Año Nuevo
Así me parece ·
Me temo que 2024 no va a ser precisamente bueno. Seguiremos con los mismos problemas. Y algunos se agravaránSi en un intento de prospectiva política partimos de los datos actuales, por muy buena voluntad que pongamos, resultará muy difícil ser optimista. Me temo ... que el año 2024 no va a ser precisamente bueno. Seguiremos con los mismos problemas. Y algunos se agravarán.
En el panorama internacional, Putin seguirá violando las normas del Derecho humanitario internacional. Continuará la invasión de Ucrania. Y la guerra no terminará el próximo año. Putin sabe que en las heladas llanuras de Ucrania se juega su propia supervivencia. Y, en todo Occidente, sabemos que los ucranianos están luchando, no sólo por su independencia e integridad territorial, sino también en defensa de los valores de libertad y democracia que constituyen los cimientos de nuestra cultura política. Los ucranianos están dando la cara por todos nosotros, y están muriendo, en esas trincheras avanzadas, por los valores occidentales. Por eso tenemos el deber moral de seguir ayudándolos. Sin flaquear. La guerra de Ucrania es una guerra de desgaste. Nuestra esperanza es que ni la economía ni la sociedad rusas soporten los elevados costes de la guerra, y que sean los propios rusos, hartos de sacrificios, los que acaben con Putin y con quienes lo apoyan.
La masacre en la Franja de Gaza por el ejército israelí durará menos. No sabemos a cuántos palestinos tendrá que matar Israel para que considere destruido al grupo terrorista Hamás. Los espantosos crímenes terroristas cometidos el 7 de octubre por Hamás, merecieron el indignado y justo reproche de todo el mundo civilizado. Pero la reacción de Israel ha sido desmedida y desproporcionada. Se está incurriendo en el genocidio y en el crimen contra la humanidad. Netanyahu, para salvarse él, está abocando al desprestigio a toda la nación israelita, que está perdiendo su histórica legitimación moral y política.
Y luego están las guerras olvidadas. Las del Sahed, las de Sudán, las de varias regiones más de África. Antonio Guterres está demostrando ser un gran secretario general de la ONU. Habrá que seguir intentando la paz; y las agencias especializadas de las Naciones Unidas tendrán que seguir esforzándose para luchar contra el hambre, la miseria, la enfermedad y la incultura que atenazan a esas gentes.
Durante el próximo año, todos seguiremos expectantes el proceso electoral de las presidenciales de Estados Unidos. Porque, en gran parte, el futuro de todos nosotros va a depender de quien salga elegido presidente. Lamentablemente, Joe Biden no parece políticamente fuerte. Para muchos norteamericanos, la presidencia le ha venido grande. Quizás sea también un problema de vejez. No creo que Biden tenga la edad apropiada para continuar otros cuatro años en la Casa Blanca. Hay que saber retirarse a tiempo. El Partido Demócrata se lo debía de pensar, y presentar otro candidato. Porque si Dios, o el Tribunal Supremo, no lo remedia, la alternativa sería Donald Trump. Y esto resultaría malo para todos. Para los norteamericanos y para el resto del mundo.
La Unión Europea termina el año con dos problemas que no acaba de resolver. Las medidas fiscales para luchar contra la inflación son necesarias. Más aún, imprescindibles. No se puede seguir con los actuales déficits presupuestarios. Pero va a costar mucho trabajo explicarles a los europeos que tienen que apretarse el cinturón. Y la cuestión de la inmigración tampoco está resuelta. Los controles y las prohibiciones ni frenarán ni reducirán ese fenómeno natural e imparable que son los movimientos migratorios de los países pobres a los ricos. Habrá que esforzarse para que los países pobres sean menos pobres.
¿Y qué decir de España? Seguirán los problemas. El Gobierno intentará paliar la crisis de solidaridad social. Se esforzará para que no se amplíe la brecha de la desigualdad social. Habrá que insistir en el profundo sentido ético de lo público; y garantizar los grandes servicios públicos; y reformar el sistema tributario, de modo que se atienda a la capacidad económica de cada contribuyente, sin desincentivar la iniciativa privada.
Más difícil lo tendrá el Gobierno de Pedro Sánchez para luchar contra la crisis de solidaridad territorial. Los egoísmos y mezquindades de los separatistas están muy crecidos. En parte, la culpa es del propio Gobierno. Se volverá a las andadas. Se atentará contra la unidad. Y habrá dificultades para acordar la financiación de las comunidades autónomas, o la distribución de los recursos naturales, como el agua.
Ahora bien, además de estos problemas, resulta muy preocupante que en España la clase política se haya convertido en sí misma en un problema. El Rey, en su discurso de Navidad, lo ha dicho: no nos podemos permitir la crispación. Ni podemos dejar de cumplir la Constitución. Si no se respeta la Constitución, no habrá ni paz ni libertad. Hay que llegar a acuerdos básicos, sin necesidad de una gran coalición de gobierno.
Voltaire decía que debemos admitir que, cuando nos muramos, el mundo será tan injusto y tan bárbaro como era cuando nacimos. Y que, por tanto, debemos dedicarnos a cuidar nuestro jardín.
De todas formas, y más allá de este pesimismo, les deseo a todos ustedes un próspero Año Nuevo.
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