá vivo porque Sánchez lo necesita para permanecer en La Moncloa. Si esto fuese así, supondría que Sánchez está dispuesto a sacrificar a Salvador Illa, ordenándole que apoye con su abstención la investidura de Puigdemont como presidente de la Generalidad. A primera vista, podríamos considerar imposible que el PSOE cometiese el disparatado error de investir a Puigdemont, tirando por la borda el triunfo electoral de PSC. Pero estamos hablando de Sánchez, y de sus ansias ilimitadas de permanecer en La Moncloa. También decíamos el año pasado por estas fechas que la amnistía era imposible de plantear, porque resultaba claramente un grave error político cuestionar la autoridad moral de la Judicatura, y porque el Estado español no podía humillarse hasta tal punto ante los separatistas. Todo esto lo decía hace un año el propio Sánchez. Y miren dónde estamos. Así que, las dudas planteadas por Feijóo y Semper, aunque parezcan inverosímiles, no dejan de ser inquietantes.
Cabe suponer, sin embargo, que este panorama no se va a producir, y que Feijóo y Semper se habrían equivocado en su profecía. Salvador Illa será investido presidente de la Generalidad con el apoyo de ERC y de los Comunes, que, junto con el PSC, suman la mayoría absoluta. Y ello por varias razones: primera, porque no le conviene al propio PSOE. Ni en Cataluña ni en el resto de España se entendería ceder tanto ante Puigdemont. Quedaría demasiado al descubierto que Sánchez sacrificaba los intereses de su propio partido para garantizarse la estabilidad de su Gobierno. Segunda, porque tampoco con el apoyo a Puigdemont quedaría garantizada ni mucho menos dicha estabilidad en Madrid, pues a ERC la resurrección de Puigdemont es lo que menos le conviene, ya que propiciaría consolidar la hegemonía de Junts en el ámbito nacionalista. Y también los votos de los diputados de ERC son imprescindibles en Madrid para la estabilidad del Gobierno. Y, tercera, porque de no salir investido Salvador Illa, de no ser esta la solución, no habría más remedio que ir de nuevo a otras elecciones, lo cual parece que no le conviene a nadie.
Imaginemos, pues, que Salvador Illa logra la investidura. Este bajón importante del voto separatista que se ha reflejado en las urnas ¿de verdad significa la muerte del 'procés'? Pedro Sánchez así lo entiende. Considera que su política de condescendencia y perdón con los separatistas ha sido poco menos que refrendada por las urnas catalanas. Y algún analista político llega a afirmar categóricamente que el 'procés' ha muerto.
¡Ojalá que Sánchez y esos analistas políticos tuviesen razón! ¡Ojalá que el 'procés' hubiese muerto realmente! Para justificar el impulso a la proposición de ley de amnistía, Sánchez y el PSOE, entre otras razones, decían que serviría para normalizar la vida política en Cataluña. Y esto realmente se habría cumplido, si fuese cierto que el 'procés' hubiese muerto en las urnas del 12 de mayo. Muchos, y yo el primero, tendríamos que reconocer públicamente nuestro error al criticar la proposición de ley de amnistía, y al negar que fuera a servir para moderar y atemperar la vida política de Cataluña. Me encantaría pedir perdón por el error que hubiera supuesto este tipo de críticas.
Sin embargo, me temo que el 'procés' no ha muerto, sino que las urnas le han obligado a retirarse a sus cuarteles de invierno, a aletargarse, a iniciar un periodo de hibernación, a la espera de mejores tiempos. Pero los separatistas volverán a la carga. Porque ni el perdón que han supuesto los indultos, ni el olvido que va a suponer la amnistía, han logrado sanar o curar sus delirios identitarios. En cuanto puedan, volverán a las andadas. A menos que el PP y el PSOE, en un alarde de grandeza de alma, se pusieran de acuerdo en una reforma del Título VIII de la Constitución. Eso sí que sería la muerte definitiva del 'procés'.
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