Cortina de humo
El mayor problema que tiene Sánchez no es la regeneración democrática, sino el hecho de que se encuentra el frente de un Gobierno que no es viable
Mucho me temo que lo ocurrido la semana pasada con el presidente del Gobierno no sea más que una cortina de humo, una maniobra de ... distracción para que los españoles no piensen en otros problemas más graves que aquejan a este país. Y me temo incluso que muchos políticos se hayan tragado el engaño. Se comprende que el presidente del Gobierno se haya sentido afectado por el hecho de que un juez de Madrid, en base a recortes de prensa, haya admitido una denuncia en la que pudiera estar implicada su esposa. Se comprende que Pedro Sánchez sea de carne y hueso, y que tenga, como todo el mundo, sus afectos y sus debilidades. Este bajón moral justificaría su preocupación personal y su indignación. Nos podría pasar a cualquiera. Y hubiera sido admisible que el presidente del Gobierno, por estas razones, pasara varios días malhumorado. Todo esto sería comprensible. Pero, desde luego, tenemos que empezar a decir con claridad que la cuestión de los insultos, la agresividad, las denuncias sin fundamento y el desprestigio de la vida pública no constituye ni mucho menos el problema más grave y más preocupante que padece España. Hay otras cuestiones todavía más graves y sobre las que sí debería reflexionar el señor Sánchez. Y tomarse para ello diez días, o veinte, o los que necesite. Porque no hace falta ser ningún lince para comprender que el mayor problema que tiene Pedro Sánchez, y que afecta a la estabilidad política de este país, no es la regeneración democrática, sino el hecho de que se encuentra el frente de un Gobierno que no es viable, que no tiene futuro. Ni a corto ni a medio plazo.
Pedro Sánchez debería asumir que no puede seguir gobernando dependiendo de si cumple, o no, las exigencias de los separatistas, o si se atiene, o no, a lo que le reclaman los comunistas de Sumar.
Como ayuda a esta reflexión presidencial, podríamos efectuar algunas consideraciones analíticas:
La oposición ha caído en la trampa y, en vez de hablar de los problemas más graves, se está limitando a seguirle el juego al presidente
1. Es cierto que, desde que en 2018 asumió la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez ha tenido que afrontar graves y extraordinarias situaciones. Y lo ha hecho con bastante éxito. En primer lugar, una pandemia. Fue un acierto el conjunto de medidas que adoptó para luchar contra la enfermedad, a pesar de la oposición obcecada de la derecha política. Y fueron un acierto los ERTES, que evitaron los graves perjuicios que se podrían haber causado en el tejido empresarial y en los puestos de trabajo. Y fue un acierto conseguir que la Unión Europea afrontara esta crisis con solidaridad y audacia, mutualizando la deuda pública y flexibilizando las exigencias del control del déficit. También ha sido un acierto la reforma laboral, adoptada pese a la oposición de la derecha política.
Después de la pandemia, han estallado las guerras de Ucrania y de la franja de Gaza, en las que el Gobierno de Pedro Sánchez ha colocado a nuestro país siempre en el lugar correcto.
2. Así pues, ¿qué ha ocurrido entonces? ¿Por qué el pueblo español no ha votado al PSOE masivamente? Son datos irrefutables: primero, en las elecciones andaluzas el PSOE perdió a muchos votantes. Y, después, el 28 de mayo de 2023, el PSOE de Pedro Sánchez recibió un tremendo castigo en las urnas.
Este debería ser el punto de partida de la reflexión: ¿por qué ocurre esto? El Sr. Sánchez se debería plantear que quizás el pueblo español, los de derechas, pero también los de centro y de algunas izquierdas, no le perdonan su pacto con los comunistas y con los separatistas. El Gobierno ha adoptado ciertas decisiones, por influencia de los comunistas, que han alarmado a parte de la sociedad. Esto lo debería admitir Pedro Sánchez. Así como aceptar que tampoco le han perdonado lo de los indultos, lo de la reforma del Código Penal, y, ahora, lo de la amnistía... Y este es el problema más grave que tiene España, el que afecta a su estabilidad política. Y, al mismo tiempo, es el problema más grave de Pedro Sánchez, cuyo dilema es tremendo: sin los separatistas y los comunistas, no puede mantenerse en el Gobierno. Pero con los separatistas y los comunistas es imposible gobernar, porque sus exigencias llevan a España al desastre.
Pudiera haber ocurrido que, la semana pasada, el Sr. Sánchez hubiera tenido un intervalo lúcido, y hubiera comprendido por fin su situación. Y, quizás, al asomarse al precipicio de su propio futuro, haya sentido un escalofrío, y un deseo irreprimible de pararse en seco y retirarse a meditar. Y entonces fue cuando lanzó la cortina de humo sobre su enamoramiento y su desmoralización. Y lo malo de todo esto es que la oposición ha caído en la trampa, y, en vez de hablar de los problemas más graves, se está limitando a seguirle el juego al presidente. Quizás deberíamos llamar también a Feijóo a la reflexión. Y que se convenza de algo elemental: podremos renovar, o no, el Consejo General del Poder Judicial. Pero que conste que ese ya no es el problema más grave.
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